La organización Greenpeace propuso que las dos plantas de pasta de celulosa que se construyen en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, que generaron un conflicto con la Argentina, «sean trasladadas y reubicadas lejos de todo centro urbano»

La propuesta forma parte un vasto trabajo elaborado por Greenpeace, titulado «la escalada de la celulosa en la región: industria sucia o producción limpia», presentada en rueda de prensa por dos de sus directivos, este miércoles 30 de agosto.

Juan Carlos Villalonga, director de Greenpeace en la Argentina, y Martín Prieto, director ejecutivo, pronosticaron que la industria de la celulosa experimentará un «crecimiento explosivo» en Sudamérica, en los próximos años, debido a las ventajas económicas que sus países -especialmente Brasil y Uruguay- ofrecen a las grandes empresas dedicadas al rubro.

Añadieron que el desafío para los países de la región no es oponerse a la instalación de esas plantas, sino conseguir que se construyan con técnicas y parámetros «limpios», no contaminantes.

El informe comprende un «plan de producción limpia para el sector del papel en la Argentina y Uruguay», dos países que han llevado su conflicto por la instalación de plantas sobre el fronterizo río Uruguay, a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

La Argentina cuestiona la construcción de las dos fábricas de pasta de celulosa en Fray Bentos, río de por medio con la ciudad argentina de Gualeguaychú, por considerarlas potencialmente contaminantes. Acusa a nuestro país de haberlas autorizado violando los términos del Estatuto binacional que regla todo lo concerniente a ese curso de agua compartido.
En tanto, Uruguay lo niega y asegura que ambas plantas utilizarán las más modernas tecnologías para evitar daños al medio ambiente.

El «plan» propone, como medidas a adoptar, que «las plantas que se construyen en Fray Bentos deben ser trasladadas separadamente y reubicadas en áreas alejadas de todo centro urbano y turístico».

También pide que «deben establecerse criterios de ordenamiento territorial para generar zonas aptas para el desarrollo forestal y para la instalación de industrias de pasta de celulosa. No deben aceptarse polos industriales de magnitud superior a 700.000 toneladas anuales de producción de pulpa».

Las plantas que construyen la empresa finlandesa Botnia y la española Ence han sido proyectadas para una producción superior al millón de toneladas anuales.

Villalonga explicó que aunque Uruguay imponga a las empresas la utilización de la más moderna tecnología, la magnitud de las plantas y su vecindad podrían neutralizar esa garantía.