Compartimos la columna de opinión en Facebook del senador del Frente Amplio, Ramón Fonticiella aludiendo a su participación en Radio Tabaré y saliendo al cruce de quienes han cuestionado políticamente esta concesión del Poder Ejecutivo, entre los que se encuentra, el senador nacionalista Luis Alberto Heber quien el pasado miércoles 15 de diciembre afirmó que Fonticiella debía optar entre el Senado o la radio por un tema de transparencia.

“COMO HACE 50 AÑOS: RADIO TABARE

Amigos:

hace cincuenta años ( días más días menos), mi Viejo (don Ramón “B” Fonticiella, como le decía todo el mundo), tenía un programa deportivo en Radio Tabaré. Era la misma CW 27 de ahora, sólo que ubicada en los altos de la Joyería Varesse Hermanos, donde hoy está el edificio Guglielmone en calle Uruguay.

Mi padre recibía con gratificación el título de “don Ramón”, por su historia en el deporte, pero no por su posición económica. Era modesto empleado del escritorio de la Panadería Artigas ( frente a la Plaza de Deportes) , y luego del Palacio de la Galletita (donde hoy está la Casa de Gobierno). Vivía de su trabajo administrativo, y tenía la pasión de escribir ( deportes en La Prensa) y de ser “cronista radial” (también deportes, en Tabaré).

No era dueño, ni gerente, ni siquiera empleado de la Radio; solamente un vocacional que jugaba al fútbol y al básquetbol con el micrófono y el lápiz – no existían las computadoras y él ni máquina de escribir tenía-.

Ustedes me preguntarán “¿A quién le importa esta vieja historia personal?”.

Es cierto, hoy día casi nadie sabe que existió “don Ramón”, nada hay que lo perdure más allá de la memoria de quienes les quisimos en la intimidad.

La cuento para fundamentar porqué hoy día soy uno de los miembros de la sociedad TABARE SRL, a quien  el Poder Ejecutivo autorizó a utilizar la onda de esa radio, mediante la compra de ese derecho a la empresa que en el pasado había sido autorizada.

La razón última es que, hace cincuenta años, hacía yo en Radio Tabaré mi primer labor periodística radial. Acompañaba a mi padre en su vocacional tarea y comenzaba un camino que sería mi trabajo durante más de un tercio de la existencia que he vivido.

Todo lo que tengo materialmente y parte de mi capital afectivo, se lo debo al periodismo radial.

Por eso al transitar lo que (¡ojalá!) sea el cuarto final de mi existencia, aproveché la oportunidad para volver a la radio que me vio nacer.

Esa es la razón verdadera.

¿Por qué puedo hacerlo?

Porque Dios me ha dado una vitalidad especial para subir cuestas difíciles. Para levantarme durante años de madrugada a escribir libretos y planear programas; para viajar miles y miles de quilómetros en el Uruguay y en el extranjero para relatar partidos o cumplir funciones; porque gracias a Su Fuerza, pude en la adolescencia trabajar hasta la madrugada en un diario, y de mañana ir a clases; porque cuando gobernó la dictadura, Él puso en mi camino una empresa que me tomó de cobrador, el día perdía todos mis empleos ganados con esfuerzo.

En definitiva, porque una persona bien intencionada (qué nada me debía ni me debe), me invitó a sumarme a una quijotada y aprovechar la oferta de comprar la radio.

¡¡¡Y porque en este país con el gobierno del Frente, estas cosas se hacen dentro de la ley y todos tenemos los mismos derechos…!!!

Administrativamente la historia es muy sencilla y transparente. La he contado muchas veces, pero lo hago una vez más.

En diciembre de 2009, me invitan a sumarme al negocio de compra de la radio. Constituímos una sociedad ( una SRL, donde se sabe quién es quién como lo marca la ley), en la que figuro con nombre y apellido, pues nada tengo que ocultar. Jamás se me ocurrió esconderme detrás de un testaferro.

En enero se hacen los documentos correspondientes a un negocio entre particulares y se someten al conocimiento y decisión del Estado.

Ha pasado un año de espera; nadie osó violar la ley o la moral haciendo explotación clandestina del medio. Ahora el Poder Ejecutivo otorga el permiso, porque no hay nada que lo impida. Haber negado la autorización hubiera sido como negarle un campo para trabajar a un colono. No somos improvisados; no compramos “para invertir”. Compramos para trabajar y a crédito. En mi declaración jurada de bienes ante la Junta de Etica y Transparencia figura la deuda que contraje. Está a disposición.

El asunto que ha escandalizado a los fariseos de la política no da para más.

Es transparente como el agua pura…de esa agua que tanto hay que buscar en un mundo contaminado”.