“Seguramente que si el Presidente Mujica se sincerara, a esta altura de su gestión, nos diría que esto de gobernar es más complejo de lo que él creía. Su estilo, su método de trabajo, sus iniciativas e impulsos son mucho más adecuados al siglo XIX que a los tiempos que corren. Pocas reparticiones públicas, inmediatez entre lo que el poder dispone y su efectiva realización, camaradería entre los pocos jerarcas más parecidos a compañeros de un campamento que a engranajes de un sistema administrativo complejo.

Arriesgo esta muy personal opinión a partir de lo que todo el mundo sabe, razonando en base a lo que el Presidente dice o hace y como lo dice y hace.

Un detalle de estos días: el primer mandatario olvidó comunicar que a un periódico había que pagarle por una publicidad. La candidez con que esto se revela demuestra que se actuó correctamente, sin duplicidades ni mal entendidos, simplemente hubo una falla en la memoria. Si era así que debía disponerse lo que se resolvió, no interesa, lo que se lee entre líneas es que quedo el propio jefe superior en hacer el mandado, como si no hubiera un aparato legal para ello.  Muchas han sido las oportunidades en que el Sr. Mujica se nos muestra como un compañero más no como un jefe, o en todo caso un jefe a lo “Nano“ Pérez en Cerro Largo, de querida memoria, que mandaba en la intendencia como quien regentea un boliche de campaña. Este tipo de ejercicio del mando va de lo mas grande a lo pequeñísimo sin cesar. Un día se revela que hay un paisano amigo del entonces Ministro de Ganadería que construía arados tirados por caballos, ¡muy  buenos para sembrar praderas!, idea del mas puro cuño Mao Tse Tung. Otro se eleva la mira hasta la filosofía para volver a que campechanamente se arreglen entre sí los jerarcas de la educación o a definir la relación con Brasil en función de subir al estribo de ese vehículo.

Apela este estilo a un entrañable sentimiento criollo, muy nuestro, en función del cual con una alambre y una pinza se arregla lo descompuesto y en el “mas o menos” , “la vamos llevando”, todo en el tiempo de las computadores y el tiempo real. Por un lado se muestran cifras económicas alentadoras y altas, pero en el fondo no gusta mucho eso del consumo o del consumismo, contra el que periódicamente se predica.

Cambalache emotivo y nostálgico del 50. Un poco de relajo… pero con orden. Son todos buenos muchachos, un poco levantiscos, pero “que le vachache”. La tribu no se ordena… Por algo es tribu y nada mas. La anarquía que remeda burlonamente a la libertad, campea.  Hasta que un buen día amanezca nublado y entonces, te quiero ver”.

Fuente: Columna Patria Digital www.patria.com.uy del Viernes 25 de Noviembre.