Sociedad Uruguaya

Segregación ocupacional

En el mundo laboral de Uruguay hay un indicador en que las mujeres dominan: el del desempleo, porque la tasa femenina duplica a la masculina y en algunos departamentos la triplica, según un estudio realizado por el Sistema de Información de Género del Instituto Nacional de las Mujeres, expresa una nota del mes de junio de 2010 de la agencia IPS bajo la firma de Marta Moss.

El informe «Indicadores Territoriales de Género para la elaboración de Políticas de Equidad», elaborada por el sistema con apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas, encontró la gran disparidad en un país donde la desocupación actual es de algo más de seis por ciento.

«Hay situaciones alarmantes como la de los departamentos de Artigas (en el extremo norte del país), Lavalleja y Rocha (en el este), donde el desempleo femenino alcanza el 15 por ciento», dijo a IPS Lucía Scuro, responsable del Sistema de Información de Género del Ministerio de Desarrollo Social (Mides).

«Las mujeres son dos o tres en un mundo de corbatas», acotó Carmen Beramendi, que dirigió el Instituto Nacional de las Mujeres durante el gobierno de Tabaré Vázquez (2005-marzo 2010), cuando se realizó el estudio.

«Los espacios de poder siguen estando en manos masculinas, no sólo en la política sino en las gerencias de empresas. La tasa de actividad masculina es más alta que la femenina en los 19 departamentos del país», agregó Beramendi a IPS.

Para Scuro, «estos índices tienen que ver con el prejuicio por parte de los empleadores de contratar a una mujer en edad reproductiva. También con que las mujeres realizan mayor cantidad de trabajo no remunerado y eso les dificulta asumir otras tareas pagas».

También el Mapa de Género, elaborado por el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo (Ciedur) con apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala que el desempleo femenino supera entre 60 y 80 por ciento al masculino, si bien la brecha se ha reducido.

El sesgo de género también afecta la distribución de las actividades. Según ese mapa, las mujeres se mantienen concentradas en ciertos sectores y trabajan principalmente en el comercio (19,1 por ciento), el servicio doméstico (18,7 por ciento), la industria (12,3 por ciento), los servicios sociales y la salud (12,1 por ciento) y la educación (10,3 por ciento).

«Las mujeres continúan realizando tareas con un perfil más femenino y se insertan más en sectores donde pueden conciliar trabajo y familia. Es un círculo vicioso que las mantiene en un circuito de segregación», dijo a IPS la investigadora Soledad Salvador, de Ciedur.

Las divisiones originales de las tareas en los espacios domésticos, asignadas en lo intrafamiliar, se ven reflejadas en el mundo del trabajo. «El hombre sigue vinculado a un rol proveedor y las mujeres a las tareas reproductivas, por eso están más volcadas a lo social, lo educativo, el cuidado de la salud, de los dependientes y de los más pequeños», acotó Beramendi.

Tienen más estudios que los hombres, pero ganan menos. «Como media, las mujeres uruguayas ganan por hora de trabajo 11 por ciento menos que los hombres. Estas diferencias aumentan hasta 16 por ciento en el departamento de Salto y trepan al 19 por ciento en Río Negro (ambos en el oeste de Uruguay)», dijo Scuro.

Las diferencias en la remuneración se acentúan en los niveles de instrucción más altos y más bajos. En sus puestos de trabajo las mujeres se topan con algo que ha sido denominado «suelo pegajoso» o «techo de cristal», un tope invisible que les dificulta seguir avanzando.

«Los hombres acceden a mejores cargos y están mejor remunerados porque se supone que no tienen responsabilidades fuera del trabajo. Las mujeres acceden a cargos de gerencia o dirección por caminos más largos», dijo Salvador.

La realidad uruguaya es parecida a la del resto del mundo. El informe Trabajo y Familia de la OIT indica que las mujeres ganan en promedio entre 30 y 35 por ciento menos que los hombres en tareas similares, y en algunos casos la diferencia puede ser de 70 por ciento.

Para Scuro, esta realidad mundial se relaciona con la escasa posibilidad de las mujeres de promociones y ascensos, en comparación con los varones.

«Las mujeres no acceden a los puestos con mejores salarios, la masa salarial de las mujeres es bien menor a la de los varones», resumió.

En el ámbito latinoamericano, se añade que la tasa de participación laboral de las mujeres casadas disminuye respecto al resto, lo que evidencia que las responsabilidades familiares desincentivan la inserción laboral femenina, de acuerdo a datos conjuntos de la OIT y del Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional.

A eso se agrega que más de la mitad de las trabajadoras latinoamericanas se desempeñan en la economía informal, que el trabajo de las mujeres es más sensible a los ajustes salariales a la baja, a las jornadas de trabajo más extendidas e intensas. La situación es especialmente difícil para las mujeres afrodescendientes, las pertenecientes a pueblos originarios y las de menores recursos.

En el ámbito sindical, tradicionalmente muy masculino, el Mapa de Género de Uruguay desglosa que las mujeres suponen solo 11 por ciento de la Mesa Representativa del PIT-CNT, la dirección de la central sindical única del país. Igual porcentaje ocupan en las mesas de negociación colectiva, conformadas por trabajadores, empresarios y gobierno.

«El movimiento sindical debería revisar las políticas de género en el seno de su organización. No es un tema de falta de esfuerzo de las mujeres militantes sino de lucha de poder y de ceder lugares», consideró Salvador.

Fuente: Agencia IPS. www.ipsnoticias.net

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