toleranciaA partir del lunes 9 de noviembre, el ensayista Adrián Aranda adrarcapp@gmail.com nos acompañará en Sociedad Uruguaya compartiendo sus columnas sobre filosofía de las ideas, y en esta ocasión, abordando el tema de la tolerancia.

“Hay una tendencia en nuestra sociedad que viene en crecimiento, que podría resultar muy dañina, y tiene que ver con la fragmentación político-religiosa que grupos radicales han estado fomentando. La discriminación, la intolerancia y la violencia psicológica y verbal, han hecho eco a través de discursos establecidos en el colectivo imaginario de adherentes a estos grupos, promoviendo peligrosos radicalismos.

Haciendo un poco de historia, recordemos que durante el período que los historiadores han llamado “modernidad”, comprendido entre finales del siglo XVIII y mitad del siglo XX, las maneras de ver e interpretar el mundo se reducían a los cuatro grandes metarrelatos: el socialismo, el liberalismo, la filosofía de la ilustración y el cristianismo. En 1989, con la caída del socialismo real de la URSS, y la pérdida de credibilidad en los metarrelatos, hay un punto de inflexión epocal, y casi por consenso los sociólogos afirman que la humanidad entró en una nueva época, llamada posmodernidad, caracterizada por la pluralidad, en la que cada individuo posee su propia cosmovisión, es decir, su propia manera de ver e interpretar el mundo.

Esta nueva pluralidad en la que hoy vivimos, nos plantea peligros y desafíos. Peligros, en tanto que lo que caracteriza a la sociedad posmoderna es la pérdida de sentido y el vacío existencial, factores que llevan a las personas a buscar seguridad en absolutismos. La gente huye de la incertidumbre hacia el absolutismo en busca de seguridad, poniendo sus pies sobre ideologías y religiones absolutistas, que buscan la humillación y el sometimiento del que representa lo “diferente”. En tanto el desafío, es lidiar con la carencia de sentido sin caer en el absolutismo que solo lleva a la intolerancia.

Entendiendo la tolerancia como la virtud de respetar al que cree y piensa diferente, es necesario preguntarnos: ¿Existe la tolerancia en nuestra sociedad? Respuesta difícil de dar, pues es casi inevitable caer en la generalización, sin embargo podemos afirmar que nuestro país se ha caracterizado durante gran parte del siglo XX por cultivar un espíritu de tolerancia y paz. No obstante, como mencioné al comienzo del presente artículo, existe hoy una tendencia hacia la intolerancia que no posee más de diez años. En los años posteriores a la crisis del 2002, grupos políticos y religiosos de corte fundamentalista, motivados por intereses diversos, pero con el denominador común de verse afectados por los cambios político-sociales que vivía el país en aquel entonces, salieron a la escena pública difundiendo discursos en el imaginario colectivo que hasta entonces se encontraban recluidos al hermetismo de sus organizaciones.

Desde la visión de un “Dios ultra moral”, hasta la culpabilización absoluta del pobre por su situación, fueron a grandes rasgos las ideas que estas organizaciones comenzaron a difundir, creando una dicotomía de «buenos” y “malos”, dicotomía peligrosa y originadora de grandes catástrofes a lo largo de la historia: “Blancos y negros”, “judíos y palestinos”,  “turcos y armenios”, “hutus y tutsis”, etcétera. Cuando la pluralidad de pensamiento, inherente a la libertad de conciencia que existe en nuestros días, se transforma en una dicotomía de “buenos y malos”, se atraviesa un límite del cual es difícil regresar. Sociedades divididas y enfrentadas al punto de la violencia en todas sus formas, como lo estamos viendo en Argentina y Venezuela por ejemplo, son producto de este discurso de “buenos y malos” haciendo metástasis.

Según un reciente estudio del Legatum Institute, institución dedicada al estudio anual a nivel mundial de la prosperidad, oportunidades de emprendimiento, gobierno, educación, salud, seguridad, libertad personal y capital social, Uruguay está en el puesto número 13 en cuanto al índice de tolerancia a la minorías étnicas, y en el número 8 en cuanto al índice de tolerancia a los inmigrantes. Estas posiciones son más que positivas, ya que el ranking comprende a 142 países. Sin embargo, el espíritu pacifico, democrático, tolerante y respetuoso por el “diferente” que ha caracterizado a nuestra sociedad por tanto tiempo, debe seguir siendo cultivado mediante la educación y la cultura, además de anteponer una oposición  a toda violencia radical”.

Fuente Imagen: feliciteca.com