En dos o tres años más, el consumidor uruguayo tendrá la opción de incorporar a su dieta otras variedades de frutas autóctonas y poco conocidas como guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú contribuyendo a una dieta saludable rica en vitaminas, minerales y antioxidantes. Por estos días, el INIA (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) avanza en sus estudios a fin de mejorar y homogeneizar sus atributos para que los productores hortifrutícolas puedan integrarlos a sus cosechas.

Uruguay es un centro de origen a nivel mundial en relación al guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú y está emplazado en una región que cuenta con el pool genético. Los materiales obtenidos de la prospección de frutos nativos realizada en conjunto por la Facultad de Agronomía, el Departamento Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en todo el país, permitió instalar en 2007, en la Estación Experimental «Wilson Ferreira Aldunate» de ese Instituto, en Las Brujas, una colección de guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú.

Esta iniciativa se suma a un emprendimiento ya existente en la Estación Experimental de la Facultad de Agronomía en Salto (UDELAR) donde, desde el año 1998, se desarrolla un programa para estudiar la diversidad genética de estos frutos autóctonos y a las instaladas en predios de productores hortifrutícolas interesados en explotar estas especies nativas.

En las colecciones recolectadas se evalúan parámetros de adaptabilidad a suelos del sur del país, como así también las ondas de crecimiento y las diferentes fases de desarrollo de las especies en estudio, señaló un artículo aparecido en la edición número 14 de la Revista del INIA.

El Instituto tiene el cometido de aprovechar el potencial de estos cultivos que se encuentran en su medio natural y realiza estudios sobre su manejo orgánico a fin de cuidar el medio ambiente e incorporar valor agregado en los productos para el consumo.

En los casos del guayabo del país y la pitanga, que presentan un alto grado de variabilidad genética, el INIA se ha concentrado en el tema de la propagación vegetativa, tratando de lograr un método de multiplicación que dé uniformidad a las futuras plantaciones comerciales. Por otra parte, ese Instituto realiza trabajos en busca de ajustar un protocolo de multiplicación in vitro de estos materiales, como forma de dar respuesta al sector productivo, en cuanto a tener materiales seleccionados y multiplicados masivamente para la obtención de cultivos uniformes.

El coordinador de Frutos Nativos, del Programa Nacional de Investigación en Producción Frutícola del INIA, Danilo Cabrera, indicó que las investigaciones apuntan, además, a lograr que los frutos autóctonos puedan ser comercializados en el mercado. Para esto es necesario, según el técnico,  mejorar su tamaño, sabor, aspecto y valor nutricionales, de forma que resulten atractivos al consumidor.

Cabrera destacó que estos frutales nativos presentan un alto potencial de adaptación, buenas posibilidades productivas y de manejo del cultivo, son resistentes a muchas enfermedades y amigables con el medio ambiente. Además, poseen buenas propiedades nutritivas y contribuyen a una dieta saludable, debido al alto contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes que poseen.