Se conoció días atrás el calificado trabajo del Anuario 2023 de OPYPA (Oficina de Programación y Política Agropecuaria) en referencia al “Análisis Sectorial y Cadenas Productivas”.

En este caso, Sociedad Uruguaya compartirá un resumen del profesional documento elaborado por la ingeniera agrónoma Catalina Rava, Técnica de OPYPA, coordinadora del Área de Cadenas Agroindustriales y Análisis Sectorial, en este caso, abordando el situación en Uruguay del trigo y sus derivados.

¿Cuáles son las conclusiones y perspectivas?

El ciclo de invierno 2022-2023 se caracterizó por condiciones climáticas excepcionales que permitieron cosechar un abultado volumen de trigo de adecuada calidad e inocuidad, consecuencia de un incremento del área sembrada y de un nivel de productividad promedio récord para el país. Con precios históricamente altos para el cultivo, el margen del productor fue altamente positivo y Uruguay exportó trigo por 230 millones de dólares, el mayor valor de los últimos nueve años. El escenario de la cadena triguera en 2023-2024 se presenta nuevamente auspicioso, con rendimientos que marcarían un nuevo récord para el cereal. A pesar del descenso en los precios —similares a los del primer semestre de 2021—, los resultados económicos de los productores nuevamente serían positivos, promediando el precio del trigo en 210 dólares la tonelada hacia finales de noviembre en el mercado interno. La industria local tendría suficiente volumen de calidad para abastecerse y continuaría firme la corriente exportadora de grano de trigo durante 2024.

Comentarios finales La cadena triguera atravesó un año 2023 influido por un importante incremento del volumen de producción, consecuencia de una productividad récord de 4,2 toneladas. La excelente cosecha permitió abastecer con materia prima de calidad a la industria local, recuperar existencias e incrementar fuertemente las exportaciones del grano, generando un importante ingreso de divisas —el mayor de los últimos nueve años—. A dieciocho meses del comienzo de la invasión rusa a Ucrania, que provocó una crisis alimentaria y energética global, y a pesar de que el conflicto continúa —con consecuencias humanitarias, económicas y medioambientales—, el mercado parecería haber incorporado la presencia restringida de Ucrania en el mercado de commodities. Hasta el momento, los fundamentos de mercado se han visto opacados por las agresivas ventas de trigo por parte de Rusia, cuya fuerza exportadora acaba formando el precio internacional. A pesar de ello, en el largo plazo, los fundamentos del mercado de trigo continúan siendo alcistas para el ciclo 2023-2024, ya que recogen una menor producción mundial del cereal que impactaría sobre el comercio internacional, reduciendo el volumen disponible a exportar. En contraposición, el consumo doméstico mundial récord superaría la producción —se advierte un escenario de déficit mayor a 10 millones de toneladas— e implicaría la reducción de los stocks globales a un mínimo en nueve años. Los inventarios de los principales países exportadores se reducirían fuertemente otorgando señales al mercado de una menor disponibilidad de suministros para el mercado global. Actualmente, la atención en el mercado de trigo se centra en las perspectivas de producción de los principales exportadores del hemisferio sur, dado que las cosechas aún no han finalizado. Asimismo, existe una alta incertidumbre respecto a las políticas económicas y las políticas para el sector agropecuario que implementará el nuevo gobierno en Argentina, en el entendido de que la apuesta sería al “libre comercio” —mediante la generación de políticas proactivas que estimulen la producción y la exportación— y una menor “intervención de mercado”.

A nivel nacional, la zafra 2023-2024 se inicia con un evento El Niño demorado respecto a los pronósticos iniciales —al menos en la región litoral y litoral sur del país— y con una estimación de producción —de excelente calidad e inocuidad— que superaría 1,3 millones de toneladas.

Esto permitiría abastecer la demanda local y continuar la corriente exportadora de grano durante 2024, con importantes derrames en el resto de la economía. Si bien las cotizaciones del cereal promedian en noviembre USD 210 la tonelada —30% menos respecto a los máximos históricos de un año atrás y 20% menos respecto al momento de decisión de siembra—, el importante descenso en los costos del cultivo, sumado a un nivel de productividad que sería récord histórico nacional, repercutiría en una mejora de los resultados económicos de los agricultores respecto a la zafra anterior, que permitiría sanear la situación financiera de los productores generada por la sequía histórica y el fracaso de la cosecha del cultivo de soja. Uruguay es competitivo produciendo trigo de manera sostenible y se caracteriza por incorporar nuevas tecnologías tanto para la producción —genética, siembra directa, rotación de cultivos— como para la adaptación al cambio climático y la profesionalización en la gestión, la planificación y la disminución de riesgos. Si bien el trigo tiene su lugar histórico en la rotación, la coyuntura favorable de otros cultivos de invierno pone al cereal en una situación desafiante para mantener e incrementar su área. La diversificación de cultivos para rotar el uso del suelo —principalmente por problemas de malezas y enfermedades— y manejar los riesgos —precio y clima— siempre es deseable. El desafío actual pasa por encontrar nuevos mercados —Brasil camina hacia la autosuficiencia— y posicionar al trigo uruguayo en el mundo, resaltando aspectos de calidad. Actualmente desde el MGAP se trabaja para habilitar los mercados de China y de México. Ambos países requieren análisis de riesgo de plagas, China en particular requiere también auditoría y la firma de un protocolo. A nivel sanitario, si bien no ha sido un problema en las últimas cuatro zafras —por los sucesivos “años Niña”, con precipitaciones por debajo de lo normal—, el tema del Fusarium y el DON es un problema productivo aún sin resolver en la región. En este sentido, Brasil — quien busca aumentar su producción para ser autosuficiente en trigo— avanza en investigación mediante edición génica con el objetivo de silenciar “Giberela”, “Bruzzone” y elementos antinutricionales.

Cabe recordar que tanto Argentina como Brasil son los únicos países que tienen autorizada la siembra de trigo transgénico resistente a sequía (gen HB4). Si bien Argentina10 estima una siembra de 100.000 hectáreas en la zafra actual y continúa incorporando el gen HB4 a nuevos materiales genéticos que se adaptan a distintos ambientes, en Brasil la autorización es reciente y se aplicaría recién en la próxima zafra agrícola. Asimismo, el trigo HB4 también está aprobado para uso en alimentos y alimentación animal en Estados Unidos, Colombia, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Nigeria, y para uso en alimentación animal en Indonesia. Sin dudas, la tecnología es una herramienta clave en la adaptación de los sistemas agrícolas al cambio climático. Desde la Dirección General de Bioseguridad e Inocuidad Alimentaria (DIGEBIA) del MGAP se continúa trabajando en la implementación del Programa de Control de Cultivos No OGM, con el objetivo de tener una coherencia regulatoria y evitar su ingreso. En el caso del trigo, los actores participantes de la cadena productiva del cereal, junto al sector público, definieron —por el momento— que Uruguay continuaría con su estatus de trigo no transgénico.

El Programa propone un sistema de escalamiento de acciones —de diagnóstico, de prevención, de corrección, de complementación— que se implementarán de acuerdo con disparadores basados en riesgo. En el caso del trigo, se están implementando medidas de diagnóstico, esto incluye: muestreo de semilla importada, muestreo de semilla nacional, muestreo de semilla de uso propio y muestreo de grano cosechado.

Fuente Imagen: Presidencia de la República.