Azúcar: ¿prevención o satanización? Aspectos que deben considerarse.

En estos momentos, un fuerte cuerpo de científicos, médicos, nutriólogos y muchos especialistas en la nutrición de la Organización Mundial de la Salud se encuentra recabando toda la información (investigaciones académicas, estudios aleatorios y controlados, artículos publicados en prestigiadas revistas con discusiones y conclusiones) proveniente de distintas partes del mundo, para debatir minuciosamente sobre el cabildeo propuesto en la OMS el pasado 5 de marzo del 2014 con el fin de actualizar el Proyecto de directrices sobre la ingesta de azúcares y su respectiva recomendación que contempla la reducción de ingesta de azúcar (cabe señalar que tanto la OMS como La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, no establecen ingestas diarias admitidas de alimentos sino que ofrecen recomendaciones de consumo con el fin de que los ciudadanos tengan información para llevar a cabo una dieta saludable. Según la OMS los azúcares agregados no deben superar el 10% (50 gramos) de la energía total consumida en el día, a lo que deben sumarse los azúcares provenientes de frutas y verduras (estimándose un 10% de azucares contenidos en los 400 g de frutas y verduras que se recomienda consumir diariamente – otros 40 gramos).

De aprobarse el nuevo proyecto de directrices, la recomendación de la OMS a las políticas de salud pública de los países pasaría del actual 10% de azúcar del total del ingesta calórica diaria a un 5%, lo que se traduce en 25 gramos de azúcar diarios, esto como una estrategia para detener y prevenir el actual problema del sobrepeso y obesidad que aqueja ya a muchas naciones a tal grado que ya se contempla como una pandemia.

Pero en este problema de sobrepeso y obesidad ¿en verdad el azúcar es el único culpable y al cuál hay que volcarse?

Hace un par de años la misma OMS encomendó la titánica tarea de recabar toda la evidencia científica disponible que estudiara la relación directa de todos los tipos de azúcares con el desarrollo integral de la obesidad. Los resultados de dicha petición fueron publicados en el respetado British Medical Journal en enero de 2013  en dónde una de las conclusiones apuntaban a que: “los datos sugieren que el cambio en grasa corporal que

tiene lugar con la modificación de la ingesta de azúcares resulta de una alteración en el balance energético más que de una consecuencia fisiológica o metabólica de los monosacáridos o disacáridos”. Es decir, la investigación reveló que el aumento de la grasa corporal está dado por la cantidad de calorías consumidas y no por el tipo de calorías (azúcares, proteínas, grasas). Es por eso que, a diferencia de lo que sucede con el sodio o los ácidos grasos saturados, el Códex Alimentarius (organismo normativo de la OMS) no ha recomendado establecer un valor de referencia para el nutriente azúcar, contrariamente a lo que si ha hecho al establecer VRN asociados a enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) para  ácidos grasos saturados y sodio.

El problema es más complejo y no puede ni debe reducirse a la visión como si una buena parte de la población dedique sus 24 de horas diarias en consumir azúcar en todas sus modalidades, “naturales” y “añadidos”.

Para el el Dr. John Sievenpiper del St. Michael’s Hospital de Canadá y quién lideró una investigación que contempló las múltiples formas en las que la fructusa (uno de los azúcares que más se le acusa de detonar no sólo obesidad sino enfermedades cardiometabólicas como la diabetes) al entrar al organismo humano y su relación directa con el peso corporal, la presión arterial y el control de la glucemia en los seres humanos apunta: “el azúcar es uno de los muchos jugadores. Si nos fijamos en los estudios en los que se ven la contribución de los diversos alimentos en el aumento de peso, los alimentos azucarados no son más que un contribuyente. Por ejemplo, las papas fritas de paquete, las papas fritas, la carne procesada y la carne sin procesar aportan lo mismo o más en el aumento de peso en estos estudios. La obesidad y el riesgo cardio-metabólico es claramente un problema

multifactorial. Toda esta discusión del azúcar es sólo una distracción de la cuestión principal, que es la energía. Es decir, que la gente está comiendo demasiado en general”.

El estudio de Sievenpiper resalta el hecho que los azúcares adicionados a los alimentos se metabolizan de forma idéntica a aquellos contenidos de manera natural, ya que son químicamente idénticos. El cuerpo humano no tiene manera de saber si la fuente de la glucosa y fructosa que absorbe fue la miel, un trozo de fruta, azúcar de mesa, una galletita, una gaseosa u otro alimento endulzado con azúcares.

De continuar la tendencia de la OMS sobre las recomendaciones dentro del Proyecto de directrices sobre la ingesta de azúcares pareciera que terminará por prohibir el consumo del azúcar si no se entiende el problema de la obesidad como un fenómeno multifactorial.

No hay que olvidar que el azúcar representa un importante nuriente para la sobrevivencia del ser humano. De acuerdo con el estudio Azúcares en la dieta y peso corporal: revisión sistemática y meta-análisis de ensayos controlados aleatorios, liderado por la Dra. Lisa Te Morenga de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, señala que los azúcares son los: “que proveen al organismo gran parte de la energía que necesita para funcionar. Igual que ocurre con otros nutrientes, la clave está en mantener una dieta equilibrada y evitar el sedentarismo (componentes claves para el balance energético)”.

Fuente Imagen: www.veoverde.com