Cecilia Durán Mena. ceciliaduran@me.com

Recuerdos de un callejón sin salida,

Banana Yoshimoto,

Traducción: Gabriel Álvarez Martínez,

Tusquets, México 2011.

“Los sueños de grandeza, los anhelos de alcanzar el mayor de los éxitos, la aspiración de llegar más alto nos dan tantas vueltas en la cabeza que nos queda la sensación de que perdemos el piso y se nos extravía el equilibrio. En ocasiones, nos dejamos embabucar a tal grado con estos espejismos que desorientamos el norte de la vida y nos olvidamos de disfrutar la cotidianidad. Por suerte, Banana Yoshimoto nos atrapa con sus Recuerdos de un callejón sin salida y nos confronta con un hecho evidente y apabullante: la felicidad depende de todo lo que nos rodea (186).

En mi primera aproximación con Banana Yoshimoto entendí que estaba frente a una

hechicera experimentada, que confecciona embrujos en calderos de papel y con polvos de palabra. El espejismo encanta desde el primer renglón. Fascina con palabras sencillas, con frases simples, con anécdotas cotidianas y así, casi sin sentir, ya caímos en sus redes. La sorpresa mayor es darnos cuenta como esta tejedora de ilusiones fue capaz de atraparnos en esa red tan simple para darnos una poción de profundidad y de sentido de la vida. Es tan efectiva que en ningún momento se aproxima a la cursilería ni por error busca dejar una moraleja, sin embargo, por alguna extraña razón, después de recorrer los renglones de sus textos, no tenemos más remedio que reflexionar.

Recuerdos de un callejón sin salida es, a primera vista, una colección de cinco cuentos cuyo título evoca ansiedad, desesperación o martirio. Nada de ello vamos a encontrar en: La casa de los fantasmas; ¡Mamáaa!; La luz que hay dentro de las personas; La felicidad de Tomo-chan; Recuerdos de un callejón sin salida. Cinco relatos antologados y reunidos bajo el título del último y un Epílogo que no conoce desperdicio. Son seis textos independientes, sin embargo, un lector atento podrá descubrir el finísimo hilo conductor que conecta cada una de las historias entre sí y con su epílogo. Si se quiere leer los textos en forma independiente, se puede, ya que cada uno tiene autonomía y fuerza suficiente para sostenerse por sí solo.

Banana Yoshimoto aborda temas tan sencillos como la felicidad, la amabilidad, el trabajo, la buena educación con la profundidad que da la solidez del oficio. Se aproxima a los grandes temas sin grandilocuencias. Habla de Dios:

“Es el esplendor aterciopelado de la noche, el viento que soplaba con suavidad, el titilar de las estrellas, el canto de los insectos…, cosas como éstas.

En lo más hondo de su ser, Tomo-chan lo sabía. Por eso nunca, ni por un segundo, estuvo sola” (157-158).

“En realidad, la felicidad no consiste en ir a ningún lado, sino en sentir esa energía que nos impulsa” (164).

“Me resulta difícil de explicar, pero me parece que Dios amaba a Nishiyama y lo miraba con indulgencia” (188).

Dice Banana Yoshimoto que sus relatos son una recopilación de recuerdos tristes y dolorosos y, aunque es verdad, se puede sentir la melancolía de los personajes en sus separaciones, en sus circunstancias, en las muertes o en las enfermedades, me parece que se trata de otro embrujo, de un nuevo espejismo para hacernos caer en la cuenta de cómo por poner la vista en la grandeza, en el éxito, se pierde la felicidad de lo cotidiano.

 

“Me daba la impresión de acabaría viviendo para siempre con una bondad superficial” (16) “…rechazaba su suerte porque tenía pájaros en la cabeza… esa especie de melancolía y gravedad que lo envolvía” (19-20)

“Querer renunciar a todo lo que te ha ocurrido sería un acto de arrogancia. Cada uno tiene su particular abismo y tenemos que darnos cuenta de que si nos sucedieran otras cosas, otras mucho peores, como las que suceden en el mundo, nos destrozarían y nos matarían al instante. No hay que olvidar que gozamos de una situación feliz y aventajada y no hay que avergonzarse de ello.” (187).

Recuerdos de un callejón sin salida es para Banana Yoshimoto su obra preferida de todas las que ha escrito hasta ahora.

“Haberla escrito hace que me sienta orgullosa de dedicarme a esta profesión” (212)

Para mí haberla leído me significó una oportunidad para acabar con los falsos espejismos de alturas y grandezas. Fue la reconciliación con la vida diaria, el agradecimiento por la bondad que se manifiesta en lo cotidiano y por la dulzura de la serenidad.

¿Quién se imagina encontrar tanta riqueza en Recuerdos de un callejón sin salida? Banana Yoshimoto debe reír ante la ingenuidad del lector que se deja seducir por el título. Ya se enterará de lo que esta japonesa tiene preparado”.

Fuente Imagen: www.babelio.com