Compartimos una nota en su espacio en Facebook del senador nacionalista Gustavo Penadés el lunes 3 de enero, refiriéndose a la postura de la administración del Presidente José Mujica de aceptar la norma norma japonesa-brasileña para la TV digital.

“El gobierno optó por la norma japonesa-brasileña para la digitalización de la televisión nacional, apartándose así de Tabaré Vázquez, que se había decidido, en forma preliminar, por la europea.

Quizás la respuesta al pedido de informes elevado por nuestro correligionario, el Diputado Álvaro Delgado, arroje alguna luz sobre el tema y sobre los verdaderos motivos que llevaron al Presidente Mujica en la dirección apuntada.

Las manifestaciones del Subsecretario de Industria, Edgardo Ortuño, indicarían que las inversiones brasileñas prometidas habrían estado en la base de la elección del gobierno, pero las declaraciones del Ministro de esa misma Cartera, Ing. Kreimerman, dicen que fueron razones de geopolítica las que fundamentaron la decisión. Allí empiezan nuestras dudas: ¿Cómo entienden la geopolítica el Presidente y algunos miembros de su gobierno? ¿Está su visión referida exclusivamente al Brasil? ¿O, está apuntando al Mercosur? ¿O, se extiende la misma a toda América Latina? ¿O, a la América del Sur? ¿O, abarca a toda América? ¿O, se extiende al Occidente entero? ¿O, abarca todo el Mundo?

Las interrogantes anteriores indican que no hay una sola geopolítica, sino que son varias las opciones al respecto y variadas las razones de las decisiones a adoptar, según el momento en que se tomen y el motivo que las impulse.

Todas tienen un valor relativo y coyuntural, más allá que se deban atender, prioritariamente, acuerdos comerciales, equilibrios en el intercambio de bienes y servicios y hasta apoyos políticos dados en circunstancias especiales.

Reconocemos que los gobiernos frenteamplistas -hasta ahora y alentados por una creciente demanda mundial por nuestros productos- han seguido una política de apertura comercial global.

Pero mucho nos preocupan algunas «caídas» en el amiguismo ideológico, que han privilegiado la siempre frágil idea de las solidaridades en el pensamiento político.

Los blancos nacionalistas nunca desdeñamos los ideales de hermandad entre los pueblos Latinoamericana. Pero nunca nos fijamos para dar el apoyo si eran de «nuestro palo» los gobiernos de turno que coyunturalmente defendimos, sino que siempre atendimos a razones superiores de la preservación de la soberanía de los pueblos, más allá de sus gobernantes ocasionales.

Y, en relación al Uruguay, buscamos, además de la defensa de su soberanía, la de sus intereses económicos y comerciales, para beneficio de nuestros compatriotas, cuyo bienestar es la primera obligación de la actividad política.

Brasil es nuestro principal socio comercial, además de ser nuestro vecino y país hermano. Pero esa «hermandad» no ha sido respetada por distintos gobiernos brasileños muchas veces a lo largo de la Historia.

No nos apeamos de nuestros ideales de fraternidad, ni damos la espalda a nuestros principales intereses económicos que nos ligan al Brasil, o a los que puedan beneficiarnos en el futuro.

Si la geopolítica que alienta al gobierno de Mujica al respecto es esa, bienvenida. Si en cambio, se funda en afinidades ideológicas merece nuestro rechazo.