En España hay 4,1 millones de extranjeros, a los que se suman 700.000 que obtuvieron la nacionalidad que conforman en total el 10,8% de la población. Con esta afluencia se genera la mayor oleada migratoria de la historia moderna de este país, que se convierte así en el segundo con mayor flujo de inmigrantes después de Estados Unidos.
La entrada de extranjeros a España entre 2000 y 2006 alcanzó un
promedio de 500.000 personas por año y se convirtió en el primer factor de crecimiento de la población.

De esta manera, España se ubica en segundo lugar como lugar del mundo elegido como destino de inmigración, después de Estados Unidos. Entre 2000 y 2006 pasó de un millón a 4,1 millones de extranjeros, a los que se suman las 700.000 personas que obtuvieron la nacionalidad española en ese mismo período.
En los últimos cinco años la intensidad migratoria supera la de los propios emigrantes españoles hacia América primero y después hacia Europa, a mediados del siglo XX.
La inmigración se ha convertido en el
principal soporte del crecimiento de todas las provincias y su incidencia aumenta cada año.
Cataluña, Valencia y Madrid son los tres grandes focos de atracción de la población extranjera, seguidas por Andalucía, Murcia, los archipiélagos de Canarias y Baleares, y Aragón.
En los últimos dos años los principales países de procedencia son Rumania, Marruecos y Gran Bretaña.
En cuanto a los latinoamericanos, se registró una brusca caída de ecuatorianos, que fue relevada en los años 2004 y 2005 por los bolivianos.
El informe concluye que la inmigración esta íntimamente vinculada a la evolución de la situación económica y estima que continuará llegando gente si la economía española mantiene su crecimiento como hasta ahora. No obstante, pronostica que los flujos no se mantendrán al nivel del año pasado, que registró un promedio de 600.000 personas.