Compartimos la opinión de la Red De Intercesores del Uruguay (Riu), respecto al Bicentenario de Uruguay, cuyo título es “Redimir la historia bendita”.

“Introducción.

El pueblo uruguayo está de celebración. Celebra el Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental.

Los festejos convocan a los uruguayos más allá de toda frontera, a recordar juntos un momento de su historia y a proyectar su futuro.

El conmemorar hechos que durante el año 1811 llevaron a la formación de nuestro país, nos permitirá repensar nuestras identidades.

Nos proponernos reflexionar sobre la larga búsqueda de doscientos años hasta llegar a ser quienes somos.

Es una ocasión para reafirmar el respeto por nuestras diferencias así como la posibilidad de encontrar puntos de encuentro.

(Una historia para reflexionar: (Esto nos dice la Comisión Nacional del Bicentenario).

(http://www.bicentenario.gub.uy/bicentenario-uruguay/que-se-conmemora/))

Dios es Dios de la historia

Al leer esta introducción que nos habla del propósito nacional de esta celebración, podemos concluir en que la historia nos conecta con nuestra identidad. Nos habla de nuestra herencia, y por lo tanto nos lleva a nuestras raíces.

Nosotros, los uruguayos, somos el árbol único, particular y especial que resultó de la combinación de elementos, personas, y circunstancias geográficas, influencias raciales y culturales, que conformaron nuestras raíces antropológicas.

Somos especiales, únicos, como personas individuales, y como sociedad conformada por el conjunto de sus individuos.

Dios nos habla de esto. Su Palabra dice que El es el Señor y el primogénito de toda creación, El es antes que todas las cosas y todas las cosas por el subsisten (Colosenses 1:17).

Dios también a través de su Palabra, nos llama todo el tiempo a hacer memoria de los tiempos antiguos. Tiempos en los que El demostró su soberanía e intervención.

El ejemplo más claro de esto lo encontramos en el libro de Éxodo, cuando en varias oportunidades Dios manda a Moisés guiar al pueblo a guardar memoria de hechos claves en el proceso de liberación de su pueblo de la cautividad en Egipto. Moisés debía escribir los hechos, a fin de que quedaran para memoria, en un libro, y el pueblo debía guardar esta memoria y celebrar los hechos históricos. (Éxodo 12, 13:3 y 17:14)

Alberto Mottesi, en su libro Latinoamérica Nueva, nos dice: “La historia tiene sentido, podemos aprender mucho de ella, sobre Dios, sobre Sus propósitos y Sus caminos.

Dios nos ha dejado sus “huellas digitales” (la evidencia de Su mano en acción) en la historia. Tenemos que reconsiderarla (recurriendo a los documentos antiguos, y si es posible a los originales) desde un punto de vista espiritual ”.

Agrega Mottesi, que “todavía está por escribirse la historia cristiana de nuestro continente”. El dice: “No me refiero a la historia de la iglesia, ni tampoco a la trayectoria espiritual de nuestros pueblos,…me refiero a una interpretación cristiana de la historia. Esta considera la historia como parte del plan universal que Dios viene desenvolviendo desde la creación.

“La historia es pues el escenario en que se desarrolla el destino humano según el plan divino”.

Por décadas, los uruguayos cristianos evangélicos, hemos creído que tenemos una herencia secularista, humanista, que en un punto, decidió darle la espalda a Dios.

Y si bien esto es verdad, en lo personal, y al leer la historia, descubro que no es del todo así.

Doy gracias a Dios, que por ser Señor del tiempo, marca hitos, etapas, mojones en la historia, que nos obligan a hacer un pare, evaluar, reflexionar y celebrar.

Celebramos la herencia que nuestros próceres nos legaron, como resultado de su entrega a favor de la libertad de nuestra tierra de todo poder extranjero.

Estudiamos y analizamos la historia. Y así, nos encontramos con la que es “nuestra historia”, aquella que nos da una identidad, somos “uruguayos”, nuestra camiseta es de un hermoso color celeste.

La reflexión acerca de los hechos históricos que nos trajeron hasta nuestros días, nos “empuja” a mirar y afrontar el futuro, con madurez y compromiso.

Traer a la memoria los tiempos antiguos, siempre debe ayudarnos a celebrar la bendición y a corregir la injusticia, la inmoralidad, la corrupción y la pobreza de espíritu a fin de que desde nuestro compromiso con la tierra que nos vio nacer, cambie nuestra manera de pensar, para que así cambie nuestra manera de vivir.

Como agentes de transformación debemos guiar a nuestra sociedad a rescatar y a alcanzar los valores más dignos.

Valores que se alejen de lo teórico y se evidencien en prácticas de servicio y amor. Valores que velen por los más desamparados, los que no tienen voz. Valores que se jueguen por conservar la familia, detener el abuso, la corrupción y la desintegración social.

¿Cuáles son los cimientos de nuestra nación?

En este punto entonces, reconocemos que el propósito de Dios para Uruguay siempre fue y es de bendición.

Que en cada etapa, El se preocupó por levantar héroes dispuestos a sembrar los valores de su Palabra entre los de su generación, y así cimentar una sociedad nueva y buena.

