En Uruguay existen 331 Centros de Atención a la Infancia y la Familia (CAIF), que atienden a 91 mil niños y niñas de 0 a 3 años, en todo el país. Si bien su creación, en 1988, se debió a “los altos y crecientes grados de pobreza en hogares con niños menores de 6 años, y a la ineficiencia de las políticas sociales del momento para hacer frente a la situación”, según explica un educador, hoy en día, bajo la órbita del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), los CAIF son la única política nacional de atención a la primera infancia.

En medio de reclamos salariales, afirmando que “es insostenible que un educador responsable de llevar adelante la tarea educativa diariamente, lo haga por 7 mil pesos mensuales, trabajando ocho horas diarias”, y recordando que la primera infancia ha sido “uno de los pilares de la agenda de los partidos políticos y el gobierno, tomando a los CAIF como soportes fundamentales de las políticas sociales”, tal cual expresaron al presidente Mujica mediante una carta, los educadores sostienen que lejos de tratarse de una propuesta homogénea, los CAIF son un “crisol de situaciones”.

Si bien desde el Ministerio de Educación y Cultura se elaboró una estructura de funcionamiento común, según Javier Alliaume, del CAIF Los Pitufos, en Ciudad Vieja, “cada CAIF define su pedagogía y su intervención”, lo que lleva a que “haya muchas variables que tienen que ver con el contexto y la situación del centro”. ¿Pero cómo trabajan los CAIF?

Para Alliaume, “venimos haciendo la reflexión de cómo se mira al sujeto: de mirarlo como carente, que no puede, al sujeto que puede”. El educador agrega que “la diferencia está en tener una intencionalidad educativa y objetivos pedagógicos claros”. Otros destacan la importancia de la participación de los padres. Florencia Guinle, trabajadora social de Abracitos, CAIF ubicado en el barrio Conciliación, señala que algunos padres participan “con más compromiso, otros no tanto, pero capaz es lo máximo que pueden darte en ese momento”. Para Guinle, “como educadores tenemos la responsabilidad de buscar la estrategia para que la familia se involucre”.

Alliaume en tanto, señala la importancia de que a partir del Plan de Equidad se haya visto a los CAIF como una política educativa universal, ya que “antes casi había que tener patente de pobre para entrar a un CAIF”.

Fuente: Brecha, Eliana Gilet, págs. 18-19; 06/08/2010 y Voz y Vos El Abrojo.