La Columna de Pedro Bordaberry del Viernes 14 de enero en su espacio en Facebook lleva como título “Lecturas de Verano”, y la compartimos con los lectores de Sociedad Uruguaya.

“El verano se presta para la lectura. Sin las exigencias temporales del año de trabajo uno puede dedicar más tiempo a la leer. La lectura de verano es, además, variada. Uno puede combinar ensayos y manuales con novelas, o volver a leer aquél libro que tanto le gustó y sorprenderse al encontrar ahora en él cosas a las que no le había prestado atención. Como dice Pérez Reverte no hay dos libros iguales porque no hay dos lectores iguales.

Agrego: ni siquiera uno mismo es el mismo lector cuando vuelve a leer el mismo libro.

Por mis manos este verano ya pasaron varios. “Yo no vengo a decir un discurso” de García Márquez es una muy recomendable publicación de los discursos de quien no es afecto a hablar en público. La anécdota de cómo siendo un niño un cura le hizo ver el valor de la palabra hace reír y pensar.

“La Casa Verde” e “Historia Oficial de una novela” de Vargas Llosa son interesantes. La primera es un clásico del Nobel de Literatura en la que describe dos Perú, el de la selva y el de la ciudad. La segunda cuenta cómo y porqué  escribió la primera. Ambas son muy buenas aunque sigue gustándome más “La Fiesta del Chivo”, quizás por las descripciones sobre la política que tiene.

Arturo Pérez Reverte sigue asombrándome. Ahora con “La Reina del Sur” y “Ojos Azules” como antes lo hizo con “El Húsar”, “Cabo Trafalgar” y otros trabajos. En La Reina del Sur realiza unas descripciones formidables del Sur de España, de Sinaloa en Méjico, y ágilmente logra que uno desee volver a casa para poder seguir leyendo el libro. “Ojos Azules” es una joya que se lee rápidamente y que vale la pena leer de nuevo apenas se termina. ¡Qué final!

Ahora empecé con “El Libro de los Seres Imaginarios” de Jorge Luis Borges con la colaboración de Margarita Guerrero. En él el argentino universal describe los monstruos (dragones, serpientes de dos cabezas, etc) que poblaron la literatura y la metafísica.

Volví a leer con tranquilidad ese ensayo formidable de Andrés Openheimer “¡Basta de Historia! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro”. Lo había leído casi a la carrera cuando cayó en mis manos al final del invierno, entre proyectos de ley, estadísticas e informes parlamentarios. Como expresaba Pérez Reverte nunca dos lecturas son iguales y esta segunda no fue la excepción.

Cuando lo leí en el invierno me llamó la atención por el fuerte llamado que el autor de “Cuentos Chinos” hace a la necesidad de mejorar la educación.  Todo lo que expresa en “¡Basta de Historias!” sobre ella es aplicable a nuestro sistema educativo y su retroceso en índices y resultados.

Inventar un PIB educativo es una formidable propuesta que parece haber sido tomada por nuestro Ministro de Economía cuando en diciembre dijo que el crecimiento económico no bastaba para erradicar la pobreza y apuntó a la educación. Estas son coincidencias con Oppenheimer.

Hacer una educación “entre todos”, invertir en Educación preescolar (como propone hace rato Germán Rama), formar buenos maestros, darles status social , ofrecer incentivos salariales en base a evaluaciones, hacer pactos nacionales, forjar una cultura familiar de educación y romper el aislamiento educativo son claves para el progreso educativo.

El libro de Oppenheimer tiene otras delicias que ahora valoré. Como cuando señala esa obsesión cuasi macabra que parece habernos ganado en Latinoamérica de desenterrar héroes, en lugar de honrarlos dedicándonos al futuro y la educación.

El Presidente Chaves en el 2010 hizo desenterrar los restos de Bolívar y anunció que había encontrado dentro del féretro una bota, los restos de una camisa del Libertador y una dentadura “perfecta”.  Luego declaró en 140 caracteres: “Hemos visto los restos del gran Bolívar. Confieso que hemos llorado”.

El Presidente Correa de Ecuador no se quedó atrás. Su lema de campaña electoral había si “La Patria vuelve” del ex Presidente José Eloy Alfaro . Por ello Correa dedicó buen tiempo de su gobierno a lograr el traslado de los restos de Alfaro de Guayaquil a Montecristi. La familia del ex Presidente se oponía. ¿La solución? ¡Parte de los restos quedaron en Guayaquil y parte se trasladaron a Montecristi!

Quizás el caso más increíble fue la solicitud que hizo el Presidente de Honduras Zelaya a su colega de El Salvador, Antonio Saca. Le pidió que le prestara, por un tiempo, los restos del héroe de la Unión Centroamericana, Francisco Morazán, para sepultarlos un tiempito en Honduras. ¡Un préstamo de restos de un prócer!

Lo bueno de leer ensayos, estudios y novelas es que le ayuda a uno a valorar perspectivas y comprender. Viendo estas obsesiones de traslados de ataúdes, pedidos de préstamos de restos mortales, twitteos de emociones ante dentaduras y hasta divisiones de cenizas de heróes, uno comprende porqué Latinoamérica tiene escritores fabulosos como Vargas Llosa, Carlos Fuentes, García Márquez, Monterroso, Onetti , Borges y tantos otros.

Es que somos una fuente inagotable de temas y personajes.

Aunque, como propone Oppenheimer, deberíamos concentrarnos un poco más en la educación y el futuro, que son la misma cosa. De lo contrario seguiremos teniendo grandes temas para nuestros escritores pero pobreza, retraso social e inseguridad”.