El ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, José Mujica aboga a favor de un Estado que «debería tener el coraje de ser el fundador de nuevas iniciativas económicas como masificar la producción de biocombustible y buscar vender acciones al campo privado con la seguridad que puede dar la coparticipación en un esfuerzo con el Estado, como se ha hecho largamente por parte de los tigres asiáticos, que no utilizaron el Estado como credo neoliberal, sino como fundador de verdaderas industrias, es decir el Estado fundador».

Los conceptos están contenidos en un artículo titulado «El papel del Estado», en el mensuario «Participando» del Movimiento de Participación Popular (MPP) correspondiente a diciembre.

Mujica admite que plantearse dicha posibilidad en Uruguay «es una especie de revolución, plantearse esto puede ser una quijotada pero se lo han planteado muchos otros antes en el mundo».

«Y es una cosa curiosísima, cuando la cosa anda bien ‘por favor que el Estado no intervenga’, cuando la cosa anda mal, ‘ay que el Estado me saque las castañas del fuego’», concluyó.

El secretario de Estado recordó los roles, según las etapas históricas, «Del Estado batllista al privatizador», «El Estado interviene nuevamente», y «El Estado fundador de empresas».

Mujica sostiene que «una de las contradicciones más severas que nos ha traído la crisis es que el Uruguay tiene, y está generando por varios lugares, una buena capacidad de ahorro interno».

Sin embargo, «ese ahorro interno no se transforma en inversión, a lo sumo compra alguna casa o algún campo, pero más que con idea de producir es para fijar el valor para que no se evapore».

«Pero eso de fundar una empresa, de tratar de inventar una nueva fuente laboral multiplicadora de riquezas, es casi una fruta prohibida para muchísima gente que teóricamente podría hacerlo pero que no está para complicarse la vida. Entonces ese ahorro, particularmente de vastísimos sectores de la clase media uruguaya, se está yendo para afuera», señaló.

Desde su punto de vista, «este ahorro, al no transformarse en inversión para el conjunto de la sociedad, se transforma en una contra, ¿por qué? Porque lo que se ahorra es algo que no se gasta, algo que no mueve el comercio de nuestra plaza».

Por lo tanto, «el capítulo central del ahorro es cuando se transforma en inversión y por ese lado multiplica los medios y la demanda porque genera trabajo y crea lo que los economistas llaman el ‘círculo virtuoso’, pero cuando el ahorro se va del país nos quedamos con la peor fruta que no le aporta al erario nacional y al circuito interno de nuestra economía».