reloj“El eterno presente” es el título de la columna del ensayista Adrián Aranda, en donde reflexiona sobre los tiempos en que vivimos.

En la antigüedad las personas concebían el tiempo de manera cíclica, es decir, como un continuo retorno de las cosas subyacentes a la existencia humana, pues no existía el concepto de “pasado/presente/futuro”. El filósofo alemán Georg F. Hegel (1770-1831), de quien Marx tomaría aportes para el desarrollo del socialismo científico, introdujo el concepto de un tiempo lineal, teleológico, es decir con un propósito, además del concepto de “progreso”, del cual iban a mamar todas las ideologías modernistas del siglo XX.

A partir de la década del sesenta, con la caída de los grandes relatos de la humanidad, es decir, la pérdida de credibilidad en las ideologías y creencias que habían sustentado a los hombres durante siglos, la manera en cómo lo seres humanos conciben el tiempo cambió por completo. Según el famoso sociólogo Zygmunt Bauman, vivimos en un tiempo en que concebimos el tiempo de manera “puntuada”, es decir, de instantes, que comienzan una y otra vez y nos mantienen cautivos en un eterno presente que no nos permite tener un concepto claro del pasado ni una visión acertada del futuro.

En los últimos 30 años se ha producido más información que en toda la historia de la humanidad. Esa información nos bombardea constantemente mediante estímulos audiovisuales que superan nuestra capacidad de retención. Lo que hoy es la “gran noticia” mañana es olvido, la memoria pública tiene corta vida de duración. Y esto nos presenta una gran paradoja: Por un lado, estamos más informados de lo que sucede en el mundo, no somos ajenos a la realidad que nos concierne, pero por otro lado, al no tener la capacidad suficiente para retener tanta información, inconscientemente tendemos a volvernos insensibles, anestesiados y olvidadizos de las crueldades que sufre nuestra existencia.

¿Qué pasó con los 43 estudiantes de México? ¿Con el niño sirio ahogado en el mar? ¿Con los ataques múltiples a Francia? Estos acontecimientos son bastante recientes y puede que aún quede algo de ellos dentro nuestro, pero si nos desplazamos un poco más al pasado: ¿Qué pasó con la invasión injustificada a Iraq que causó la muerte de 109.032 iraquíes? Simplemente…lo hemos olvidado.

Con respecto al futuro, el eterno presente en el que estamos sumergidos nos lleva a vivir bajo la toma de decisiones que se centran en el ahora y en la satisfacción inmediata, sin pensar en las consecuencias o en los beneficios de los proyectos a largo plazo. El matrimonio ha perdido sentido, la cultura del ahorro y del trabajo son amenazados con los nuevos métodos para ganar dinero fácil, los proyectos familiares escasean. No nos tomamos el tiempo necesario para reflexionar y pensar. Corremos detrás de la satisfacción inmediata, que curiosamente nunca alcanzamos, pero el hecho de nunca alcanzarla es lo que nos hace seguir corriendo. Martin Heidegger en la mitad del siglo pasado advertía que “el hombre en lo que lleva de existencia, ya hace siglos, ha obrado de más y pensado de menos”, quizá hoy sea el tiempo en que nuestro mundo necesita que “obremos de menos y pensemos de más”.

​Fuente imagen: sevillabienestar.com