géneroEl Consejo Nacional de Género se reunió por primera vez este año en el Ministerio de Industria, Energía y Minería. La actividad llevada a cabo el día de hoy viernes 24 desde la hora 14.00, contó con la participación de la directora de Inmujeres y el CNG, Mariella Mazzotti, autoridades del MIEM, del Mides y de OPP, así como de las instituciones que integran este espacio.

La primera reunión del Consejo Nacional de Género (CNG) tuvo lugar en el salón de actos de Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), ubicado en Mercedes 1041. Durante la apertura hicieron uso de la palabra la directora de Inmujeres y presidenta del CNG, A.S. Mariella Mazzotti, y el subsecretario de Industria, Energía y Minería, Ing. Guillermo Moncecchi.  En la mesa también participaron la Prof. Ana Olivera, subsecretaria del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y Álvaro García, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).

El 2017 constituye el tercer año de gestión del Consejo y plantea fuertes desafíos de trabajo. Por un lado, encontrar caminos para potenciar las respuestas a las situaciones de violencia basada en género, la pérdida de vida de mujeres y daños irreparables en otras y en niñas y niños; por otro.

Asimismo la CNG se propone en este año encaminar una Estrategia Nacional para la Igualdad, que brinde el marco orientador de acciones intersectoriales e  interinstitucionales.

Entre los temas abordados en la reunión estuvo la presentación de las principales características del acto oficial del 8 de marzo “Más Igualdad, compromiso de Estado”: definir propuesta en el contexto de los femicidios y situaciones de violencia basada en género.

Mazzotti presentó los desafíos para este año así como el camino recorrido para avanzar en la igualdad en el Uruguay. “Creemos que en este tercer año se tienen que reconocer nuestros avances, los datos preocupantes del contexto actual para poder definir desde ahora los tres años restantes como una acción contundente del compromiso del Estado hacia la igualdad”, dijo.

También se realizó una breve presentación de los avances y propuesta de la “Estrategia para la Igualdad” en el marco del CNG.

El MIEM y la transversalización de la perspectiva de Género

Durante la apertura, Monceccchi destacó la importancia de que en el Consejo se compartan tantas visiones sobre logadas a la temática del género a lo que definió como “una fortaleza”.

“La realidad nos interpela todos los días en un contexto que no podemos soslayar y que nos preocupa. Esto es trabajo y más trabajo y debemos seguir adelante incorporando los datos de esta realidad para poder construir un país mejor”, dijo el subsecretario.

Agregó además que desde el MIEM “estamos muy conformes con lo hecho hasta ahora” y que “no podemos concebir un Estado de desarrollo sin la participación de todas y todos”.

En los últimos tiempos, si bien se han registrado importantes avances en relación a la equidad de género a partir de los compromisos y esfuerzos de los gobiernos en torno a la igualdad, dichos avances también han encontrado limites, ya sea para sostenerse o para expandirse.

La sobre-representación de las mujeres entre las personas en situación de pobreza, la falta de ingresos propios y suficientes, así como las brechas de participación económica y productiva, evidencian que aún quedan por enfrentar importantes desafíos para que hombres y mujeres vivan en condiciones de igualdad.

Sobre el final de su intervención, Moncecchi se refirió a la Estrategia Nacional para la Igualdad e hizo incapié en la importancia de la autonomía económica de las mujeres como eje fundamental para lograr su desarrollo social y productivo. “Desde el MIEM nos interesa en particular tomar en cuenta las dimensiones de género que incorporan a hombres y mujeres en los diferentes procesos productivos. Esta tarea debe fomentar la participación en sectores del conocimiento. Debemos buscar ventanas de oportunidad con una visión de futuro y de género”, finalizó.

La autonomía económica es un pilar fundamental de la autonomía de las mujeres, y por definición, requiere que estas perciban ingresos que les permitan superar la pobreza, disponer de su tiempo para capacitarse, acceder al mercado laboral y desarrollarse profesional y personalmente.

Dicha autonomía es un eslabón indispensable para que las mujeres estén en condiciones que les permitan superar  situaciones de dependencia y violencia  intrafamiliar.

De acuerdo a lo establecido en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para lograr la igualdad de género es preciso fortalecer la autonomía económica de las mujeres y analizar en profundidad la distribución de los recursos económicos, naturales, productivos y financieros entre mujeres y hombres.

La necesidad del cambio estructural como eje del desarrollo del nuevo paradigma tecnológico- productivo, nos enfrenta a desafíos de diseño de política pública, a la hora de promover un proceso de crecimiento inclusivo que acompañe las metas de desarrollo social sostenible fijadas por el gobierno. Esto se debe a que los cambios que se promueven no son socialmente neutros en sus resultados, premios, incentivos o castigos. En este sentido, cuando analizamos el problema de la exclusión social en los modelos de desarrollo, se hace ineludible incorporar la dimensión tecnológica.

Estos objetivos de política, tornan fundamental la labor incluir en el diseño de las políticas de la cartera, dimensiones de género y generaciones que fomenten la equidad social.

Para ello se hace necesario desarrollar herramientas para incorporar a jóvenes y mujeres en áreas estratégicas como la tecnología, la innovación, el mundo empresarial y el emprendedurismo, identificando la segregación generacional y de género tanto en términos de acceso, como en los contenidos y/o generación de valor de los procesos productivos, los usos tecnológicos y habilidades desarrolladas por dichos grupos sociales.

El objetivo de equidad implica entonces, la necesidad de generar nuevas oportunidades que promuevan el fortalecimiento de la autonomía económica, física y política de estos grupos, y en particular, las autonomías de la mujer.

Implica además promover una mayor participación de mujeres en sectores intensivos de conocimiento, generación de capacidades, ampliar el acceso a mejores empleos, a través de una estructura de oportunidades basada en un nuevo proceso de desarrollo, que tenga el objetivo de superar la tradicional división sexual del trabajo y suscite una distribución más justa.

Se trabaja además para promover el acceso a los servicios de infraestructura de energía y telecomunicaciones, de modo que permita satisfacer las necesidades básicas y productivas de las mujeres, como soporte imprescindible y transversal del conjunto de actividades económicas, de bienestar, socio-políticas y culturales del conjunto de la sociedad.

Comprender cuáles son las ventanas de oportunidad, conjugando las políticas de desarrollo social y productivo, es el lineamiento estratégico fundamental con el que está orientando su labor la Comisión de Desarrollo Social Sostenible y Equidad de Género del MIEM, a la hora de transversalizar sus políticas, proyectos y programas.

Fuente Imagen: uy.emedemujer.com