Nuestro primer y mejor ejemplo es nuestro héroe nacional, Don José Gervasio Artigas.

Un hombre al que hemos aprendido a respetar desde nuestra educación primaria,…pero que tal vez, no hemos descubierto ni valorado la profundidad de sus ideales, la generosidad de su corazón.

Como cristiana evangélica, soy parte de una generación que ha sufrido el peso espiritual que legó a nuestra patria, el secularismo, el humanismo, y la influencia del pensamiento griego.

Hemos visto esto como un estigma y fortaleza espiritual contra la cual batallar.

Sin embargo el bicentenario me confronta con la posibilidad de traer a la memoria, el perfil de nuestro héroe nacional, ahondando en sus ideales y en los principios cristianos que lo movían.

Sí, Artigas, nuestro prócer, fue un hombre sujeto a pasiones y debilidades, como cualquiera de nosotros. Al mismo tiempo que sus virtudes y entrega personal, lo llevaron a ofrendar su vida, a favor de nuestra tierra oriental.

Comparto algunos documentos, que hablan por sí solos:

Artigas, la Biblia y la evangelización (una página de edición católica)

Parece ser que Artigas tenía una particular afinidad con los niños. Según una tradición oral recogida en Curuguaty, un viajero lo sorprendió traduciendo la Biblia al guaraní para un grupo de pequeños que lo oían absortos. Era el libro del Éxodo del Antiguo Testamento. Artigas habría comentado al viajero: «Los niños americanos tienen que saber que se puede elegir entre el cautiverio y el desierto».

Es sabido que Artigas poseía una gran cultura guaraní-misionera. Hablaba fluidamente el guaraní, que aprendió en Tacuarembó…una zona que por entonces estaba bajo la influencia de aquella cultura.

En abril de 1845 el presidente de Paraguay Carlos Antonio López hizo construir una casa para Artigas en su quinta de Ybiray, a siete kilómetros de Asunción. El presidente paraguayo lo trató de un modo muy cordial, y, una vez instalado en aquella casa, le envió todo lo necesario para su subsistencia. Un célebre investigador afirma:

«Durante los últimos años de su vida en Ybiray, Artigas fue apreciado por su gran piedad. Era su deleite el explicar a los niños el significado del cristianismo en relación con la historia de la humanidad. Disponía para ese fin de una edición ilustrada de la Santa Biblia, a cuya lectura se dedicaba frecuentemente».

Y en nota a pie de página agrega:

«Esta información fue proporcionada al autor por Juan León Benítez, nieto del presidente Carlos López, al cual pertenecía la Santa Biblia que, a causa de sus cantos dorados, era llamada por Artigas «el libro de oro». Siendo niño, Juan León llevaba sucesivamente uno u otro de los cinco volúmenes de esa obra desde la casona de su abuelo, hasta la casa que se había construido para Artigas.

Un Retrato escrito de José Artigas

Por el Pbro.Dámaso Antonio Larrañaga de su Viaje de Montevideo a Paysandú (1815)

Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos, y así no hay quien le gane en el arte de manejarlos. Todos le rodean y todos le siguen con amor, no obstante viven desnudos y llenos de miserias a su lado, no por falta de recursos sino por no oprimir a los pueblos con contribuciones, prefiriendo dejar el mando al ver que no se cumplían sus disposiciones en esta parte y que ha sido uno de los principales motivos de nuestra misión.

PALABRAS DEL SEÑOR MAYOR DEL EJÉRCITO NACIONAL DON LEANDRO GÓMEZ AL SER REPATRIADOS LOS RESTOS DEL EXCELENTÍSIMO GENERAL “DON JOSÉ GERVASIO ARTIGAS “

El General José Artigas se refugió en Tierra Extraña alimentándose con el sudor de su frente en una edad avanzada, dedicando sus más sinceros á su adorada Patria, hablando con santo y puro entusiasmo de ella á todo el que se le acercara y rogando á nuestro Dios día y noche por su ventura y felicidad… veía llegar su última hora con resignación y la conformidad del cristiano cuya tranquilidad de conciencia espera el solemne momento de elevarse ante la presencia del Creador del Universo…

Juan Zorrilla de San Martín en La Leyenda Patria nos dice: Artigas, el día antes de su muerte, insiste en levantarse y vestirte para recibir la comunión, diciendo: “Quiero recibir a Su Majestad de pié”.  El hombre que derrocó el poderío real en nuestra tierra, consideró a Dios como la única Majestad digna de tal honra.

Algunas de sus frases más célebres, que nos acompañan desde nuestra niñez, las cuales debemos valorar como un tesoro que Dios nos permite guardar y a su vez nos responsabiliza de legar a nuestros hijos.

“Con libertad no ofendo ni temo”.

“Clemencia para los vencidos”.

«En lo sucesivo solo se vea entre nosotros una gran familia».

«La causa de los pueblos no admite la menor demora” .

«Que los más infelices sean los más privilegiados».

«Todas las provincias tienen igual dignidad e iguales derechos.»

«Que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí».

«Para mí no hay nada más sagrado que la voluntad de los pueblos» .

«Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi empeño que ver libre mi nación».

«No venderé el rico patrimonio de los orientales al vil precio de la necesidad».

«Que en modo solemne se exprese la voluntad de los pueblos en sus gobernantes»

«Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana».

«Unidos íntimamente, luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos».

Es muy importante para nosotros recordad y afirmar que nuestra primera Constitución (la de 1830), testifica de nuestra cuna cristiana: “En el nombre de Dios Todopoderoso, Autor, Legislador y Conservador Supremo del Universo”.   Cinco sacerdotes católicos caminaron a nuestros héroes patrios, trazando con su pluma el ideario de nuestra Independencia.

Creo que sencillamente debemos concluir que a través de la historia hemos tenido oportunidad de abrir nuestro corazón y nuestra tierra a Dios, y así lo hemos hecho en varias oportunidades.

Cuando hemos sido oportunos para Él, Dios en su misericordia levantó líderes que nos guiaron y cimentaron principios y valores que nos han sostenido por doscientos años.

Como parte de nuestra herencia bendita agrego que hace poco más de 200 años, llegaron a Uruguay los primeros Nuevos Testamentos, destinados en un principio para la República Argentina. Debido al naufragio del barco pirata que los traía, fueron distribuidos en nuestra costa este, en el departamento de Maldonado.

Podemos también mencionar a Cecilia Guelfi, maestra cristiana metodista, de gran influencia sobre el pensamiento Valeriano, quién luego independizándose del mismo, funda 10 escuelas primarias.

O recordar “la vocación pacífica” de nuestra nación. Somos reconocidos internacionalmente por gestar acuerdos entre naciones en conflicto, y por nuestros aportes en las operaciones de paz, de nuestros “Cascos azules” de la ONU.

Otra vez, ¡Dios velando por la bendición de Uruguay!

Es verdad, también hemos sido rebeldes, duros de cerviz e independientes a su soberanía.

Hemos rehusado su amor, sufriendo así las trampas de nuestra propia autosuficiencia y las consecuentes a todo pacto con las tinieblas.

Nuestra herencia oscura nos muestra desagradecidos con nuestro prócer, obligándolo al destierro. (Dios bendiga a la tierra paraguaya por su generosidad y hospitalidad para con él).

Hemos pagado y todavía pagamos la vergüenza del genocidio charrúa y la esclavitud de extranjeros, los pactos hechos en lo oculto, y el destierro de los principios bíblicos de nuestras escuelas.

Hemos abierto la puerta al desánimo, la depresión, la injusticia y el desapego a la vida, cómo un mal endémico y destructor.

Pero en este punto de la historia, y poniendo en la balanza lo uno y lo otro, rescatemos “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,…”, esto pensemos, esto declaremos con nuestra boca, esto contagiemos a nuestros compatriotas. (Filipenses 4:8).

Nosotros, como linaje escogido y nación santa de Dios, tenemos la responsabilidad, en este bicentenario y en los umbrales de un nuevo tiempo, de anunciar que el Reino de Dios se ha acercado y que su herencia es bendición para hoy y para siempre.

Hoy, nosotros también estamos escribiendo la historia. Nuestra responsabilidad es aún mayor. Conocemos la vida de aquel que puede hacer nuevas todas las cosas, Jesucristo el Señor.

Los primeros cristianos anunciaban a Cristo y las señales que les seguían traían perdón, paz al corazón, sanidad, libertad y gozo no sólo a las personas, sino también a la ciudad.

El Salmo 33:12 dice: “¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios!¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño!”. (TLA)

Deuteronomio 30, nos dice: “Si aman a Dios y obedecen todos sus mandamientos, Dios los bendecirá. Vivirán muchos años en el país que van a recibir y tendrán muchos hijos. Pero si son desobedientes y se van a adorar a otros dioses, de seguro morirán…Yo les aconsejo, a ustedes y a sus descendientes, que elijan la vida, y que amen a Dios y le obedezcan siempre”. (Vrs. 15-20)

A partir de ahora, y más que nunca debemos ser:

Agradecidos por ser uruguayos y por la tierra que nos tocó en heredad.

Amar a nuestra tierra: tierra de paz, hospitalaria con el extranjero, deseable para vivir.

Siendo agradecidos y honrando a quién merece honra, como aquellos que nos lideran.

Velando por los más necesitados: los niños y jóvenes, los ancianos, los que poseen capacidades diferentes.

Siendo ejemplo de integridad: en el trabajo, como padres, como hijos, como ciudadanos.

Asumamos nuestro compromiso con el presente, para heredar un mejor futuro a nuestros hijos.

Y que el siguiente texto de ahora en más, identifique nuestra idiosincracia:

“Qué Dios, quien nos da seguridad, los llene de alegría. Que les dé la paz que trae el confiar en él. Y que, por el poder del Espíritu Santo, los llene de esperanza”. Romanos 14:13 (TLA)”.

Cristina Mastrantono

Apoyo en investigación y correcciones: Pastor José González (jose@semilla.org)

Pastor Jason Carlise (jason.carlisle@imb.org)

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Gianella Aloise (aloise.gianella@gmail.com)