washington abdalaEl ex diputado colorado Washington Abdala reflexionó sobre el papel del Partido de La Concertación en Montevideo en una columna en su Facebook titulada “La Desconcertación Desconcertada”.

“Es que todo arrancó mal a pesar de que la idea original es necesaria. Del esfuerzo por concertar políticamente en Montevideo, de blancos y colorados, hablo. Sucede que  el proyecto nunca concitó el calor de las máximas figuras partidarias, quizás porque algunos veían allí un espacio de “poder” real y por ello nunca se puso todo el ahínco que hubiera correspondido ante el temor de alimentar nuevos liderazgos. Quizás ganó la típica desidia uruguaya que para todo siempre cree que tiene tiempo. Quizás el poco interés de los dirigentes del interior incidió puesto que ellos, con llaneza, sortean el obstáculo de las divisas de forma práctica sin requerir de tanto Minué electoral. No se sabe lo que pasó, pero algo no demasiado motivador sucedió.

En realidad la idea de la Concertación surge de gente de a pie que pedía a los gritos una respuesta contundente ante una intendencia del mismo color desde hace 25 años, adormecida, aburguesada y con aroma a que no se les cae una idea novedosa ni que vengan degollando.  Insisto, la Concertación electoral montevideana es una idea obvia y necesaria, igual que lo fue para el Frente Amplio generar un lema para la acumulación de fuerzas que les permitiera sumar en un proyecto superador de lo que eran separados. (El PDC fue el primer lema que usó el Frente Amplio actual y desde allí cobijaba sectores con matrices filosóficas diversas.)

Pasó el «tsunami Tabaré Vázquez del 2014» y todo lo que se armó con escarbadientes y en borrador nació flaco,tuberculoso y con poca enjundia. Algunos que se iban a subir se bajaron, a otros los vetaron con el saco puesto y el ramo de flores en la puerta de la iglesia, otros que los llamaron a subirse se retiraron porque no encontraron “oxígeno” en la cabina, y otros se suben por el olor de la aventura creyendo que van  al tour de France. En fin…

Digamos las cosas como son: faltó madurez para entender la dimensión del desafío, requería de mucha agudeza en la selección de los candidatos, absoluta dedicación de los mismos y no instalarlos a último minuto, profundo sentido de coordinación electoral entre divisas (acostumbradas al disenso) y enorme conocimiento del background político para armar redes de diversos tipos que ambientaran candidaturas sólidas y no inventos electorales fugaces. Esto es así y lo sabe cualquier politólogo con un título recién recibido: no se “legitima” una nombre político de un día para el otro en este país. No en Uruguay puesto que esta nación no ambienta movidas de ingeniería electoral como pasa en Argentina o Brasil donde el transfuguismo, los pases electorales y los partidos nuevos están a la orden del día como los meteorólogos informando el calor o el frío de la jornada.

En rigor todo el armado de las candidaturas de la Concertación mostró grietas y flaquezas. Un esfuerzo para nacer como si fuera el Tratado de Versalles. Danza de nombres imparable y autoproclamaciones varias.  Caída de nombres autoproclamados. Rumores de nuevos nombres. Advenimiento de “outsiders”. Manoseo de otros nombres. Inquietud por cubrir “vacantes” de candidaturas. Se busca candidato, se busca. Faltó un aviso en el Gallito o en Mercado Libre. No, no es así el asunto, de afuera suena feo, dramático y letal.Lo advierte cualquiera.

Mientras tanto el Frente Amplio que viene de una gestión penosa, con un corredor Garzón criminal, con una ciudad mugrienta donde las “ratas” son casi animalitos domésticos, con un sindicato dominante que impone el terror, con una ciudad iluminada en la zona donde habita la pequeña burguesía y oscura en las zonas pobres (total los votan igual), con calles perforadas de pozos que parecen Bagdad, se da el lujo de sacar pecho con una Intendenta lúgubre, pero que subida al éxito electoral nacional de su colectividad nadie le facturará demasiado su inoperancia. (Claro, tampoco nadie insinuó su reelección porque eso si sería tirar de la cuerda en demasía).

El Frente Amplio ahora ofrece el oro y el moro porque saben que tirios y troyanos estarán convocados en esa tensión que producen dos profesionales de la política como Martinez y Topolansky. Ambos obedecen a proyectos de poder distintos y saben que el bastión montevideano es relevante para cualquier construcción a mediano plazo. Son las dos caras de Jano y esa divergencia “amigable” hace que resulte atractivo posar la mirada sobre ese contencioso. Ninguno de los dos es nuevo en política, son jugadores de primera línea del Frente Amplio y van a morder hasta la gramilla del estadio Centenario por ganar. ¿Es similar la situación con los nombres que manejan los partidos históricos? ¿Se advierte lo diverso de las estrategias? ¿Se percibe que unos van por la aventura completa mientras los que tienen el poder asumen el proyecto del profesionalismo en política casi en clave weberiana neta?

Si miran las redes sociales no pocos simpatizantes de los partidos históricos ya empiezan a “curiosear” alrededor de los candidatos oficilalistas para de esa forma incidir en una elección de aparente poder real. Insisto, no invento nada, solo mirar un poco por las redes permite captar lo que estoy refiriendo.

“El que nace para pito no llega a Corneta” decía el genial Almada haciendo de profesor de buenas costumbres en Decalegrón, y la Concertación siendo una idea imprescindible para la presentación electoral de los partidos históricos en Montevideo no pudo tener peor bautismo que el que ha tenido por estos meses. Pruebas al canto.

La oposición política debiera entender que un mal resultado en Montevideo los debilita aún más en la escena política nacional donde no les sobra nada. Esto lo entiende cualquiera. El 10 % que votó en blanco al Frente Amplio en la última elección municipal capitalina no parece producirse en esta oportunidad. El relato que nació de los partidos históricos al día hoy tampoco parece demasiado fulgurante o  movilizador como para mover la pizarra.

Quizás el escenario cambie en algo pero nada permite augurar alternancia en el poder municipal de la capital. Va llegando la hora en la que se piense en los temas municipales como de primer orden y no cuando todo termina. Algún día madurarán los partidos históricos en este asunto. Mientras tanto el Frente Amplio es un partido dominante, hegemónico y absoluto en Montevideo”.

Fuente Imagen: Radio El Espectador. www.espectador.com