burka-frontCompartimos esta semana la columna de Adrián Aranda bajo el título “El problema de la islamofobia y la educación religiosa”.

“El sentimiento colectivo que tiene Occidente hacia el Islam es cada vez más ambiguo, dado los ataques terroristas que han sufrido varias ciudades europeas este último año. El Islam no es sinónimo de terrorismo, pero los yihadistas levantan la bandera de la religión de Mahoma para “legitimar” sus ataques. Esto pone en un gran aprieto a los gobernantes y a las poblaciones occidentales: ¿Podemos meter a todos los musulmanes en la misma bolsa? ¿Es menester atacar al Islam? Son preguntas claves que las sociedades se están planteando. Las opiniones son diversas, desde quienes argumentan que el Islam es una religión “maldita” y que debe ser erradicada, hasta quienes argumentan que las organizaciones como el ISIS han sido creadas por la inteligencia estadounidense y sus aliados, para validar la intervención político-militar en Medio Oriente.

El sufrimiento de las familias que han sido víctimas de ataques terroristas, y el miedo que generan estos en la sociedad, pueden ser explotados por las autoridades gubernamentales para esparcir temor, y vulnerar derechos civiles. El Estado de Derecho es quizá lo que más corre peligro en estos tiempos de inestabilidad mundial. Este surgió en el siglo XVII como una síntesis del enfrentamiento de las monarquías y las primeras filosofías ilustradas.  ¿Es la respuesta viable restringir estos avances de la humanidad en materia de derechos? ¿Qué alternativas quedan? Ante esta última pregunta la respuesta es: La educación.

El problema del yihadismo no tiene que ver con un problema intrínseco del Islam, sino con una interpretación literaria y fundamentalista de este. Tanto La Biblia, como el Corán tienen versos agresivos, y violentos, sin embargo hoy nadie mata en nombre de Jesús, aunque en otro tiempo sí había gente que lo hacía, y la solución para ello fue un crecimiento en la educación religiosa que llevó a una emancipación de la barbarie cristiana que dominó la Edad Media.

La hermenéutica y la filología son más que necesarias hoy en las aulas, junto con una educación religiosa diversa. La religión ha sido llevada al ámbito privado, y si bien esto es positivo en algunos aspectos, no significa que no sea necesaria una política educativa que sea más inclusiva con la enseñanza religiosa, sin ser prosélita.

El literalismo religioso presenta un gran problema para todas las religiones en la actualidad. Existen varios factores que inciden en la interpretación de textos milenarios como los mencionados: El simbolismo del idioma en que fueron escritos, el paradigma cognitivo de los escritores, y la cultura sociopolítica de la época. Adaptar sin ningún tipo de filtro textos que fueron escritos en hebreo, griego y árabe antiguos -idiomas que poseen una relación de representación directa entre el símbolo y lo que está simbolizando, no como los idiomas actuales donde las palabras derivan de varias lenguas y están llenos de simbolismos y transformaciones previas- ; por autores que concebían un mundo reducido, lleno de peligro inminentes, donde lo normal eran el absolutismo monárquico y la barbarie, es asegurar actos atroces como los que vivimos hoy en día.

El literalismo en Oriente lleva a las armas, en Occidente lleva a la discriminación y exclusión. La misma incapacidad que tienen los yihadistas para aceptar la diversidad de Occidente, lo tienen algunos cristianos fundamentalistas para aceptar la diversidad de opiniones. Esta incapacidad solo puede ser subsanada por medio de la educación religiosa que impida la manipulación y explotación de la fe. Cuanto más ignorantes son las personas religiosas con respecto a lo que creen, más propensas son a ser manipuladas y viceversa. La historia lo enseña así y nuestro presente también”.

Fuente Imagen: ​www.las2orillas.co