Columna del Grupo Guayubira del 28 de mayo de 2008 titulada «Los
empleos invisibles de Botnia en Río Negro: que al menos sirvan de experiencia».

«En el momento actual, cuando abundan los proyectos para la
instalación de nuevas fábrica de celulosa en el país, vale la pena detenerse a
analizar la realidad del único de tales emprendimientos instalados en el país
(Botnia) y compararla con las promesas hechas por la empresa en su momento. Uno
de sus argumentos principales fue la generación de empleos.

En ese sentido, Botnia siempre manejó la cifra de 8000
empleos, incluso cuando mantuvo una entrevista personal con el Presidente
Vázquez, quien al salir de la misma la repitió públicamente. En la revista de
Botnia «Espacio» se lee que «Cuando esté terminada, la planta empleará a unas
300 personas y le proporcionará, en forma directa o indirecta, empleos a unas
8.000 personas».

En comunicado del 8 de marzo de 2005 («La inversión y el
empleo de Botnia: no todo lo que reluce es oro»), Guayubira cuestionó dichas
afirmaciones y sostuvo que «la cifra máxima de 8000 empleos no se basa en
ningún estudio serio realizado al respecto y quienes la publicitan no aportan
evidencia concreta de dónde y cómo se generarán», concluyendo que «los famosos 8.000 empleos son, por decirlo amablemente, un
tanto exagerados».

Lamentablemente, los hechos nos han dado la razón. Hoy Río
Negro, uno de los departamentos más forestados del país con eucaliptos para
celulosa y el único que cuenta con una moderna y enorme fábrica de celulosa, es
el departamento con mayor nivel de desempleo del país. De acuerdo con los
últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas (setiembre-diciembre
2007), la cifra de desempleo asciende en Río Negro al 14%, siendo casi dos
puntos más alta que las que le siguen: Artigas, con 12,2% y Rocha con 12,1%.

Dicha triste situación tiene su
origen en dos factores. Por un lado, las falsas promesas hechas por la empresa
en materia de generación de empleos (tanto en la forestación como vinculados a
la fábrica) y por el otro, que no se tuvieron en cuenta los empleos que se
perderían en otros sectores de actividad económica. En el mismo comunicado del
año 2005, Guayubira afirmó que se perderían puestos de trabajo por la
sustitución de actividades agropecuarias por forestación, dado que la
forestación genera menos empleos que cualquier actividad agropecuaria que
sustituya, incluida la ganadería extensiva. A eso se sumarían, agregábamos, los
empleos que se perderían en otras actividades que podrían ser afectadas por la
planta, tales como el sector turístico en Fray Bentos (al que estaban
vinculadas unas 1500 personas), en la pesca y otras.

Otra vez, lamentablemente,
teníamos razón. Las Cañas es hoy un balneario fantasma, donde lo único que
abunda son los carteles de casas «En venta». En el río no solo escasean los
peces del lado uruguayo (no así en la ribera de enfrente), sino que además se
implantó una cuestionada veda de pesca que afecta a los pescadores artesanales.

Pero lo que importa no es tener razón, sino que la
experiencia sirva para no tropezar dos (o más) veces con la misma piedra. La
empresa española Ence ha hecho las mismas (e incluso aún más exageradas)
promesas en materia de generación de empleos y llegó a manejar en el Parlamento
la increíble cifra de 15.000-20.000 puestos de trabajo. Su instalación en
Colonia puede resultar en un desastre social a gran escala, dado que este
departamento, con una gran diversidad de actividades productivas generadoras de
mano de obra, muestra hoy la menor cifra de desempleo del país (4,3%). ¿Qué
impacto podría tener este emprendimiento en la pérdida de fuentes de empleo en
esas otras actividades?

Pero la historia tampoco termina con Ence. En línea están
otros proyectos celulósicos como Stora Enso y Portucel y anuncios de empresas
japonesas, argentinas y chilenas de instalar sus pasteras en nuestro país.

Hoy Botnia está funcionando al 100% y los empleos prometidos
son más invisibles que nunca. Es hora de que el gobierno tome cartas en el
asunto y establezca una suspensión de la forestación en todo el territorio
nacional y cese de otorgar autorizaciones a la instalación de nuevas fábricas
de celulosa. Que la experiencia sufrida al menos sirva para evitar males
mayores».