josé enrique rodóEn un encuentro organizado por la Biblioteca del Poder Legislativo y la Sociedad Rodoniana se brindaron tres visiones sobre la personalidad de José Enrique Rodó en la conmemoración de los 145 años del nacimiento su Romeo Pérez, docente de ciencia política expuso sobre su actuación parlamentaria; José Rilla, historiador e investigador analizó el marco histórico de su labor política y Hugo Manini Ríos profundizó sobre sus raíces coloradas.

En la apertura del acto, bajo el título “El compromiso político de Rodó” y ante una Biblioteca colmada de público, el Presidente Amarilla señaló el honor que representa para la Cámara de Diputados  haber contado entre sus filas con José Enrique Rodó “exaltación del mejor patrimonio moral del Poder Legislativo”.

El discurso textual es el siguiente:

“En primer lugar resalto  el particular honor que para la Cámara de Representantes, y para  la Presidencia de la misma,  implica contar entre quienes la han integrado nada más ni nada menos que a José Enrique Rodó por lo que yo esta actividad como todas las que se realicen para evocar su figura, son, en último término, una  exaltación del mejor patrimonio moral del Poder Legislativo.

El tiempo histórico que le toca vivir a Rodó es el de la transición civilizatoria del País hacia la modernización en todos los órdenes y particularmente aquel tiempo en que se abandonará la política como guerra por el predominio de facciones caudillistas y se irá construyendo, a través de la doma del poder,  un sistema basado en el imperio del Derecho y en la Política como competencia dirimida, ya no en los campos de batalla, sino en instancias electorales limpias y periódicas.

La figura de Rodó, si bien inscribe en su accionar político en el Partido Colorado, trasciende sin duda a las dicotomías partidarias y genera un legado político de superior alta calidad como lo fue su obra literaria, siendo, no obstante,  notable que la posteridad no haya conservado por el legado político la misma general admiración que despierta su obra de escritor y pensador, fenómeno que solamente puede ser atribuible precisamente a esa condición de su personalidad como actor político, de superar parroquialismos partidarios y alcanzar un nivel que lo colocó siempre en una dimensión de Estado y Cultura más que en una dimensión de gobierno o administración.

Por eso Rodó, al ser un hombre que contribuyó innegablemente a la conformación del sistema democrático, al estar por encima de banderías puede HOY, en el terreno político ser considerado también un clásico como lo es en la literatura, porque los ecos de su pensamiento, a pesar del tránsito del tiempo, influyen a las actuales generaciones con un impulso profundamente positivo y creador.

Por eso volver a Rodó es volver a la dignidad fundamental de la política, volver a colocar como ideal de la Polis la construcción de ciudadanía y paz social y por ello como Presidente de la Casa de la Democracia y del pueblo que es la Cámara de Representantes en la que Rodó manifestó su enorme talento y su sentido de Patria sin perjuicio de su Americanismo, debo expresar únicamente mi reconocimiento a la Sociedad Rodoniana y exhortar a que continúe difundiendo este legado que dejara Rodó, el cual, vistas las circunstancias generales del mundo en que vivimos, tienen un sentido redentor y salvífico en términos político sociales. Por eso todo lo que se haga por difundir y predicar sus ideas  es trabajar por la salvación de nuestra vida comunitaria en términos de calidad democrática.

Como un resumen de las líneas fundamentales de ese legado rodoniano, que no dudamos de nuevo en calificar de redentor y salvífico ante las crisis de valores que conmueve los cimientos de nuestra vida colectiva, me permito recordar palabras escritas por Emir Rodríguez Monegal en la Introducción a las Obras Completas de Rodó de 1954 cuando analiza el sentido y el significado del carácter de la vida política de Rodó, marcada sobre todo por la responsabilidad y la conciencia de los grandes desafíos históricos, presente ya desde sus primeras actuaciones en aquella “agitación” que vivió el país en torno a los acontecimientos de los años 90 del siglo XIX y en particular en el contexto de la Revolución de 1897.

Dice Rodríguez Monegal que: «Los artículos de Rodó en El Orden revelan una misma madurez para atender el hecho político que para el trabajo literario. Rodó no improvisa opiniones ni escribe panfletos demagógicos: pide honor y respeto. “Y más adelante agrega: » En estos artículos traza Rodó las líneas básicas de su actuación política futura: una actitud reflexiva y serena, un respeto por la legalidad que supera las conveniencias partidistas, una posición mesurada que se apoya fuertemente en la visión teórica sin descuidar las exigencias prácticas, un sentido de la tradición del partido que le hace solidarizar el destino del partido Colorado con los destinos mismos del país».

Y cada uno de sus actos posteriores, en las sucesivas Legislaturas en las que participó,  avalaron esas notas que lo caracterizaron como luchador y dirigente político, desde que siendo fiel a las mismas y a sus convicciones, se constituyó en figura central en la oposición a gobiernos y a dirigentes de su propio partido cuando entendió que el bien de la Nación así se lo imponía.

De aquí que es oportuno concluir estas palabras de apertura con un testimonio del mismo José Enrique Rodó que encierran la esencia de su mensaje como luchador político y como ciudadano comprometido: «La política es la más precaria de las ocupaciones para los que tenemos altivez e independencia de carácter».

En honor de Rodó, en honor del Parlamento y de nuestra Democracia que lo cuenta entre sus inmortales referentes, declaro abierto este acto”.

Dr. Gerardo Amarilla.

Fuente Imagen: www.bne.es