En su encíclica «Caritas in veritate» (Caridad en la verdad), presentada este martes 6 de julio en el Vaticano, el papa Benedicto XVI escribió que la crisis actual se debe a «una economía sin ética y a unas finanzas sin Dios» y que la ONU y otros organismos internacionales «resultan inadecuados ante los sufrimientos de la humanidad».
«La crisis actual aumenta las desigualdades sociales, la pobreza extrema, el drama del trabajo precario e incluso pone en peligro la democracia», expresó el Papa.
El Pontífice confirmó el «no» de la Iglesia Católica al aborto, la eutanasia y la eugenética, defendió el trabajo estable «para todos», y pidió que se respeten los derechos humanos de los emigrados, que «no son una mercadería», y que se tutele el ambiente, saqueado por los países ricos. Ante los sufrimientos de la humanidad, observó el Pontífice, la ONU se demostró incapaz de afrontar las sacudidas de la globalización.
El Papa acusó a la ONU de querer imponer planes de control de los nacimientos a los países pobres, incluso con el aborto. Del mismo modo, las señaló por no haber conseguido afrontar hasta ahora «el escándalo del hambre», en parte por el despilfarro y la falta de transparencia en las ayudas.
El respeto por la vida, puntualizó, «no se puede separar de modo alguno» del desarrollo de los pueblos. Por esto, dijo el Papa, sirven una reforma de la ONU y una «nueva autoridad política mundial», capaz de afrontar los procesos globales con «poder efectivo», pero respetando «los principios de solidaridad y subsidiaridad.
La encíclica reitera que la Iglesia no es contraria al «mercado», a condición de que no se reduzca a la búsqueda del beneficio y admita la presencia de distintas formas económicas y la influencia del Estado y la sociedad civil.