Una muchacha libia de 22 años informó que integró un harem que tenía Muammar Gadafi. Fue tomada a la fuerza por el exdictador libio quien la violó, abusó de ella, la golpeó y obligó a tomar drogas durante cinco años, hasta que en 2009 gracias a su padre logró huir a Francia disfrazada de anciana.

La dramática historia de una «esclava sexual» de Gadafi

La joven se llama Safía. Nació en el este de Libia, pero a los nueve años su familia decide trasladarse a Sirte, en busca de mejores oportunidades. En 2004, cuando tenía 15 años de edad, fue elegida para entregarle un ramo de flores a Gadafi durante una visita a su escuela.

La muchacha contó al diario francés Le Monde, cómo fue ese día: «Para mi era un gran honor, lo llamaba ‘papá Muammar’ y tenía la piel de gallina».

Safía recordó que Gadafi se paró frente a ella, puso su mano sobre su hombro y le acarició lentamente el cabello. La niña pensó que se trataba de un gesto de afecto. No era así.  En realidad se trataba de una clave para sus guardaespaldas. Con ese gesto les estaba señalando que quería a esa mujer.

Al día siguiente, tres mujeres de uniforme se presentaron en la peluquería donde trabajaba su madre y le dijeron: «Muammar quiere verte, quiere darte unos regalos». En su ingenuidad, la adolescente las acompañó con gran espectativa. «¿Cómo sospechar de algo? Era nuestro héroe, el príncipe de Sirte», indicó Safia.

Gadafi recibió a la quinceañera en una de sus carpas beduinas donde le informó que a partir de ese momento viviría con él y que gracias a ello tendría “casas, autos” y todo lo que quisiera. Seguido a las promesas Gadafi ordenó a una de las tres mujeres uniformadas que prepararan a la muchacha para sus nuevas obligaciones.

Salma, Mabruka y Feiza eran las “madonnas” encargadas de mantener y administrar el harem del dictador. Preparar a la joven significaba:  vestirla con lencería sexy, clases de baile, así como a cumplir con «sus otros deberes».

Los primeros días Gadafi citaba a Safía para verla bailar. No la tocaba, pero le dijo:

«Tu serás mi prostituta». Al cuarto día, la violó, y como se resistió e intentó huir primero la golpeó y luego llamó a Mabruka y Salma para que intervinieran: las mujeres le propinaron una paliza para someterla y Safia comprendió su nuevo destino: «Me había vuelto su esclava sexual, y él me violó durante cinco años».

El infierno de la joven continuó en Tripoli Bab, en el Al-Azizia, el bunker de Gadafi, donde «en el mismo piso donde estaba ella, en una habitación minúscula, se encontraban permanentemente unas veinte chicas, la mayoría entre los 18 y los 19 años, reclutadas por lo general por las mismas tres mujeres».

Las muchachs del harem debían estar siempre disponibles para Gadafi quien solicitaba a  Safia dos o tres veces por semana. “Era siempre sádico y violento», confesó la muchacha quien tiene cicatrices en los senos.

«Para Muammar, las chicas eran simples objetos sexuales, que podía pasar a otros luego de que él las había probado», narró Safia, quien informó que Gadafi organizaba fiestas para invitados extranjeros y a veces había líderes africanos que aprovechaban de las chicas de su harem, así como de varones. De acuerdo a Safía, Gadafi mantenía relaciones sexuales también con ellos.

Safía dijo en la entrevista con Le Monde que la obligó a tomar whisky y cocaína, una droga que le encantaba al dictador, que pasaba días enteros «bajo el influjo de la sustancia y sin dormir».

La familia de Safia se enteró del triste destino de la hija y en 2009 el padre, aprovechando una de las raras visitas que Gadafi autorizaba a la chica, la disfrazó de anciana y logró hacerla subir a un avión que partía hacia Francia, gracias a un amigo que trabajaba en el aeropuerto de Tripoli.

«Cuando vi el cadáver de Gadafi expuesto a la multitud tuve un breve momento de placer, pero luego sentí un gusto muy feo en la boca», afirmó la joven que hubiera preferido que el dictador fuera detenido y procesado. “Quería enfrentarlo y preguntarle: ¿por qué? ¿por qué me hiciste esto? ¿por qué me violaste, me pegaste, me drogaste y me insultaste? ¿por qué me enseñaste a beber y a fumar? ¿por que me robaste la vida?».

Fuente: Radio El Espectador en base a Le Monde (Francia).