Iba a ser una batalla dura. ¿Quien lo iba a dudar? Pasaron 90 minutos, de locales y sin goles. Para peor, errando muchas claras. No fue como se podía esperar en un principio, y no apareció el gol salvador de Darío. Pero, tras el empate 0-0 en la ida en el Centenario, Peñarol sigue vivo, y en igualdad de condiciones. Como siempre, habrá que ir a buscar una hazaña en San Pablo. ¿No lo marca así la historia?

Si toda la Libertadores de Peñarol fue de dientes apretados, mucho más la final, luego de la primera de ellas disputada el miércoles 15 de junio.

El carbonero salió, empujado por su hinchada, a ser el protagonista del partido en los primeros minutos, trancando fuerte la pelota y mostrando ese juego vertical, de transición rápida de la defensa al ataque, le permitió tener un par de oportunidades en los primeros minutos.

Luego Santos se hizo con la pelota, y la manejó con sus volantes por las bandas, de manera de llegarle a Peñarol donde más ha sufrido en esta copa: el lateral derecho. Así llegaron las dos más claras de los brasileños, incluida una de Alex Sandro que Sosa tapó con lo justo.

En ese lapso, sobre los 25, es que Peñarol también tuvo la más clara, a través de un tiro de Alejandro González, y una entrada de Corujo al área que terminó con el volante cayendo, aunque Amarilla desestimó el penal. Así, cuando uno dejaba un espacio atrás, el aparecía para aprovecharlo.

Fuente: Diario El Observador. www.observador.com.uy