Los países reunidos esta semana en la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio deben implantar nuevos mecanismos de financiación.

Nueva York / Bs. As., 21 de septiembre de 2010. Los líderes mundiales reunidos esta semana en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, con motivo de la Cumbre de Seguimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), podrían conseguir importantes avances en la lucha contra dos de las principales causas de la mortalidad infantil -la desnutrición y el VIH/sida- si apostaran por nuevos mecanismos de financiación para programas de salud global, como por ejemplo una tasa sobre las transacciones financieras internacionales, considera la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera necesario un gasto adicional de 37.000 millones de dólares más al año en programas de salud global de aquí a 2015 para cumplir los ODM relacionados con la salud. Paralelamente, el Leading Group intergubernamental calculó recientemente que una tasa sobre las transacciones financieras internacionales -de un 0,005% aplicado a las transacciones en las cuatro principales divisas- podría generar ingresos por valor de 33.000 millones de euros al año, que podrían dedicarse a la implantación de los últimos avances médicos en la lucha contra amenazas globales como la desnutrición o el VIH/sida.

«Hay muchas enfermedades para las que sabemos lo que hay que hacer para salvar vidas», explica Sophie Delaunay, directora general de MSF en Estados Unidos. «Nuestros equipos están utilizando en terreno nuevas herramientas y estrategias para evitar la muerte de niños por desnutrición, y también para asegurar que nacen libres de infección por VIH, pero lo que vemos también es que faltan fondos para intervenciones en salud eficaces, generalizadas y a largo plazo. Una tasa financiera vinculada a la salud proporcionaría un flujo sostenible de fondos, y supondría que los pacientes dejarían de estar a merced de agendas políticas y mercados volátiles».

La respuesta política a la reciente volatilidad financiera global ha tenido efectos catastróficos en la estabilidad de los fondos y compromisos de ayuda internacional vinculados a la salud, provocando considerables brechas en la financiación de instituciones clave como el Fondo Global de Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, cuando algunos donantes (como Estados Unidos, Alemania o Italia) renunciaron, congelaron o redujeron sus compromisos previos de financiación.

En Malaui, el Gobierno ha presentado al Fondo Global propuestas de financiación para el programa de tratamiento de por vida con antirretrovirales para todas las mujeres embarazadas con VIH. Este proyecto reduciría drásticamente la trasmisión vertical del VIH. Pero debido a las limitaciones presupuestarias del Fondo Global, y las pesimistas expectativas sobre futuras contribuciones de los donantes, existe el riesgo de que Malaui no reciba los fondos solicitados y no sea por tanto capaz de implantar un programa que podría reducir el número de niños nacidos con VIH. Algunos países ya se han visto obligados a aplicar los llamados «recortes de eficiencia», de hasta el 10%, en los fondos ya aprobados en anteriores rondas de financiación.

«Ya no basta con reiterar compromisos para el acceso a atención y tratamiento, para la salud materno-infantil, para la lucha global contra el sida», apunta Delaunay. «A menos que se implanten nuevos mecanismos de financiación, que garanticen fondos suficientes y estables a largo plazo, los países en desarrollo seguirán sufriendo limitaciones, y esos compromisos no pasarán de mera retórica».

La falta de una financiación sostenible para programas de salud también está obstaculizando la implantación de programas eficaces de lucha contra la desnutrición infantil, responsable de la muerte cada año de entre 3,5 y 5 millones de niños menores de 5 años. Organizaciones como MSF han demostrado en terreno lo eficaces que son las nuevas herramientas y estrategias de tratamiento, no sólo para curar la desnutrición, sino también para prevenirla en millones de niños en riesgo. En Níger, por ejemplo, MSF ha tratado este año, en colaboración con organizaciones locales, a unos 77.000 niños con desnutrición aguda; desde julio, ha distribuido también alimentación suplementaria a más de 143.000 niños con el fin de prevenir la enfermedad.

Las intervenciones tempranas, como la de Níger, son cruciales para responder las recurrentes crisis nutricionales que afectan a muchos países en el Sahel africano, esfuerzos que de hecho sólo pueden llevarse a cabo si existe una financiación sostenible a largo plazo de los principales donantes internacionales.

Según una evaluación del Banco Mundial, son necesarios 12.500 millones de dólares anuales para financiar adecuadamente intervenciones eficaces en los países más afectados por la desnutrición. Un estudio de MSF apunta que el gasto destinado a este ámbito es muy inferior (en 2007, concretamente, unos 350 millones de dólares). Al igual que con el VIH/sida, una tasa sobre las transacciones financieras podría mejorar la situación en algunos de los «puntos calientes» de la desnutrición, y acercar a los gobiernos a la prevención y tratamiento eficaces de una de las principales causas de la mortalidad infantil en el mundo.

Mecanismos alternativos como estos ya existen en UNITAID, la agencia internacional que financia programas de tratamiento del VIH/sida mediante una pequeña tasa aplicada a los billetes de avión. Recientemente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado la viabilidad de las tasas a las transacciones financieras y, este mismo mes, un grupo de países (entre ellos Francia y Japón) han adelantado que durante la Cumbre de los ODM propondrán una tasa a las transacciones monetarias para financiar la ayuda al desarrollo.

Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico- humanitaria de carácter internacional que aporta su ayuda a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados, sin ninguna discriminación por raza, religión o ideología política. Cada año, MSF envía al terreno a más de 2.000 profesionales, que colaboran con 24.000 trabajadores locales también contratados por la organización. Actualmente MSF cuenta con más de 350 proyectos de acción médica y humanitaria en 65 países, y con 3,7 millones de socios y colaboradores en todo el mundo. En reconocimiento a su labor humanitaria, MSF recibió el Premio Nobel de la Paz 1999.

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MSF cuenta con una oficina en Buenos Aires que centra su actividad en la difusión de la acción humanitaria de la organización así como en la captación de recursos humanos y financieros para sostener las operaciones que MSF lleva a cabo alrededor del mundo. Para más información sobre la oficina y sobre las actividades de MSF, consultar www.msf.org.ar