Eleuterio con JaimeEl obispo de Minas, Jaime Fuentes se refirió a la muerte del ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, aludiendo a su fe, a su vida controvertida, y reveló que que había recibido la Unción de los enfermos en el Hospital Militar (el propio Fernández Huidobro había expresado en el Parlamento sobre el pedido de ayuda y la función que cumple un capellán ante ciertas críticas que se habían levantado sobre la supuesta violación de la laicidad.

Fuentes escribió: “De manera que te fuiste, querido Eleuterio, así nomás, sin armar bulla, sin pensar ni decir “después de mí el diluvio”…

Gracias a Dios, ayer me encontraba en Montevideo cuando supe de tu partida. Enseguida recé por vos y más tarde lo hice en el Ministerio.

Saludé a Alejandra y a tu hija, y aproveché para contarles la visita que me hiciste el 23 de noviembre de hace cuatro años: se rieron, sobre todo tu hija. No era para menos… Me dijiste que el día de su primera Comunión  (¿o de su bautismo?, no recuerdo bien) quisiste regalarle algo valioso para vos: el rosario que tenías desde que eras chico… Y su reacción: – ¡Papá, si está hecho pedazos!

Sabés, querido Ñato, pensé mucho cuando me contaste eso en Minas. Y, al saber que estabas internado en el CTI, tuve el convencimiento de que ese rosario iba a ser para vos definitivamente importante. ¿Por qué? Porque si, aun destrozado, después de tantas vueltas y revueltas como tuvo tu vida lo conservabas, era porque querías especialmente a la Madre que tenemos en el cielo. Y esto es esencial, lo dice la experiencia.

Me pregunto: ¿cuántas veces, mientras pasabas las cuentas del rosario, le habrás pedido a la Virgen “ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”?…  ¿Cómo ella te iba a fallar? Los hombres sí fallamos, pero la Madre, nunca.

Lo comprobé una vez más cuando llamé por teléfono al capellán del Militar, y me dijo que habías recibido la Unción de los enfermos. ¡Bien! Por si fuera poco, te llegó el momento de ir a la presencia de Dios el primer Viernes de mes (¿te acordás? No te digo “preguntale al Dr. Google”, ya no te hace falta) y en la fiesta de Santa María de las Nieves, ¿querés más?

No te estoy canonizando, Ñato (imposible intentarlo, coincidimos, ¿no?). Sólo quiero dejar constancia de  que, más allá de los amores y odios que cultivaste aquí abajo, en tu corazón había ese otro Amor materno invalorable.

Por lo demás, como seguramente tendrás que pasar por la “tintorería” y limpiar el traje antes de entrar al Banquete  -quien más quien menos, todos agradeceremos el Purgatorio-, contá con mi ayuda: en la Misa y en el Rosario estarás bien presente, palabra de amigo. ¡Hasta el Cielo, Ñato!”.

Fuente Contenido e Imagen: www.desdelverdun.org