Por Ing. Maria Carolina Rivoir Vivacqua.

Consultora en Ingenieria Ambiental.

Gran parte de los principales problemas de contaminación que afectan a nuestro medio ambiente tiene origen algún ambiente de trabajo.

Aunque sea fácil la asociación entre el medio ambiente de trabajo y el medio ambiente general, muchos gobiernos, empresas y trabajadores siguen reaccionando a las causas y consecuencias de los problemas del medio ambiente laboral y general de forma acuciosamente aislada y desigual. El objetivo del artículo es llamar la atención del lector hacia las importantes ventajas que pueden derivarse de reaccionar ante los problemas ambientales (dentro y fuera del lugar de trabajo) con criterios más integrales y estratégicos. Según la Organización Internacional del Trabajo esto no sólo vale para los países desarrollados, sino también para los países en desarrollo y las economías en transición, que tienen todavía por delante un problema mucho más vasto y complejo.

De hecho, la salud y seguridad en el trabajo forma parte integrante de la actividad «ambiental» de toda empresa. Esto no implica que la protección del medio ambiente y la salud y seguridad en el trabajo sean perfectamente compatibles y mutuamente condicionantes en todos los casos. No obstante, el objetivo debe ser siempre encontrar los medios de proteger simultáneamente la salud y seguridad de los trabajadores y el medio ambiente general y evitar soluciones que impliquen la necesidad de optar por una u otro. La determinación de los problemas ambientales y las medidas de respuesta ha llevado con demasiada frecuencia a la formulación de falsas dicotomías: protección del medio ambiente o seguridad de los trabajadores, o seguridad ambiental contra seguridad en el puesto de trabajo. Si bien es cierto que tales contradicciones se pueden suscitar en casos muy específicos y atípicos, en la mayoría de los casos se hace imprescindible encontrar un equilibrio y diseñar una serie de estrategias a largo plazo para satisfacer ambos objetivos.

Se infiere de esto que la colaboración entre la empresa y los trabajadores es una condición imprescindible para mejorar los resultados de la política ambiental y de salud y seguridad en el trabajo.

Esta percepción se evidencia especialmente si se considera que la actuación sobre estas cuestiones de forma preventiva que a una simple política de control y corrección. La prevención es un concepto fundamental para la futura mejora de la salud y seguridad en el trabajo y el medio ambiente.

En los inicios del siglo XX, la política de salud y seguridad en el trabajo de los países desarrollados solía inspirarse en una preocupación simplista de control. Se hacía hincapié en diseñar soluciones que limitasen los accidentes introduciendo en la maquinaria mejoras como, por ejemplo, la colocación de dispositivos de protección.

A medida que aumentaban los conocimientos de los efectos para la salud de la exposición de los trabajadores a determinados productos y sustancias químicas, la reacción solía proteger al trabajador contra la exposición a esos agentes mejorando los sistemas de ventilación o colocando dispositivos de protección.

