“Luchando por una ciudadanía” lleva como título la entrega del relato de esta jornada de Luis Alzamendi.

“El país estaba convulsionado por lo que estaba pasando en su ciudad natal. El gobierno estaba siendo dirigido por un grupo de personas que no eran aceptadas por un buen número de la población, de las cuales cierta cantidad, había resuelto formar parte de un movimiento en pro del derrocamiento del presente gobierno.

La capital de dicho país era un caos constante, a consecuencia de las consecutivas protestas que eran realizadas por sus habitantes, las cuales no solamente eran verbales, sino que la violencia había pasado a formar parte de todo esto.

El matrimonio había decidido que formarían parte activa de éste movimiento, porque tanto el esposo como la esposa, ya estaban cansados de ver como las cosas se estaban llevando a cabo. Estarían presente en todos los eventos que se realizaran, fueran éstos internos o externos.

El tiempo fue pasando y el matrimonio continuaba firme en sus convicciones, no mostrando indicios de desistir protestar contra el gobierno presente. Pero a raíz de esta consecutiva y agresiva manifestación de inconformidad política, la vida del matrimonio estaba siendo alterada. Una de las últimas confrontaciones de las cuales habían sido participe, afectó la salud física del esposo, debiendo ser internado. La medicina no podía hacer nada por él. Postrado allí en esa cama, aún revelaba un dejo de resentimiento; no había paz en su corazón.

Pero un día, alguien le dio una palabra de esperanza, una palabra que tocó su vida; una palabra de Dios que trajo paz a su corazón y lo libro de ira y resentimiento, cosas que estaban afectando su alma y no le permitían disfrutar de una armoniosa vida familiar. La etapa de su vida pasada había quedado atrás, otra etapa había comenzado y continuaría delante de la misma presencia de Dios, ya que días más tarde había partido de ésta tierra”.

“Porque no tenemos ciudad permanente… nuestra ciudadanía está en los cielos”

Luis Alzamendi.