Como contribución al Día de la No Violencia del pasado jueves 11 de marzo, Sociedad Uruguaya comparte la carta de su hermano Javier como un aporte muy importante a la reflexión.

“A quien corresponda:

Me encantaría comenzar esta carta, con la  ilusión de que estas palabras,  y estoy ilusionado con que suceda, a futuro no sea yo quien las escriba.

¿Por qué digo esto? Porque esto fue el alma de la ley que adjunto; que las personas, al igual que mi hermano tenía,  tengan el poder de comunicar, propagar y  difundir el mensaje de: “NO A LA VIOLENCIA”, y que lo hagan sin dudar, pues nadie está a salvo de ser víctima de ella. Puede pasarle a  uno mismo, a un familiar, un amigo o tan solo,  a uno más.

Cuando forjamos y discutimos la idea de intentar crear el día Nacional de “LA NO VIOLENCIA”, fue pensando en que todas las personas recordaran, aunque fuera una vez al año, lo importante y caras  que pueden  ser las consecuencias de un acto impulsivo o irracional, como fue lo que él sufrió y que  todos digan: ¡esto no puede suceder nunca más!

Hoy vuelvo a intentar que ustedes, los que están viendo  las fotos, se acuerden de todo el revuelo que se armó después de aquel 11 de Marzo del 2006 y vuelvan a sentir esa sensación de que:  ¡Se podía evitar!, ¡Qué injusticia ya que él nunca le hizo mal a nadie! ¡Pensar que era tan joven!, ¡Tenía un hijo de tan solo 13 años! y así recobrar la capacidad de reflexionar:

¿Qué puedo hacer yo para cambiar esto? y no esperar a que vuelva a pasar lo mismo, para replanteárselo.

Es por ello y nada más que por ello, que convoco a cada uno de ustedes, desde la más humilde posición que dentro de la amplia sociedad ocupen, a que se den un minuto para pensar: ¿Qué puedo hacer yo? y que sin dudarlo utilicen el recuerdo, como motivador, para poner un granito de arena, por más ínfimo que sea, a esta causa que intenta que no le pase nunca más a nadie lo que le pasó a Héctor para evitar que sufra el dolor y el vacío que su falta ha dejado en nuestra familia.

El aprender a vivir estos cuatro  años con el sufrimiento de la pérdida de Héctor, no ha sido para nada fácil; los mensajes que ya no puedo enviarle  preguntándole: ¿por qué línea andás así te puedo ir a saludar y dar un abrazo?; los asados que nos quedaron por hacer; el hijo que dejó sin saber cómo le está yendo en el liceo, al que ni lo llegó a ver entrar, tan nervioso que daba risa; no pudo conocer a su primera novia y ¡si lo viera ahora!, está  más alto que cualquiera de nosotros; creo que se asustaría o se llenaría de orgullo; su pareja, a la que le es difícil  seguir viviendo cuando llega a su casa  encontrándose tan sola.

Estas palabras, que me han costado tanto escribir, tienen el cometido de que todos puedan sentir, aunque sea un poquito, lo que ha sido pasar todo este tiempo aprendiendo a llenar los huecos que nuestro Héctor dejó en cada uno de nosotros y en todos quienes lo conocieron.

Esta carta está escrita por un familiar, de los tantos que tiene Héctor, con el deseo de obtener  una resonancia pública, que nos deje con la ilusión de que su muerte, algo nos dejó a todos.

Sé que en estas fechas vamos a estar pensando en lo que ha sido la asunción de José Mújica, el comienzo de las clases, quién ganó el carnaval, etc.

Sé que debería pedir que ésta sea dirigida a la direcciones de cada ente público, a la dirección de cada medio de prensa pero, por el contrario, lo que quiero,  es que este día de recuerdo y revalorización de nuestros ideales de sociedad ideal, sea una motivación para las masas trabajadoras, estudiantiles o cualquier persona que sin tener un cargo o potestad por medio, quiera sumarse a esta idea tan ambiciosa como humilde.

Desde ya muchas gracias a todos los que se hagan eco de estas palabras y ayuden, sin importar cuánto sientan, a propagar esta reivindicación”.

Sin otro particular Javier Da Cunha.