En este caso compartimos la columna del dirigente del Partido Colorado, Ope Pasquet, titulada “Las pequeñas causas de los grandes males” y que alude al ausentismo docente en los liceos.

“¿Cómo te fue en el Liceo?”

“Bien, Pa. A primera no tuvimos clase, porque la de Historia volvió a faltar, y nos dejaron salir antes porque a cuarta teníamos Física, que avisó que no iba”.

A cualquier padre con hijas en el Liceo ha de resultarle familiar un diálogo así. El ausentismo docente está más extendido que la gripe porcina, aunque a diferencia de ella, no comenzó este invierno sino que viene haciendo daño desde hace mucho tiempo.

Un informe del periodista Pablo Melgar publicado el 5 de Agosto en El País, da cuenta de que el Estatuto Docente que rige en el ámbito de la ANEP prevé 14 causas por las que los docentes de Primaria y Secundaria pueden faltar a clase de manera justificada y, por lo tanto, sin que la inasistencia se les descuente del sueldo.

El resultado de esta generosidad del Estatuto Docente: el 20% de los docentes falta a sus clases. Esto viene ocurriendo desde hace décadas, dice Melgar en su informe, a pesar de que en los distintos gobiernos se han resuelto varias formas de incentivos al “presentismo”.

O sea: los docentes faltan tanto, que todo ocurre como si los muchachos tuvieran clase sólo de lunes a jueves.  El quinto día (el 20%) se pierde. Imaginar el efecto acumulativo de la pérdida en el curso de los años, da miedo. Si a todos los problemas que padece la educación uruguaya ha de sumársele éste, no es de extrañar que lo que aprenden los muchachos sea tan poco y que en la comparación con otros países (los famosos informes PISA) quedemos claramente por debajo de la media internacional de 500 puntos (con la agravante de que la media uruguaya resulta de combinar los puntajes excelentes de los institutos que enseñan en contextos socioeconómicos propicios al aprendizaje, con los puntajes desastrosos de los establecimientos “de contexto crítico”, como se les llama).

Hay docentes que, desde un anonimato cuya obvia necesidad debiera abochornarnos a todos, denuncian este estado de cosas. Recomiendo leer la “Carta de una docente decente” publicada en la página web de El Espectador el pasado 28 de Julio, y los múltiples comentarios  a esa carta enviados por los oyentes de la radio.

Dice la corresponsal de El  Espectador: “Si un docente pide licencia médica 15 días no se le pone suplente. Vuelve a los 15 días, trabaja 2 días y vuelve a pedir licencia 15 días más, y así sucesivamente (dicho sea de paso, ¿cómo hace para que le den tanta licencia médica sin chistar?). Es decir, no permite que otro docente pueda tomar las horas y por supuesto, lo peor de todo, los alumnos no tienen clase durante todo el año y no pasa nada”.

Y en otro pasaje de su carta agrega: “Lamentablemente, nadie que sea autoridad en un sindicato docente se animaría a plantear la otra realidad [la primera realidad aludida por la corresponsal es la de los profesores que cumplen a conciencia con sus obligaciones], la de los “chantas”  que estén en la educación como “curro” (si se me permiten los términos), que piden licencia por cualquier cosa, que abusan de los derechos que por Estatuto nos corresponden, como los famosos 5 días por artículo 45”.

Como para certificar la veracidad de estas afirmaciones de la profesora que le escribe a El Espectador, el informe de El País da cuenta de que la Directora General de Educación Secundaria, Prof. Alex Mazzei, dijo el pasado 20 de Febrero que en su condición de ex sindicalista considera “un éxito” la multiplicidad de causales de licencia. “Hemos conseguido la posibilidad de tener licencias por muy distintas causas, por lo tanto muchas veces el docente que falta no está omiso, sino que está amparado por las reglas que lo habilitan”, dijo Mazzei.

¡Bravo! Las 14 causales de inasistencia justificada que se traducen en el 20% de ausentismo docente son, desde la perspectiva sindical, un logro.

Pocas veces queda tan claramente de manifiesto cómo el interés de las corporaciones (en este caso, de la corporación docente) puede ser diametralmente opuesto al interés público. A la sociedad le interesa que sus hijos se eduquen. A los sindicatos de la enseñanza les interesa que los docentes puedan faltar a clase sin que les descuenten la falta. Los sindicatos vienen  ganado por goleada. El artículo 59 de la Constitución, ese que dice esa estupidez según la cual “el funcionario existe para la función y no la función para el funcionario”, queda desvirtuado por la victoria “progresista”, que nos acerca cada día un poco más a los ejemplares Kung San.

La nueva Ley de Educación recientemente sancionada, les da a los sindicatos docentes las llaves del gobierno de la enseñanza. Los estudiantes pueden quedarse tranquilos, pues. No corren peligro de agotarse estudiando. Los profesores seguirán faltando.