Compartimos el punto de vista del periodista Raúl Legnani de cara a las elecciones internas del Frente Amplio del Domingo 27 de Mayo.

La izquierda está ante un momento trascendente con las elecciones internas del 27 de mayo, pero no llega con una buena pretemporada previa. Le falta rodaje democratizador.

Es que la falta de participación en las cuestiones políticas, no se superan de un día para el otro. Son como trepar el Cerro de espaldas y con una pierna atada al cuerpo.

Dicen los que saben, analistas políticos con título académico, que el Frente Amplio tiene un electorado complejo, donde las identificaciones de la ciudadanía con la fuerza política presentan diversas tensiones. Apreciación con la que estoy de acuerdo.

Pero hoy me quiero referir a ese núcleo tradicional de la izquierda que en lo ideológico, en los códigos y en el lenguaje, muestra, por encima de las diferencias y los matices, una sensibilidad cultural común.

En este círculo o estamento de la izquierda, también se expresa el divorcio entre el pensamiento y la acción política. Esto particularmente se manifiesta en el ámbito académico e intelectual, pero también en las viejas generaciones de izquierda, gente que ha sido fundamental en la construcción ideológica y cultural de un pensamiento y una actitud progresista.

Hay escritores, actores, cantores, escultores, letristas de murga y de música popular, plásticos, educadores, que son de izquierda, que votan en las elecciones nacionales al Frente Amplio, pero que ante una consulta interna prefieren tomarse vacaciones o asumir una gripe, para no comprometerse con ese acto “heroico” que es ir a votar a las urnas, cuando ahí solo va la “plebe militante”, esa cosa que ya fue. Dicen algunos.

Hoy la izquierda, que solo se traduce y se expresa en el Frente Amplio, tiene pocos referentes y cuando los tiene, ellos, siempre puros e inmaculados, no van a votar, ni convocan a sufragar, a pesar de que el mercado de su producto cultural solo trabaja para un mundo de izquierda, que consume libros, novelas, cuentos, cantos, escenarios y cuadros, entre otras expresiones culturales que también son mercancías.

Es la hora de convocar a este sector adormecido, que en otra época era capaz de quedar solo en el debate con la derecha, aunque las distintas expresiones de la izquierda no tuvieran votos, ni perspectivas de ganar el gobierno.

La mejor forma de que este proceso progresista que nació con Tabaré Vázquez y que se continúa con José Mujica no tenga retroceso, es que los frenteamplistas se vuelquen todos a la convocatoria de las elecciones internas, para votar entre cuatro candidatos que nadie puede acusar de falta de moral o de disposición de ponerse sobre sus hombros la historia de la coalición de izquierda.

Si usted quiere que vuelvan a la conducción del país Luis Alberto Lacalle, los Bordaberry, Ignacio de Posadas, los Hackenbruch, los Trobo, los Flores Silva – no nombro a Jorge Batlle y a Sanguinetti, porque no vuelven -, la mayor contribución es no ir a votar y no llamar a la consulta de las urnas del 27 de mayo. Por eso, si querés – «quieres», diría el Yuyo Pérez – que vuelva la tormenta y los nubarrones, no votes, quedate («quédate») en casa viendo las mismas estupideces de los domingos por la televisión.

Quedan pocos días para convocar a la ciudadanía y el desafío es inmenso. Pero aún hay tiempo y la situación puede revertirse si desde el pie, como decía Alfredo Zitarrosa, crece una nueva alborada.

Son momentos de dejar por un instante las broncas, los malhumores (sin olvidarse de ellos) y dejar paso a la expectativa de que después del 27 de mayo se puede iniciar en la izquierda una nueva hora democratizadora, tanto para la fuerza política pero también para el país.

*Maestro y periodista.

Raúl Legnani*

urumex80@gmail.com

Columna publicada el 14 de mayo en La República. Tomado de La Onda Digital. www.laondadigital.com