Compartimos la columna bajo el título “Sálvese quien pueda”, la nueva ley del Mercosur publicada en Ámbito Financiero el miércoles 11 de abril con la autoría de Hernán Bonilla, Economista, consejero académico de la Fundación Libertad y Progreso, y diputado suplente del Partido Nacional.

“No es noticia que el Mercosur hace tiempo que funciona mal y que la tendencia ha sido a que funcione cada vez peor. Los sueños de integración regional, de un área de libre comercio, de un «regionalismo abierto» que nos sirviera de plataforma de lanzamiento para el mundo, se han hecho añicos. No hemos logrado firmar tratados de libre comercio con ningún bloque o país relevante e incluso el comercio entre los países miembros enfrenta trabas permanentes. Una gran pregunta se impone entonces: ¿Qué hacer frente a este Mercosur?

La retórica de las cumbres, en que se habla de «más y mejor Mercosur», se expresan deseos de buena voluntad y se sonríe para la foto de familia, ya no disimula el tenso clima interno. La izquierda populista nos había vendido el cuento de que las afinidades ideológicas entre los Gobiernos de los cuatro países fundadores, e incluso Venezuela, que está en la puerta, iba a llevar a un rápido avance en la integración, siguiendo los sueños bolivarianos, artiguistas y sanmartinianos, en aras de una «patria grande». Pero se chocó contra la realidad. Los países no tienen ideologías, tienen intereses y, si a eso le sumamos políticas económicas profundamente equivocadas, no es raro que al final hayan tenido que admitir, como lo hizo el Presidente uruguayo recientemente, que la cosa no era tan fácil.

Son muchos los ejemplos que dan muestra de esta realidad. Ya desde 1999, cuando la devaluación brasilera y luego la argentina de 2001, el malestar con el mal funcionamiento del bloque se hizo evidente. Nunca se llegó a cumplir siquiera el primer artículo del Tratado de Asunción por el que se creó el Mercosur, que establece la libre circulación entre los países miembros de bienes, servicios y factores productivos. Y en los últimos meses la situación se ha deteriorado a ritmo vertiginoso. Desde diciembre del año pasado no existe un arancel externo común, se han incrementado las barreras administrativas al comercio y, tanto la Argentina cuanto Brasil avanzan en políticas proteccionistas contrarias a sus propios intereses y a los del bloque. La política brasilera es algo más disimulada que la argentina, pero la diferencia es de forma y grado, no de sustancia. La necesidad de tener que hacer declaraciones ante la AFIP por cada importación, la dificultad para comprar o transferir dólares o las órdenes políticas sobre empresas particulares resultan chocantes; pero la estrategia de Brasil va en el mismo sentido, incluso con decisiones administrativas incomprensibles.

En este contexto los países más chicos encuentran difícil que el Mercosur pueda encauzarse, cuando nunca avanzó decididamente hacia una zona de libre comercio ni tuvo instituciones básicas que funcionaran. La opción de retirarse es difícil de concretar políticamente, por las represalias que ello puede aparejar y la dependencia del mercado regional para muchas empresas, en particular aquellas con mayor valor agregado. Pero es evidente que ya no pueden seguir esperando lo que nunca va a ocurrir, o al menos no ocurrirá en el futuro cercano.

En Uruguay gana adeptos la idea de que no podemos morir con los ojos abiertos. Es necesario buscar alternativas y eso significa nuevos tratados de libre comercio negociados en forma individual con otros países y regiones. ¿Eso dificultará más una posible reorganización del Mercosur? Evidentemente sí, pero la paciencia se fue desgastando a lo largo de los años y ya no hay tiempo que perder. La bonanza económica de que ha gozado la región ya está amainando y el impacto para Uruguay de una crisis regional puede ser grande, como lo fue en 2002, aunque las circunstancias hoy son mejores.

Existe el antecedente del tratado de libre comercio que Uruguay firmó con México y ni Argentina ni Brasil tienen derecho a pedir que Uruguay o Paraguay cumplan el Tratado de Asunción, cuando lo violan todos los días. El ejemplo de Chile, que mientras el Mercosur se estancaba o retrocedía logró decenas de tratados, demuestra que es posible avanzar si existiera la convicción política y se trabajara en forma coordinada. Lamentablemente la Argentina y Brasil apuestan a un proteccionismo que nos recuerda las desastrosas políticas cepalinas de mediados del siglo XX y nos alejan de la senda de crecimiento sostenido que sólo se puede lograr por la diversificación del comercio y la apertura.

En definitiva, parece difícil que se revierta el camino del «sálvese quien pueda y como pueda» que impera dentro del Mercosur. Su futuro está seriamente comprometido, mientras no se abandone la pasividad para insertarse en el mundo y para resolver los conflictos internos. En el corto plazo, a Paraguay y Uruguay parece no quedarles otro camino que intentar hacer lo que hay que hacer por su cuenta, con pragmatismo y procurando la comprensión de la Argentina y Brasil.

La libertad de comercio es la más extraordinaria fuerza de la historia de la humanidad no sólo para lograr el crecimiento económico, sino también y fundamentalmente, para abrir las mentes, conocer otras formas de organización social, métodos de producción, culturas, religiones, razas, etc. El avance del libre comercio es el triunfo de la civilización, la tolerancia y la paz. Ojalá nos demos cuenta más temprano que tarde”.

Fuente: Diario Ámbito Financiero. www.ambito.com