por Marcelo Márquez.
Uruguay es uno de los países más envejecidos de América Latina. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), en base al Censo 2023, la población uruguaya de 65 o más años pasó de representar el 13% del total al 16% entre 1996 y 2023 en un total de 3.499.451 personas, mientras que la de 35-64 años, de 33% a 38%, y las proyecciones indican que esta tendencia se profundizará en las próximas décadas.
Por ejemplo, en Colonia, el 18% de su población total (135.797 habitantes, según Censo 2023) tiene 65 años o más.
En Maldonado, el guarismo es del 14% de su población total (212.954 habitantes, según Censo 2023) tiene 65 años o más.
En Canelones, el 15% de sus habitantes (608.960), ocupan esa franja etárea.
En Rivera, su población actual es de 109.299 y un 14% tienen 65 o más años.
Y así podríamos seguir con cada uno de los departamentos.
Pero, una pregunta central y esencial es: ¿qué hacemos con nuestros adultos mayores, con nuestros “viejos” que han dado mucho por la construcción del país y, sobre todo, forjado familias y comunidades?
Crudamente ¿pasan a ser poco menos que desecho o transformamos esa realidad, con todo lo bueno que tiene en una oportunidad de crecimiento, y ante todo, esperanza?
Un nuevo paradigma
Este fenómeno, lejos de ser únicamente un reto para el sistema de salud y la seguridad social, abre la puerta a un nuevo paradigma económico y social: la Economía Plateada.
El desafío demográfico
El aumento de la longevidad se traduce en desafíos concretos: sostenibilidad del sistema previsional, necesidad de más servicios de salud especializados, urbanismo adaptado, y políticas públicas que integren a una población que vive más años pero también demanda calidad de vida. En Uruguay, el debate sobre el futuro de las jubilaciones y la presión sobre el gasto social es central. Sin embargo, quedarse solo en la mirada de “carga” sería un error.
La oportunidad de la Economía Plateada
La Economía Plateada (Silver Economy) es un concepto que refiere al conjunto de actividades económicas, productos y servicios destinados a personas mayores. En países europeos y asiáticos ya representa un motor de crecimiento. En Uruguay, este mercado está en ciernes: turismo accesible, viviendas adaptadas, tecnología para el cuidado, educación continua, propuestas culturales y deportivas inclusivas.
Las personas mayores no son únicamente beneficiarios pasivos, sino consumidores activos con capacidad de decisión, experiencia acumulada y ganas de seguir participando. Un país que logre ver a este segmento como un capital social y económico tendrá ventajas frente a aquellos que lo asuman solo como un problema.
Innovación y cultura del envejecimiento activo
En Montevideo y en varias ciudades del interior ya surgen iniciativas de innovación: plataformas digitales para acompañamiento domiciliario, startups que diseñan soluciones tecnológicas para la salud, y programas intergeneracionales que conectan a adultos mayores con jóvenes a través de la educación y la cultura. Todo esto forma parte de una visión donde la longevidad se entiende como activo social.
Un cambio de mirada
El Uruguay que envejece necesita un cambio de narrativa: pasar de ver el envejecimiento como sinónimo de dependencia, a comprenderlo como una etapa diversa, con potencial y derechos. La Economía Plateada no solo mueve mercados, también inspira políticas públicas inclusivas, fomenta la innovación y fortalece la cohesión social.
En un país donde la longevidad es una realidad incuestionable, la pregunta no es si estamos preparados para el envejecimiento, sino cómo convertirlo en motor de desarrollo y bienestar colectivo.
