Compartimos la columna del precandidato presidencial Danilo Astori (Asamblea Uruguay) fechada el 22 de junio de 2009 y que será la última antes de las elecciones internas del 28 de junio.

«Le tomé cariño a estas columnas. Es una forma de encontrarme con ustedes. Esta es la última antes de las elecciones internas. Dentro de menos de una semana nos confrontaremos en las urnas, pacífica y tranquilamente, para definir quien será nuestro candidato único y posiblemente nuestro Presidente. Y yo estoy involucrado, no puedo hacerme el distraído.

En la campaña electoral afloraron debates que la izquierda uruguaya tenía sumergidos, enterrados y que obligatoriamente tenían que salir a la luz. No son «trapitos», son ideas, son proyectos, son visiones diferentes y que no podemos mirar desde la soberbia de nuestras personalidades. Hay que exponerlos y analizarlos desde la vida de los uruguayos.

Si acertamos o nos equivocamos en nuestras propuestas, en los actos de gobierno, en el manejo de la economía y las políticas sociales, lo que menos importa es el capital político. Lo fundamental es el impacto en la vida de nuestra gente. Una elección es una opción importante y los ciudadanos tienen el derecho de conocer, de discutir y de estar informados. Los que saben leer y los que no. Nunca hay que olvidar aquel mandato revolucionario de Artigas: sean los uruguayos tan ilustrados como valientes. Para ser ilustrado  por lo menos hay que estar informado.

Me viene a la memoria – con demasiada frecuencia – esa película maravillosa de Ettore Scola, » C’eravamo tanto amati» (Nos habíamos amado tanto).  Podría dedicarle toda la columna a esa magistral versión de la vida, de la pasión y de las miserias humanas. ¿Y después, nos seguiremos amando tanto? Estoy seguro que esa pregunta se la formulan muchos compañeros, una parte importante del pueblo frenteamplista. Es una pregunta necesaria, en particular en este momento. No es retórica.

Podría recordar nuestra historia, nuestras discusiones y la construcción conjunta de la unidad. Voy a tomar el tema desde otro ángulo, no desde la política sino desde el humanismo. Ese es en definitiva el principal mensaje de la obra maestra de Scola y tiene mucho que ver con nuestras tribulaciones.

Nos amamos, compartimos y nos estrechamos no sólo por razones políticas sino porque compartimos el sueño y la realidad de construir juntos un país más justo, más digno, más libre y porque en ese esfuerzo afrontamos peligros, tensiones y presiones de todo tipo. Nos enfrentamos juntos al poder tradicional, ese poder que no acepta compartir el gobierno y que ha lanzado la mayor cruzada para recuperarlo.

Esa relación teje vínculos muy sutiles, muy complejos y también contradictorios. Por ejemplo, ahora estamos enfrentados – y aunque suene duro es así – para elegir caminos y candidatos. Si logramos mantener la pasión y la tensión humana, personal, política y vital de nuestra lucha, de nuestros grandes proyectos, nada podrá afectar la raíz profunda de nuestros sentimientos. Nos necesitamos, para la unidad y para la discusión, para luchar y para pensar. Yo tengo confianza, nos tengo confianza.

Por eso mismo voy responder una pregunta que ha sido lanzada de todas las formas posibles, con buenas, medias y malas intenciones. Manejada por la prensa, por especialistas, por metidos y entrometidos: ¿como será la fórmula luego del 28 de junio?

Lo que elegimos el domingo es un candidato, porque no pudimos o no supimos elegir antes una formula. Por lo tanto, debemos asumir plenamente ese hecho. Y cada uno cree de buena fe y con las mejores intenciones que su propuesta es la mejor. Y eso debemos asumirlo con respeto. Antes y después del resultado.

La elección no será una frivolidad, ni una opción por simpatías o por cosas superficiales. Tiene un alto valor político y tendrá un fuerte impacto en la izquierda uruguaya y en el Uruguay. Tan fuerte es el vínculo entre nuestra fuerza política y la historia actual del país.

Si es tan importante – y no tengo ninguna duda viendo la gran ofensiva de la derecha – no puede reducirse a un debate de nombres, hay que asumir que la clave para triunfar es la confianza que generemos en la gente, en los votantes y en nosotros mismos. Es el entusiasmo que despertemos en nuestros militantes, es la expectativa que generemos en los ciudadanos. Eso necesita ideas,  claridad, propuestas que, partiendo de las definiciones programáticas comunes ofrezcan seguridades al país.

Es sobre esas cosas que tendremos que discutir obligatoriamente. Tenemos que hablar de contenidos, de compromisos, de seguridades y también, con gran honestidad, debemos asumir las grandes incertidumbres de un mundo en profunda crisis financiera y económica, pero sobre todo un mundo en crisis de civilización, de valores, de sueños que valgan la pena y que no se reduzcan a una feria de vanidades.

Voy a tomar un ejemplo. El compañero Mujica declaró a un canal de televisión y apareció en la prensa escrita que si la crisis nos golpeara muy duro el estaría dispuesto a pedirle prestado al Fondo Monetario Internacional. Ese no es un detalle, no es una pequeña diferencia. Tiene que ver con uno de los logros más importantes de este gobierno, como es el de haber terminado con cincuenta años de dependencia del Fondo Monetario Internacional. Pero además, hemos preparado al país para que no necesite recurrir al Fondo en absoluto. Por otra parte, si llegara a volver nos reclamaría, entre otras cosas, una drástica reducción de los gastos sociales y, nuevamente, una descarga de los costos de la crisis internacional sobre las espaldas de los más débiles. En pocas palabras, regresar a los fracasos de antes. Eso si es entrarle a la economía por la derecha y si no discutimos eso, hablar sobre futuros cargos es una frivolidad.

Para construir confianzas entre nosotros – que también las necesitamos porque hemos tenido debates duros – debemos hablar de contenidos y no de cargos, de políticas económicas y sociales, y de batallas  a librar en el terreno de las ideas y la cultura. La izquierda necesita horizontes, visión estratégica, y es sobre esos temas que hay que discutir mucho.

Creo que sólo si somos capaces de afrontar estos debates buscando acuerdos sobre los grandes temas, podremos tener la fuerza de volver a querernos como antes y a marchar juntos hacia las nuevas construcciones y batallas. Lo que está en cuestión es nuestro proyecto nacional. El más grande de los cambios de carácter estratégico que comenzó a construir la izquierda uruguaya.

Como también señalara el gran Jefe, nada podemos esperar sino de nosotros mismos. No de nuestras apetencias, sino de nuestras generosidades».

Danilo Astori.