A continuación compartimos un artículo de opinión suministrado por el Dr. Alberto Scavarelli, representante del Partido Colorado bajo el título “El peligroso resurgir del vandalismo”. Textualmente expresa lo siguiente:

”En estos días asistimos perplejos a la génesis trasmitida en vivo y en directo de los violentos hechos vandálicos primero en la Argentina profunda con la agresión a la ministra, hermana del presidente argentino y ahora lo sucedido en la Estación Constitución en pleno Buenos Aires.

En ambos casos la barbarie de unos y la pasividad de los demás. Una neutralidad rayana entre el consentimiento y la resignación, que bien sabemos no es ninguna de las dos cosas, pero lo parece. Solo eso ya es muy peligroso.

Poco tiempo atrás los vimos en Uruguay, y es moneda corriente en muchas partes. Francia en los últimos días ha dado una repuesta electoral clara, bastante contraria por cierto al mítico y anárquico mayo del 68 francés.

En la estación Constitución de Buenos Aires, que fue el hecho más reciente, las causales argumentadas se acumularon: el exceso de pasajeros, servicio deficitario, mal manejo de la información, la hora pico del retorno de la gente cansada a sus hogares. Entre tantas otras causas se presente explicar -a un paso de justificar- que todas ellas terminaron siendo el motor de arranque de la barbarie. La válvula de escape de una condición subyacente y penosa de creciente moda: El estallido social como protesta violentista.

La violencia sin límites como alocado método contra lo que se siente injusto y que -siempre y por lo menos- termina por diluir hasta la injusticia misma de la causa originaria, aun cuando la hubiere. Ya lo vivimos todos y siempre termina mal.

Siempre y en todo lugar en medio del incendio, el saqueo o la pedrea, esta nueva estirpe policial latinoamericana entrenada para resistir sacrificadamente la pedrea la botella incendiaria, los neumáticos
encendidos, el insulto, la amenazadora individualización, alineados como espectadores «privilegiados» en el epicentro de los hechos formando parte de un sistema retroalimentado donde las victimas de los desmanes, los dueños de lo destruído, los afectados en sus cosas y sus vidas asisten incrédulos como la horda ataca hasta que consume todo los consumible mientras todo es televisado en vivo y en directo.

Se deja actuar como a un esquizoide descontrolado de décadas atrás, esperando que se agote en si mismo, claro esta que a costo de de otros que no son ni los que protestan, ni la autoridad.

Donde quedo el libro de quejas, la protección al consumidor, los reclamos y demandas por perjuicios, estos instrumentos civilizados creados justamente para canalizar el reclamo y como modo eficaz de procurar la reparación de la injusticia.

Un mecanismo que además mejora los servicios pero por procederes civilizados, extraños a la patoterismo y al a horda. En medio de la refriega detenerse a recordar que existen esos canales es casi un absurdo y una
ingenuidad. A ese punto llegamos en estas urgencias sin cauce de hoy.

Es tan ilusorio reclamar civilización en medio de la barbarie, mientras la brutalidad se atrinchera y forma cabeza de playa en nuestras sociedades, esperando que la gente finalmente se resigne o se acostumbre.

Todo parece un síndrome, una resultante de causas mas profundas. Por eso mientras se debate el origen de la violencia desde el homo faber hasta hoy, se parte el cráneo de los policías, los automóviles se incendian, se atacan comisarías, se incendian locales y se manifiesta por causas que se creen justas, actuando con la cara cubierta como si fueran héroes perseguidos, fingiendo ser libertadores ante regímenes durísimos que actúan fuera del derecho.

Esto sí no va bien, y terminará mal, quizás muy mal.

Para empezar cuanto costara el seguro de un riesgo como el de tener un local en una zona de expuesta e este tipo de hechos en cualquiera de nuestros países. Si un bien ya no es asegurable porque está situado en una «zona roja», como se protegen esos bienes. ¿Qué pasará cuando en medio de los incidentes, ante la acción vandálica, surja la reacción de guardias privadas y la de desesperados titulares de los bienes destrozados y sin cobertura que no se resignan a perderlo todo?.

¿Qué pasará si aparece allí en cualquier mano un arma de fuego y un disparo inicial. Quien contendrá los hechos subsecuentes? Y observen que por aquí ni siquiera pregunto quien se hará responsable.

¿Cómo se cree que surgieron los grupos paramilitares, los escuadrones de la muerte, las barras bravas y tantas patologías sociales que destruyen la convivencia? Quien se acuerda después de los omisos responsables en teoría.
Los hechos con su fuerza arrolladora se instalan y ponen en movimiento su propia dinámica, después suprimirlos ya no es sencillo. Todo empieza por grupos vendiendo protección a quien se siente desprotegido. No hay que irse muy lejos para saber como sucede, esta muy cerca en distancia y en tiempo para quien quisiera verlo.

Es penoso ver a las fuerzas de la ley en un estado democrático de derecho, garantista hasta el absurdo dejar bloquear los puentes y las rutas internacionales, estar alineadas y resignadas bajo una lluvia de piedras,
acorraladas mientras se incendia y rompe todo.

Es triste, como siempre es triste la violencia, pero lo es mucho mas aún cuando el monopolio de la fuerza la pierde la legitimidad del estado de derecho y le es arrebatada por la patota que en el mejor de los casos actúa
al grito y en manada, y en el peor de los casos responde como siempre a oscuros intereses de signos extremos que se tocan.

No se trata de promover la represión que por definición siempre es peligrosa y desbordable. Se trata de que se cumpla la ley a rajatabla, única garantía ante la prepotencia -venga de donde y de quien venga- porque los mansos también se rebelan y después no queda más que el caos.

Es aún tiempo en nuestras naciones de reflexionar, de educar para la vida ciudadana, de promover valores y respeto por el otro, de forzar dentro de la ley el cumplimiento de lo que la ley impone. Todavía es tiempo de no dejarse llevar por exaltados o aun peores cosas. Siempre se debe haber derecho a protestar, pero se debe evitar que el vandalismo goce de impunidad para agredir, para romper o para incendiar.

La violencia engendra violencia y en medio de ella solo medran los violentos, mientras la sociedad va perdiendo el orden y tras el, se van la paz, la justicia y la libertad y la tolerancia, los pilares esenciales de la
vida en democracia.

El orden público es responsabilidad exclusiva y excluyente de todo Estado Democrático de Derecho, y esta responsabilidad le es indisponible, irrenunciable e indelegable en cualquier circunstancia o estrategia, porque
es la forma de evitar caer en el caos y quedar sometidos al terror, a la venganza y a la peligrosísima reacción de la justicia por mano propia”.

Representante Nacional – Partido Colorado.- Uruguay.
www.scavarelli.com.