Sociedad Uruguaya

Plomo, el silencio no es salud

Montevideo, jul (IPS). La contaminación con plomo, sobre todo entre los más pequeños, continúa su avance inexorable en Uruguay con el silencio de aliado, pese a que hace ya una década que se dispararon las alarmas cuando se divulgó el primer caso grave y arreciaron los reclamos ciudadanos, expresa la nota de la agencia IPS con la firma del periodista Pablo Alfano.

Desde entonces las políticas de salud para combatir este mal han sido erráticas y poco efectivas, según expertos consultados por IPS. Tanto es así que algunas directivas del Ministerio de Salud Pública (MSP) van a contrapelo de las acciones que se toman en los países industrializados, acusan.

«Hasta que no se haga un estudio masivo de plomo en la sangre no sabremos cuál es el verdadero alcance en Uruguay de esta enfermedad que es irreversible y produce daños físicos, en el aprendizaje y severos trastornos de conducta», explicó a IPS la pediatra Elena Queirolo, directora de la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales del hospital Pereira Rossell, el principal centro de salud infantil del país.

El 16 de agosto de 2000, Joaquín Cabrera, que entonces tenía seis años, fue internado y le diagnosticaron anemia crónica. Otro análisis posterior reveló un déficit en la formación de glóbulos rojos.

Joaquín vivía en una zona de viviendas modestas del barrio montevideano La Teja, que hasta dos décadas atrás estuvo poblado de fábricas metalúrgicas, textiles y otras.

De no ser por la inquietud de sus padres, que se informaron a través de Internet, al niño nunca le hubieran hecho su primer examen de plombemia, cuyo resultado fue de 31,2 microgramos de plomo por decilitro de sangre (mcg/dl).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) admite como máximo «tolerable» 10 mcg/dl y cataloga al plomo como «una de las peores amenazas para la salud humana».

El caso de Joaquín quedó en manos de las autoridades del MSP y del gobierno del departamento de Montevideo, quienes lo mantuvieron en reserva. Unos meses después se ventiló a través de la prensa y centenares de vecinos de La Teja y zonas aledañas se organizaron y comenzaron a reclamar sus exámenes.

Esta movilización social dio algunos frutos como la creación de la Policlínica de Contaminantes Ambientales, conocida como la «clínica del plomo», que hoy tiene dos pediatras, una neuropediatra, una psiquiatra, un psicólogo y un asistente social, entre otros funcionarios.

En la última década «nada ha cambiado, sino que la situación empeoró bastante», aseguró la directora de este centro de atención, que ya pasó por tres gobiernos y tres amenazas de clausura con el argumento de que esta afección está prácticamente controlada.

El máximo tolerable de la OMS no se tiene en cuenta en Uruguay, puesto que actualmente el nivel «preocupante» se sitúa en los 20 mcg/dl, según el MSP.

Mientras, a la «clínica del plomo» siguen llegando niños y niñas con altos niveles de plomo. Inclusive hay casos cercanos a los 40 mcg/dl.

La mayoría de ellos provienen de La Teja, admitió Queirolo, considerada una de los principales referentes en esta materia, aunque «tenemos niños de casi todos los barrios de Montevideo», lo que desecha el mito de que este tipo de contaminación es un problema de los sectores de menores recursos.

El plomo está en el aire, en el suelo y en el agua.

En el aire aún persisten sus efectos contaminantes, pese a que la monopólica firma estatal petrolera Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland dejó de producir gasolinas con tetraetilo de plomo a comienzos de 2004.

El plomo es un «contaminante permanente, que no se degrada», coinciden estudios realizados en Estados Unidos y un informe de la doctora uruguaya Nelly Mañay, de la Cátedra de Toxicología e Higiene Ambiental de la Facultad de Química de la estatal Universidad de la República.

En el agua potable que se consume en Uruguay está presente porque buena parte de las cañerías por las cuales se distribuye aún son de plomo.

El suelo también es contaminado por las fábricas de pinturas y de baterías, por las fundiciones y la industria metalúrgica. Hasta la actividad de los talleres donde se remueve con pulidoras eléctricas el color de los automóviles representa un riesgo.

MENOS COSTOSO Y MÁS FÁCIL

Mientras IPS esperaba en la «clínica del plomo», una niña no paraba de hablar, saltar y correr por los pasillos. La cara de su madre revelaba cierto hartazgo, pero en el lugar están acostumbrados a estas situaciones. Algunos niños son diagnosticados como hiperactivos, o síndrome de déficit atencional, y a veces ello es una consecuencia de la contaminación con plomo.

Antes de los primeros tres años de vida, el plomo trae secuelas irreversibles: disminución de la audición, la visión y la motricidad, hiperactividad y graves trastornos de conducta, concentración, aprendizaje y lenguaje.

Hace menos de un año y medio, el parlamento dejó en suspenso la discusión de un proyecto de ley que establecía la obligatoriedad del examen de plombemia en niños y niñas de hasta tres años. El mismo que en Estados Unidos ya es una realidad.

También existe preocupación por los tiempos y los costos de los análisis. Actualmente se hacen dos tipos de exámenes de sangre por punción venosa. Uno en la Facultad de Química de la Universidad de la República, que recibe las muestras de sangre congeladas, y el otro en el hospital público Filtro.

Existe un pequeño aparato portátil, conocido como Leadcare, que con un leve pinchazo en un dedo (similar al análisis de glicemia) brinda una muestra bastante fiel de la cantidad de plomo en la sangre en pocos minutos.

Pero el MSP no lo considera un buen sistema, aunque este tipo de tecnología se utiliza en casi todos los países desarrollados. Además de la rapidez del resultado existe una cuestión de costos: el análisis en la Facultad de Química cuesta unos 47 dólares, mientras que el del Leadcare ronda los cuatro dólares.

Lo más paradójico es que uno de estos aparatos, cuyo valor ronda los 2.000 dólares, fue donado a la «policlínica del plomo» y es usado con frecuencia. «Pero todo indica que no existe voluntad para armar una política sanitaria que ataque este problema en forma rápida y económica», concluyó Queirolo.

Fuente: Agencia IPS.

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