Las prioridades de la política ambiental aplicada en los países desarrollados han seguido una evolución muy semejante, desde las medidas de control hasta las estrategias de prevención, si bien esta transición se ha realizado en un período mucho más breve que en el caso de la salud y seguridad en el trabajo. En un principio, la conciencia ambiental se limitaba a la preocupación por la «contaminación». La atención se centraba principalmente en las emisiones a la atmósfera, al suelo y al agua generadas por los procesos productivos. Por consiguiente, las medidas de respuesta solían basarse en unas estrategias centradas en «el último eslabón de la cadena», en las que se abordaba el problema de las emisiones locales. Esta estrecha visión del problema inspiró soluciones como la construcción de chimeneas más altas que, en lugar de eliminar la contaminación, la diseminaban a mucha mayor distancia de la planta emisora y de la comunidad local. Aunque estas soluciones resultasen satisfactorias para la comunidad local y los trabajadores que vivían y trabajaban en ella, se provocaban nuevos problemas ambientales, como el de la contaminación a larga distancia e, incluso, internacional, que en algunos casos provoca la denominada «lluvia ácida». Cuando los efectos secundarios de las estrategias centradas en el «ultimo eslabón de la cadena» se hicieron patentes, pasó bastante tiempo antes de que algunos responsables aceptasen que la solución de elevar la altura de las chimeneas tenía otras consecuencias gravemente negativas. El siguiente paso de este proceso de innovación consistió en instalar un complejo sistema de filtrado que bloquease las emisiones nocivas antes de que abandonasen la chimenea. Como se evidencia en este ejemplo, el interés de los responsables de la formulación de políticas se centraba más en la adopción de medidas de control de las emisiones que en la prevención de éstas. Hoy, en cambio, se asiste a un esfuerzo creciente por prevenir las emisiones a través del empleo de nuevos combustibles y de la mejora de las tecnologías de combustión, así como de la modificación de los propios procesos productivos mediante la implantación de las denominadas tecnologías productivas «limpias».

Esta filosofía de prevención — que precisa, asimismo, un enfoque más global — tiene, al menos, cuatro ventajas sustanciales para el mundo del trabajo y el medio ambiente.

A diferencia de las tecnologías que actúan en el «ultimo eslabón de la cadena», que incrementan los costes de producción sin aportar por regla general incrementos de la productividad ni rendimientos económicos, las tecnologías productivas limpias suelen generar mayor productividad y beneficios económicos tangibles. Dicho de otro modo, las tecnologías que actúan sobre «el último eslabón de la cadena» suelen ser beneficiosas para el medio ambiente, pero no para la cuenta de resultados. En cambio, las tecnologías productivas «limpias» no sólo previenen la degradación del medio, sino que también generan beneficios económicos efectivos.

Las tecnologías productivas limpias no sólo suelen redundar en un uso más eficiente de los recursos naturales y la energía (por ejemplo, consumiendo menos recursos naturales para obtener similares volúmenes de producción), sino también en una reducción de las cantidades y la toxicidad de los residuos generados.

Las políticas de implantación de las tecnologías productivas limpias pueden y deben comprender la adopción de medidas diseñadas para mejorar la situación de la salud y seguridad dentro de la empresa.

La participación de los trabajadores en la protección de la salud, la seguridad y el medio ambiente en el marco de los procesos tecnológicos limpios vigorizará la moral y el nivel de comprensión y de rendimiento laboral de los trabajadores, cuya importancia para el logro de una producción de calidad es bien conocida.

Los reglamentos, leyes y políticas de gestión del medio ambiente han evolucionado y, bien coadyuvan al proceso de transición desde los métodos de control hacia las estrategias basadas en la prevención, bien se procura que evolucionen al ritmo de esta transición.

No obstante, tanto los métodos que actúan en el «último eslabón de la cadena» como las tecnologías productivas limpias repercuten directamente en la protección y creación de empleo. Es evidente que, en muchas regiones del mundo, especialmente en los países desarrollados y las economías en transición, las operaciones de limpieza y subsanación abren importantes posibilidades de creación de puestos de trabajo. Al mismo tiempo, las tecnologías productivas limpias constituyen una nueva y prometedora industria que permitirá la creación de puestos de trabajo y que, por supuesto, precisará recursos adicionales para satisfacer las necesidades de formación y calificación. Esto se pone especialmente de manifiesto en la urgente necesidad de que los trabajadores activos en la solución de los problemas planteados por la regeneración del medio ambiente reciben una formación efectiva en la salud y seguridad en el trabajo y el medio ambiente. A pesar de la considerable preocupación producida por los posibles efectos negativos sobre el empleo del creciente control y reglamentación en materia ambiental, si los controles y reglamentos se diseñan correctamente pueden contribuir a la creación de puestos de trabajo, mejorar la calidad del medio ambiente y fomentar los resultados de la política de salud y seguridad en el trabajo.

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