Las palabras del senador nacionalista Julio Lara fueron realizadas durante la hora previa de este miércoles 11 de abril de 2007. A continuación transcribimos los dichos del

parlamentario. «Desde hace ya demasiados meses los uruguayos venimos escuchando los reclamos de un grupo de ciudadanos argentinos que han convertido en deporte una forma de protesta que mucho daño viene provocando a la economía nacional. La prensa ha debido hacerse eco de actitudes y declaraciones reiteradas a diario desde los llamados piqueteros o ambientalistas que bloquean los diferentes pasos que nos unen con la vecina República Argentina, ya sean los puentes General San Martín y General Artigas, ya la conexión sobre la represa de Salto Grande. Se acusa a Uruguay de violar tratados y de contaminar el río Uruguay, mucho antes de que la empresa Botnia ponga a funcionar sus instalaciones en Fray Bentos y mucho después de incontables estudios presentados en los que se sostiene que el impacto ambiental de las papeleras es hoy absolutamente menor, en particular cuando se trabaja con materia prima de la calidad de la nacional.

Pero como en todos estos temas, a este en particular se le puede aplicar aquel viejo refrán cervantino de que quien se asusta de la paja en el ojo ajeno, no ve la viga en el suyo. Quiero ser breve e ir al grano: en el día de ayer, martes 10, el diario Clarín de Buenos Aires dedica una página entera al comentario de un análisis que expertos de la Defensoría del Pueblo de la Nación, universidades y Organizaciones No Gubernamentales realizaron a propósito de la contaminación en el río Reconquista, un largo cauce de 82 kilómetros que atraviesa la provincia de Buenos Aires, desemboca en el río Luján, en pleno Delta del Tigre, y de allí al Río de la Plata.

«Una cloaca a cielo abierto, donde es imposible navegar por la cantidad de basura, efluentes cloacales y residuos industriales», comienza informando el periodista Daniel Gutman, para pasar a detallar algunos datos. Cuatro millones de argentinos viven en la cuenca del río Reconquista, que atraviesa 18 partidos de la provincia e involucra a su paso a otros 134 cursos de agua que recorren en total 606 kilómetros. De esas cuatro millones de personas, el 40% no tiene servicio de agua potable y el 60% no tiene acceso a ningún tipo de saneamiento ni a red cloacal. «En la cuenca del Reconquista», agrega la nota citando el informe técnico, «hay unas 12.000 industrias, cuatro veces más que en la zona del Riachuelo. Y se estima que el porcentaje de gente sin agua potable y cloacas en la cuenca del Riachuelo son del 35% y el 55%.»

Tras algunas consultas hemos obtenido otros datos que agravan el panorama expuesto en el mencionado artículo de prensa. En el río Reconquista se vierten aproximadamente 500.000 litros de lixiviado, producto de la deposición final de residuos, ya que el río pasa junto al basural más grande de la provincia, donde son depositadas diariamente 12.000 toneladas de residuos sólidos urbanos. El basural es conocido como Norte III, el mayor relleno sanitario de Latinoamérica.

Gutman consulta al cierre de su nota a una vecina del Delta, quien no teme en aseverar que «el río está podrido. Con decirle que a los pibes que practican remo (en la zona del Delta) los mandaron a hacer análisis para ver si no tenían leptospirosis… Cuando llueve, el agua se desborda y salen kilos de basura, hasta perros muertos.»

Al cierre del artículo, el periodista sostiene que «Las numerosas sustancias tóxicas que fueron encontradas en los estudios del agua pueden producir enfermedades, entre las que se cuentan –según el informe- cáncer, afecciones al hígado, hipertensión, diarrea y hepatitis. Se hallaron agroquímicos y pesticidas que podrían atravesar la barrera placentaria de las embarazadas y llegar al feto.»

Los datos son más que elocuentes, y las fuentes están absolutamente libres de toda sospecha. Son datos que alarman, en el entendido de que además, más allá del peligro concreto que corren esos cuatro millones de ciudadanos, se ha convertido al Río de la Plata en el vertedero final de toneladas y toneladas de desperdicios, fuentes de gravísima contaminación. Nos parece oportuno señalar estos hechos, en particular teniendo en cuenta tanta peregrina amenaza de ambientalistas que han llegado a proponer el cruce de los puentes y el ataque directo a la planta de Botnia.

Solicito que mis palabras sean enviadas a la Presidencia de la República, a los ministerios de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Relaciones Exteriores y Educación y Cultura, a la Comisión Mixta Demarcadora de Límites en el Río Uruguay, a la Comisión Técnico Mixta del Frente Marítimo, a las comisiones de Medio Ambiente de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, y a las Intendencias Municipales de todo el país».