Compartimos la columna de opinión del edil por Montevideo, Juan Curbelo (Alianza Nacional) que lleva como título “Mujica debería dejar el micrófono y ponerse los auriculares”.

“Días atrás presenciamos, a través de los canales de televisión, una multitudinaria manifestación del pueblo argentino en reclamo a su gobierno referido a temas de seguridad, cepo cambiario, justicia, democracia, libertades públicas, etc. En diversas ciudades de Argentina y cerca de 20 ciudades del mundo los ciudadanos fueron capaces de manifestar su disconformidad ante situaciones de la vida cotidiana.

Uno de los carteles que se reiteraban más tenía que ver con la frase que encabeza nuestro artículo. “…..dejar el micrófono y ponerse los auriculares” en franca referencia a su Presidenta.

Estamos asistiendo a una etapa donde la seducción por el micrófono se torna imprescindible. Sobrevuela en la autocrítica de toda gestión presidencial si las acciones de gobierno se comunican bien o mal y por eso hay como un sentimiento de falta en este tema. De ahí que varios de los actuales presidentes de América del Sur necesitan comunicar lo que están haciendo. Pensemos en las maratónicas conferencias de prensa del Presidente Chávez, las casi cotidianas cadena de prensa de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y no lejano las audiciones de radio del presidente Mujica.

Sin lugar a dudas si bien es un deber del ciudadano estar informado, no menos cierto que a veces existe un avasallamiento de tener que escuchar algo que simplemente suena a cómo conseguir un votito más, lindos anuncios que algunos terminan siendo simplemente humo al decir de los jóvenes. Quizás a veces no nos damos cuenta que le hablamos a los mismos de siempre o peor aún sólo a los que quieren escuchar ese discurso. De ahí que no se cumple la finalidad de la comunicación e información del accionar gubernamental.

Centrándonos en esta consideración del abuso del micrófono, hay algo que es fundamental. No alcanza con hablar, hay que saber escuchar. Mujica, con su tono coloquial, de vecinos y de camarada de bar siempre pensó que la forma chabacana de hablar iba a permitirle contar con una audiencia siempre fiel. Los malos resultados de gobierno, los acuciantes problemas de seguridad y educación, las desavenencias entre Ejecutivo y Legislativo (simplemente pensamos en las famosas 15 medidas de la convivencia y la seguridad de junio pasado que siguen flotando muchas en los buenos augurios) han terminado con esa luna de miel que los politólogos siempre hacen referencia.

Mujica perdió la capacidad de escuchar a su pueblo. Su entorno, sus seguidores, seguramente digan lo contrario, pero la calle habla y hay que estar atento a ello. Y esto, ¿por qué es? Porque subyace en las palabras del Presidente una lógica, que el Frente Amplio la ha impuesto desde siempre, que existen buenos y malos ciudadanos, los de derecha e izquierda, los de la costa y los del norte, ricos y pobres que ha servido para dividir a la sociedad. Y su rédito también los ha tenido hasta ahora. Y esto se traduce en los 50% en que se divide la sociedad.

Ahora es tiempo de ponerse los auriculares de la sociedad. Sobre todo de aquellos que no comparten sus ideas, que le son críticos a su gestión de gobierno, a lo que no creen, a los desesperanzados y también a los que necesitan escuchar a un Presidente objetivo, claro, sin palabrerías tiradas al viento, sin siempre culpar a la oposición y a los medios de sus malos resultados. Quizás esos que él llama NABOS. Sí, nabos, pero pensantes y críticos, capaz de argumentarle cualquier decisión de gobierno.

Si importante es explicar y hablar por un micrófono todos los días, igual de importante es escuchar a toda la sociedad. Para eso hay dos virtudes que necesariamente debería tener presente el Sr. Presidente: la humildad, no la de vivir en una chacra, sino ver en conciudadano o hermano, en el otro, la posibilidad de pensar distinto y no creérsela; y la tolerancia capacidad de escuchar y proceder a partir del aporte del otro.

Hace pocos días escuchábamos unas desgraciadas palabras del Presidente de la República José Mujica que echaba por tierra estas dos consideraciones: humildad y tolerancia. Hablaba de los pobres y tratando de radicalizar un discurso que otrora fue su bandera en la época de los 60. Y el Frente Amplio tampoco se quedó atrás, siempre acaparó una falacia que nos la hizo creer: que los pobres son pertenencia de su partido.

Mujica con sus palabras chabacanas y a veces lejanas de un tono educativo y formativo para los niños, adolescentes y jóvenes han sabido capitalizar falazmente una llegada que hoy la gente no lo ve con tan buenos ojos. Porque todo tiene un principio y fin. Los pobres no son una cosa, los pobres no son palabras que hacen a una definición. Son personas y no merecen estar en un discurso facilista, simplista y de tono electoralista. Vivir en una chacra, decir que no toma el sueldo de presidente, andar en un fusca no le da la arrogancia para creerse con la suficiente autoridad para hablar con propiedad sobre la pobreza. Ser Presidente de la República tendría que otorgarle ser el último de los uruguayos y no el primero. Y entiéndase bien esta frase para no mal interpretarla, pensemos en el valor evangélico de los últimos y de los primeros.

El Frente Amplio y algunas de sus autoridades están dando muestra de falta de humildad y tolerancia prácticamente todos los días. Lo hemos escuchado entonces a Mujica hablando de los pobres, de la opinión de la derecha sobre los pobres, de la oposición con relación a este tema. Lo hemos visto a Calloia hablando de los carcamanes en alusión a los senadores blancos faltando el respeto a 800 mil votantes del Uruguay que hicieron que esas personas ocupen democráticamente una banca en representación del pueblo. Y cuando escuchamos las explicaciones de Olesker sobre la historia del país haciéndole una cirugía a partir del 2005 al Uruguay como si la historia la pudiéramos resumir en capítulos estancos, no deja de sorprendernos y de denunciar. Antes el infierno, luego el paraíso. Mientras haya plata en este país y el comercio exterior nos siga favoreciendo, los planes sociales sin contrapartida serán la carta de crédito o la credencial de votos del FA. No señores, el país no es antes y después del Frente Amplio. El país es uno desde su conformación como nación. Finalizo este artículo creyendo que no hay mejor gratitud para el pueblo que legítimamente votó a Mujica como presidente que ampliar la capacidad de recepción de los reclamos del pueblo. Implante de oreja o abertura del oído. Menos radio y más acción. Acción y gestión. Menos palabras huecas de radio y más manos extendidas. Respuestas ante tantos anuncios que no se cumplen y hacerlo con una capacidad de humildad y tolerancia que por más que nos diga nabo, sabemos y somos conscientes que la página de la historia pasa como la hora en un reloj. Sr. Presidente cultive la humildad, los pobres no son su argumentación ni su excusa. Son miles y miles de personas que siguen viviendo en un país que promete más que lo que su gobierno ha podido cumplir. Lo demás simplemente fuego de artificio desde una radio”.