Compartimos la columna del ex diputado Washington “Turko” Abdala en referencia a la renuncia del Papa Benedicto XVI.

“Primero les voy a recomendar una película que acá pasó inadvertida por la idioticracia nacional: HABEMUS PAPAM, de Moretti y actuada por el perfecto Michel Piccoli. Es la elección de un Papa, con todo lo que ello significa de humano y de divino (¿) en un contexto donde el Papa electo parece no tener la fe suficiente para semejante empresa. Una delicia estética y un relato sobrecogedor porque hasta los no católicos logramos sentir el peso de la angustia que se pretende trasmitir en esa situación. Moretti es un tipo del que me hubiera gustado ser amigo. Tiene el humor para reírse de lo más sublime.

La cuestión es que Benedicto se va, no estoy seguro que con bombos y platillos, más bien con cierta sombra de haber sido el seguidor de Juan Pablo, una máquina de fidelizar gente con su dignidad humana y sus ornamentas espirituales. Benedicto habilitó un pensamiento claro, firme, conservador y seguro. No creció por ello, pero le devolvió certeza al católico. Tuvo errores groseros en sus relaciones con otras religiones pero eso a la hora del balance cuenta poco.

No me pregunten la razón pero me encanta la elección de los papas. El humo blanco. Los cardenales con sus vestimentas de rigor, las reuniones que mantienen, las conspiraciones, las alianzas, en fin, es todo tan terriblemente político que no entiendo como la cristiandad ve allí un designio de Dios en esos procedimientos. Yo veo política. Ellos ven a Dios manejando los piolines. (Por algo no me quieren los católicos ortodoxos de por acá, por decir estas cosas que les molesta. Lo lamento. Es lo que veo. Ya quisiera yo ver otra cosa.)

El Vaticano es algo que los no creyentes entendemos poco pero que tiene una lógica milenaria en el manejo de la influencia. No hablo de poder, distingo entre poder e influencia como lo hacían los grandes sociólogos. En eso el Vaticano sabe lo que pesa y lo que representa. Aún hoy es un centro de atención planetaria enorme.

Veremos que pasa, quien viene, que dice y que no dice. Es un mundo que explota, con economías occidentales hechas trizas, con comunidades patoteando por sus derechos, con indignados por todos lados, con políticos hechos trizas en su credibilidad planetaria y con un grado de desorientación axiológica como nunca parece haber tenido la humanidad. (Por lo menos en la era moderna y sin contar las guerras).

Soy chusma, me encantará todo lo que se vivirá. Lo miraré con fruición y disfrutaré como quien va al cine a ver algo peculiar. Es todo lo que puedo hacer. Fe no tengo. No creo que haya un solo ser humano que merezca ser referido en clave de sumisión o genuflexión por ningún concepto. No creo que Dios, en serio, si existe ande en estos enjuagues pero como aprendí a respetar, miro, analizo y me callo mucho de lo que siento. Que necesidad de ofender a los que tienen fe en todo eso. ¿Ninguna verdad?”.