En este caso el diputado colorado Alberto Scavarelli opina respecto a los recientes cambios en el gabinete del gobierno encabezado por Tabaré Vázquez.

”A los ministros en Uruguay, los designa y cesa el presidente cuando y por las razones que quiera, y por si y ante si, sin tener obligación siquiera de fundamentar su resolución con argumentos de fondo.

En Uruguay de acuerdo a nuestra constitución, teóricamente un presidente puede perder una votación en el Consejo de Ministros, pero también de acuerdo a ella, en la práctica le alcanzaría en tal caso, con cambiar en el mismo acto a los ministros no acompañantes de su idea, para que el resultado adverso se revoque. Porque si bien el presidente debe gobernar con el o los ministros respectivos, o en Consejo de Ministros, a estos los designa solo y el solo los cesa.

Son tiempos de poder exclusivo y exclusiva responsabilidad de un partido en monopólico gobierno, con mayoría parlamentaria absoluta, suficiente para asegurarle la aprobación de todas sus iniciativas, la evitación de sorpresas y censuras parlamentarias, aunque esa mayoría -no necesariamente- le pueda proteger de su oxidación ante la opinión publica. La cirugía en el corazón del gabinete ministerial y la remoción de directores políticos en las empresas publicas, fue una demostración del presidente ante su propio partido, de quien tiene el timón en este monopólico gobierno y sobre todo
una forma de procurar alejar de su gobierno, algunos graves conflictos internos muy visibles.

En esa operación, mandó a importantísimos operadores políticos a operar y defender su gestión pero desde fuera del gobierno ejecutivo. El gobierno ya hizo cambios fuertes en el país, en riesgosas direcciones y con diferentes consecuencias. Los errores los pagaran políticamente los salientes, y los aciertos los buscará capitalizar el gobierno en su nueva integración.

Queda en medio atravesado el tema crucial de la reforma tributaria impuesta también en solitario por el Frente, cuyos efectos en la ciudadanía se ven con claridad en cada medición de opinión pública. Su principal autor, gestor e impulsor ministerial, se mantiene integrando el gabinete, aunque el sistema frenteamplista se apura en marcarle plazos de salida para después de la rendición de cuentas. Se tratará de disimular el impacto del duro golpe tributario dado, buscando un cambio de franjas del injusto impuesto al trabajo, que se dio en llamar eufemísticamente a la renta, mientras comienza la aplicación de la reforma del sistema de salud.

Todo el Frente sabe que la malvista reforma tributaria, golpeó demasiado duro a quien trabaja, y le dio muy poco a quien esperaba beneficios. Una ecuación letal, con demasiados perjuicios por un lado y demasiada
frustración del otro.

En el partido-gobierno, quedarán a la intemperie unos, y bajo techo otros, pero todos montados en un escenario con varios frentes. Con un Frente Amplio hoy con más caras que Jano, sin presidencia partidaria acordada y con tensiones que ahora el presidente busca tener fuera y lejos de casa de gobierno. De algún modo podrán repercutir en ella, pero seguramente mucho menos que si el debate fuera dentro del gabinete y con el presidente en medio.

Curiosamente el Frente Amplio prefiere llamarse a si mismo fuerza política y no partido político como en realidad lo es, con sus luces y sombras, más allá de sus modelos absolutamente contrapuestos y de internismos solo moderados bajo la fragua del poder gubernamental a obtener o a conservar. Es -aunque jamás lo diga- un partido político más, con una autoridad central, un solo lema, un solo comité de ética, un estatuto único y una presidencia para todo el partido, más allá de los sub lemas y las dificultades para
designarlo.

El cambio ministerial anunciado fue una operación del día antes de la interpelación al titular de la conducción económica y de la reforma tributaria, increíblemente enredado en el aval imposible de una gestión procesada penalmente en el tema de los casinos públicos y ya juzgada duramente por la opinión publica. Mientras tanto el ministro quedó atrapado en su respaldo a ultranza a los imputados, sus hechos y sus dichos, que le ponen en entredicho grave y frontal con varios de sus colegas actuales de gabinete y
fuera de el. Un complejo asunto, al que le falta nada menos que el próximo y crucial dictamen de la comisión de ética del propio Frente Amplio.

La cirugía realizada en el gabinete ministerial debía realizarse ahora, porque en esta emergencia frenteamplista, era absolutamente necesaria para intentar aminorar la afectación de otros tejidos. Un tema sobre el cual el presidente tiene titulo profesional habilitante.

Todo el Uruguay político entra en fase de espera en cuenta regresiva. Se buscan futuros candidatos, se proclaman otros, algunos cantados y otros encantados con poder llegar a serlo. No necesariamente están todos los que serán, ni serán todos los que hoy están, porque aun se está tanteando el panorama con mucho todavía por definir.

Un tiempo pre-electoral que se avecina, en el que el Frente Amplio sabe que esta en problemas, porque ya no es titular de la ilusión de la ciudadanía.
Un tiempo donde quedo muy lejos el «vos sabes que se puede» y «el comenzá a soñar» a todo color de ayer nomás. Quedó hoy una gran parte de la ciudadanía entre aturdida y desengañada, después de tantos cantos de sirena que le llevaron embelesadamente a encallar en estos arrecifes del voluntarismo, la contradicción y las oportunidades perdidas por dogmatismos.

Representante Nacional – Partido Colorado – Uruguay.

albertoscavarelli@yahoo.comhttp://www.scavarelli.com