Los cañitos de Lodeiro, las diabluras de Urretaviscaya, la fuerza del juego aéreo, la potencia de Calzada, la polenta del «Morro» García, la dinámica de todo el equipo. Uruguay sumó virtudes por todos lados y destruyó a Paraguay. Le rompió todos los esquemas. Lo hizo añicos pese a que los guaraníes empezaron ganando y así llegó el pesto en la cancha y la clasificación al hexagonal final en la tabla de posiciones, consignó el diario El país bajo la firma de Edward Piñón en su edición del domingo 25 de enero.

Bajo la batuta de un fenomenal Nicolás Lodeiro para armar el fútbol, con Jonathan Urretaviscaya dejando el tendal por la franja izquierda y a partir del momento que Diego Aguirre metió en la cancha a Adrián Gunino por Matías Aguirregaray, Uruguay se comió a los paraguayos. Que no entendieron nada. No comprendieron qué era lo que le estaba pasando por arriba, después de haber realizado en la cancha unas serie de acciones colectivas que le habían permitido encontrar unas grietas en la retaguardia celeste.

Lo interesante es que la rebeldía uruguaya no llegó al viejo estilo de meter y meter, sino que apareció con fútbol. Tocando, filtrándose por ambos costados. Tirando paredes, cambiando el ritmo cuando había que dejar paraguayos por el camino.

El empate demoró. Y fue injusto que así sucediera, porque tanto el «Morro», esa «Perla» que el fútbol uruguayo encontró en el delantero tricolor, y Urretaviscaya fallaron en la última instancia, después de haberse fabricado estupendas acciones colectivas.

Pero ni eso afectó la filosofía del equipo. Ni siquiera la mala suerte en la culminación tiró por tierra el estilo.

Es más, dio gusto ver como la celeste se convirtió casi en el único protagonista del partido desde el comienzo mismo de la segunda mitad.

Y por eso, del 0-1 en contra se pasó con la velocidad de un rayo al 2-1. Lo impactante es que con dos pelotas aéreas. Con dos centros al área, para todavía matar el mito de que a los guaraníes ya no se les gana más por arriba.

Primero empató Leandro Cabrera y después desniveló Santiago García.

La movida en el marcador no solo desorientó a los paraguayos, sino que los transformó. Sacaron la lanza y se descontrolaron.

Uruguay aprovechó. Tocó más. Buscó la jugada lujosa y salió todo. Con ataque va y ataque viene, llegó el baile en la cancha y la diferencia en el marcador. Ambos concretados después de grandes acciones colectivas. Quizás más deslumbrante el que terminó con el tiro cruzado de Lodeiro, pero también el de Urretaviscaya tuvo el brillo de la acción generada después de varios pases.

El 4-1 fue una justa recompensa a la identidad del equipo. A la forma en la que Aguirre quiso que el juego se desarrollara, porque con el partido en ventaja y cuando tuvo que sacar un jugador, lo primero que tiró a la cancha (en el segundo período) fue un delantero. Y los jugadores respondieron en gran forma.

Por eso no importa que al final los paraguayos lograran otro tanto para achicar la diferencia. Ayer fue una fiesta completa de la celeste. A puro fútbol, a puro gol.

Y no es poca cosa cuando se trata de un certamen continental y del otro lado estaba uno de los rivales que en los últimos tiempos se ha convertido en una especie de sombra negra.

A decir verdad, el paseo fue disfrutable. No quedó nada por romper. Ni el tereré se les salvó a los guaraníes.

Además, por si fuera poco, con este resultado la selección juvenil celeste confirmó su primer lugar en la tabla de posiciones del Grupo B y ya se ganó un lugar en el hexagonal final.

Mejor, imposible.

Las cifras

3 GOLES ya suma el mediocampista uruguayo Nicolás Lodeiro y es el goleador del certamen.

9 GOLES tiene el equipo uruguayo en tres cotejos. Con esto es el equipo más goleador del torneo.

Fuente: Diario El País. Ovación. http://www.ovaciondigital.com.uy