baldeEn Sociedad Uruguaya compartimos la columna del pastor uruguayo radicado en Chattanooga, TN, Estados Unidos, Andrés Miranda.

“Cuando el diario El Día, vientre y cuna del batllismo humanista y agnóstico, cumplía 100 años sacaron una campaña publicitaria con un slogan que decía ‘Al cumplir cien años tenemos más futuro que pasado’. Al poquito tiempo se fue a la quiebra y cerró para siempre. Nadie se dio cuenta que en realidad no tenía futuro.

El Uruguay siempre fue un país no religioso. Educado pero no creyente. Muchos de las elites intelectuales, políticas y culturales siempre miraron a las comunidades de fe de arriba hacia abajo. Con desdén y sorna.

El Uruguay no religioso exhibe hoy, cien años, después unos resultados dramáticos. Como si fueran los jinetes del Apocalipsis, la violencia, la pobreza y las drogas cabalgan sobre el tejido social y cultural del país. Récord en índice de suicidios, 50 por ciento de divorcio, violencia doméstica y 1 femicidio casi cada semana. Drogas e inseguridad, la juventud abandonada y la educación en franco descenso. Todo eso en la ‘tacita de plata’, la llamada ‘Suiza de América’. Sólo se me ocurre tragedia nacional para describir la situación de los jóvenes. Casi el 40% de los jóvenes no estudia. En la evaluación de las pruebas PISA que mide el nivel de aprendizaje de los estudiantes a nivel internacional, de los 8 países latinoamericanos que se presentaron a la evaluación, Uruguay fue el único que no mejoró. Su nivel lo posiciona en el número 57 del ranking mundial. La tragedia para los jóvenes no se limita al estudio, ellos tampoco consiguen trabajo. Una expresión tragicómica los describe como los ‘ni-ni’, ni trabajan, ni estudian. Quiénes van a ser los profesionales de la próxima generación, los doctores, los abogados, los diputados y los presidentes..? No es difícil responder la pregunta.

La violencia doméstica es otra piedra en la corona infame de nuestra sociedad. En proporción a su población, Uruguay lidera el ranking mundial de homicidios de mujeres por violencia intrafamiliar (CEPAL). Cada año se registran más de 30 mil denuncias y de acuerdo al Ministerio del Interior en el último año, sumado los intentos de homicidio, cada 9 días se mató o se intentó matar a una mujer. Pero la violencia atraviesa toda la sociedad de muchas formas y va desde los espectáculos deportivos hasta la manera de conducir en las calles. En 2012, Uruguay obtuvo en mismo índice de violencia contra la mujer que El Salvador, considerado ese año, como el país más violento del planeta por las Naciones Unidas.

El barrio Marconi de Montevideo, registra el récord de 31 homicidios el año pasado, seguido por otra popular barriada La Teja y el Cerro con 30. Sólo en esta jurisdicción se registraron más de 1,700 rapiñas y asaltos. La inseguridad es palpable casi en cualquier zona de la capital. La droga se convirtió en pocos años en un poderoso flagelo. Especialmente vulnerables, los adolescentes y jóvenes han caído presa del peor asesino de sus cerebros, la ‘pasta base’ o ‘paco’, una droga barata creada con el residuo de las otras drogas, vidrio molido, desechos de cocaína, queroseno y ácido sulfúrico. Se produce y se vende a bajo costo, pero ha alcanzado una distribución masiva. Es tremendamente adictiva, notablemente dañina y es un jugoso negocio.

Sólo cabe sumar los tristes índices de divorcio (50 por ciento) y de suicidios, primeros en América Latina y quintos en el mundo hasta hace poco.

Muy lejos de ser la Suiza de América Latina, la pregunta es qué nos pasó? En qué punto se quebró la historia? Quién nos dejó esta herencia? El Uruguay de hoy, resultado de qué es?. Armamos escenarios y nos subimos a ellos a recitar credos ideológicos que no nos llevaron muy lejos. Más bien nos entretuvieron cual festival generacional, pero como todo pasa, todo pasa. Lo que importa es lo que queda. Lo que queda no es mucho. Más bien parece que pasó un tornado cultural, social y filosófico. Tuvimos laicismo, tuvimos batllismo, tuvimos dictadura, tuvimos izquierda. Pero cuando pasamos raya las cuentas no nos cierran. Tuvimos mucho apellido, mucho blá blá, mucha doctrina y mucho dogma, pero quién barre los vidrios rotos? Los jinetes eran 4. El cuarto era la muerte. El que más daño hace, el que mata los sueños.

Las mismas elites que miraban con desdén todo lo religioso, hoy alzan su voz con una intolerencia autoritaria. El pecado de ser creyente. Paradoja cultural. El radicalismo laico y humanista no ha ayudado mucho a nuestra querida sociedad oriental a la luz de los resultados antes mencionados. Tampoco ha ayudado al mundo el radicalismo religioso.

No se trata de cazar religiosos. Ni de salir a cazar laicos. Es hora de apagar las luces de un tinglado vacío y ponerse de acuerdo para reconstruir. Es hora de levantar los cajones de la feria de los ‘ismos’ y entre todos construir un país serio, justo, solidario, respetuoso, sin dueños y sin esclavos, donde como dice el cantor, el que quiera creer que crea y el que no su razón tendrá”.

Fuente Imagen: taringa.net