Imaginen la final del Mundial 2030 en el Estadio Centenario de Montevideo: cada rincón, desde la cancha hasta la última fila de la tribuna, ocupado. Un estadio repleto a tope.
Ahora cambien la multitud de personas por montañas de residuos reciclables: plásticos, papel, chatarra ferrosa, mobiliario y aparatos electrónicos. Y no es solo uno: serían tres estadios así, para contener todo lo que se recicló en 2024 en las zonas francas del país.
En total fueron 1.007.182 kilos —más de mil toneladas—, según datos de Depósito Pedernal, empresa referente en gestión de residuos en Uruguay y a cargo de la tarea en zonas francas.
Solo en Zonamérica se reciclaron 400 toneladas de residuos, equivalentes a unos 76 camiones de carga completos, un 80% más que en el período 2022-2024. En la Zona Franca de Colonia se recuperaron 100 toneladas, o unos 19 camiones, y en el Parque de las Ciencias, 80 toneladas, equivalentes a 15 camiones de carga.
A medida que las zonas francas se consolidan como motor de inversión y desarrollo en Uruguay, la gestión de su impacto ambiental se convierte en un nuevo pilar estratégico a gestionar. Con más de una docena de predios en operación y una creciente concentración de industrias de alto valor agregado, el país enfrenta el desafío de asegurar que la gestión de residuos cumpla con las normativas locales e internacionales, sin comprometer la eficiencia.
La Ley N.º 19.829 de Gestión Integral de Residuos, junto con su plan de acción Uruguay + Circular, impulsa la economía circular y la reducción de desechos en todo el territorio. Sin embargo, en el caso de las zonas francas, las exigencias son aún más estrictas: la normativa aduanera prohíbe el ingreso de residuos peligrosos y establece que cualquier desecho generado dentro —desde embalajes hasta mercadería vencida— debe gestionarse con trazabilidad total, destrucción autorizada por la Dirección Nacional de Aduanas y supervisión ambiental. El objetivo: que nada salga de estos predios sin control.
Una parte significativa de estos residuos no termina en vertederos: se valoriza, es decir, se reinserta como insumo en procesos productivos locales o internacionales.
“La diferencia con otras empresas fuera del régimen franco está en el nivel de cumplimiento requerido. La gestión de residuos en zonas francas exige una articulación compleja con la Dirección Nacional de Aduanas, además de cumplir con auditorías internacionales. No se trata solo de una cuestión operativa, sino de cumplimiento legal y reputacional”, explicó Axel Kardjiana, comercial especializado en exportaciones y zonas francas de Depósito Pedernal.
Casos como el de Zonamerica, donde una gran proporción de residuos es reciclada o valorizada, demuestran que es posible combinar eficiencia operativa con sostenibilidad. En Uruguay, la gestión de residuos en zonas francas no solo está evitando un problema: se está consolidando como una nueva ventaja competitiva.
