Sociedad Uruguaya

Santa Catalina: una zona de Montevideo aún olvidada y que reclama ser atendida

No hay soluciones para muchos pobladores de Santa Catalina que esperan por una respuesta rápida a sus distintos problemas del diario vivir. La zona carece de algunos servicios básicos y la falta de saneamiento en el lugar preocupa a los vecinos. Los miles de niños que allí viven, la mayoría de familias de escasos recursos, no tienen fácil acceso a la educación secundaria al finalizar el ciclo escolar.

Con la firma de Daniela Fassanello así lo consigna el diario La República.

La zona es muy pintoresca por su ubicación. A la playa es adonde va la mayoría de las aguas servidas del lugar.

La mayoría de las calles en Santa Catalina son de tierra; los días de lluvia se vuelven intransitables.

Santa Catalina está ubicada en la zona oeste de Montevideo, a orillas del Río de la Plata. Limita por la zona este con el barrio Casabó y junto al casco del Cerro, Pajas Blancas, Cerro Norte, La Boyada y Cerro Oeste conforman la zona 17 de Montevideo. Más de 8.000 personas viven allí, y la mayoría de los niños que nacen son hijos de padres adolescentes. Allí viven alrededor de 1.500 jóvenes que ni estudian ni trabajan.

La mayoría de sus habitantes desempeñan su trabajo en otros puntos de la ciudad. Pequeños comercios del ramo y la pesca artesanal son algunas de las escasas fuentes laborales del lugar. El ingreso de muchos de los lugareños, a veces, apenas alcanza para el pan y la leche del día.

La zona, aunque pintoresca, deja entrever el claro abandono del tiempo y las nulas inversiones municipales en el lugar. La comunidad de vecinos critica la falta de alumbrado en algunas de sus calles sobre todo en la zona del asentamiento San Martín. Pero uno de los graves problemas que preocupa y mucho, son las aguas servidas, situación que se puede evidenciar a ambos lados de las calles, en su mayoría de tierra, que se vuelven intransitables los días de lluvia. La situación es un fiel reflejo de las condiciones en que viven los habitantes del barrio: muchas viviendas tienen luz eléctrica y agua potable, pero otras no cuentan con ningún servicio. Además, ningún punto de la zona cuenta con red cloacal.

El acceso a los servicios de salud es básico. En el barrio viejo de Santa Catalina funciona una sola policlínica, ubicada a unos metros de la playa. El pequeño edificio cuenta con tres habitaciones: una sala de espera, un consultorio de medicina general y pediatría y otro que funciona como laboratorio de análisis de sangre y orina. Los tres espacios son de pequeñas dimensiones. La ubicación del sitio tampoco favorece a los habitantes del lugar: para llegar se debe caminar por una de las calles que sale del centro de la ciudad esquivando grandes zanjas, producto de las fuertes lluvias, hasta llegar a pocos metros de la playa.

A pesar de las carencias, «dentro de todo está bien», dice Juan Lucas, un vecino del lugar. «Es modesta, pero ahora hacen análisis. Si no te atienden acá tenés que ir al Cerro y perdés todo el día», expresó en referencia al dispensario del Cerro, único centro al que asisten los vecinos del lugar en casos de emergencias y traslados.

El policlínico atiende de lunes a viernes sólo por la mañana. Una doctora en medicina general recibe las consultas de todo tipo y nivel de gravedad. Sin embargo, en el pequeño sitio desde hace seis meses también se realizan exámenes de sangre y orina, lo que fue registrado por los vecinos de forma positiva. El laboratorista que llega hasta allí se queja y dice que el lugar «es un desastre», mientras mira el pequeño espacio rodeado de muebles, un escritorio, vitrinas y papeles. La atención se realiza en dos pequeñas habitaciones muy modestas, donde las herramientas de trabajo y mobiliario casi ocupan todo el lugar.

El segundo policlínico funciona del otro lado del camino Santa Catalina, en un asentamiento conformado durante el año 1997 que se divide claramente del viejo barrio por la única calle bituminizada. La atención se ofrece de lunes a viernes por la mañana y los días miércoles y jueves por la tarde. La doctora, también de Salud Pública, es médica general.

Mientras tanto, las esperanzas se concentran en la nueva policlínica que se está construyendo en la entrada del barrio, financiada con dineros del Comando Sur de Estados Unidos. Como informó LA REPUBLICA la semana pasada, se espera que esté inaugurada antes de fin de año. Tendrá equipos e instrumentos de última generación traídos de aquel país.

Y luego de la escuela, ¿qué hago?

La Escuela pública Nº 309 es la única en el barrio, que supo ser en décadas pasadas una importante zona saladeril, como todo el oeste de Montevideo. A ella asisten todos los niños y niñas de Santa Catalina. En un turno asisten alrededor de 800 escolares.

Niños y adolescentes sobran en Santa Catalina, pero no existen centros educativos para quien quiera continuar sus estudios secundarios o terciarios. Tampoco se imparten cursos del Consejo de Educación Técnico Profesional.

¿Qué hacen los cientos de jóvenes que viven allí? La mayoría, nada. Si bien un decreto de gobierno establece que todos los estudiantes de ciclo básico recibirán los boletos gratuitos en toda la zona metropolitana del país, el acceso sigue siendo dificultoso. Los que acceden a los primeros años no pueden pensar, en general, en un bachillerato avanzado. Los gastos que implican ir a estudiar deben ser atendidos por las familias, que en la mayoría de los casos tiene serios problemas para enfrentarlos.

Las autoridades nacionales anunciaron en 2006 que en el correr de este año estaría inaugurada una escuela de tiempo completo y centro de educación media. La comunidad trabaja desde hace cinco años en la concreción de estos reclamos. A mediados de julio, hace casi un año, se informó que el Ministerio de Transporte y Obras Públicas había transferido a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) un predio con destino a la construcción de ambos edificios, y se pensaba que este año ya estarían funcionando. El acuerdo fue firmado entre el ministro Víctor Rossi y el presidente de ANEP, Luis Yarzábal, pero en el predio cedido aún no existen rastros de ninguna construcción.

Fuente: Diario La República. www.larepublica.com.uy

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