Por Fernando Serantes deaquipalla2002@yahoo.es desde Galicia, España.

Pensar que ya hace casi dos años que estas entre nosotros, y no logro acostumbrarme a tu pequeña presencia

Pero se me antoja que no quiero acostumbrarme a ella, será por que te quiero descubrir cada día al despertar, y ver tu carita sonriente, que al abrir la puerta de casa tú te anticipes al saludo con un dulce ¡hola! y un beso robado…

Se me van los recuerdos a un pasado reciente y allí te descubro, tan pequeña, frágil e indefensa, y te veo ahora cada vez más grande y ya no tan frágil, y menos indefensa. Y de un momento al otro me vuelo al futuro con mis pensamientos y es que mi cabeza me traiciona, si bien te quiero ver y descubrirte día a día no puedo dejar de pensarte con tus primeros conflictos de adolescentes, alegrías, amores, penas y yo estando allí contigo para compartirlo y claro esta, con un mate mediante y un cigarro a medias. Analizando la realidad, tu realidad interpelando al mundo, tu mundo. Por que si de algo estoy seguro es que heredaste los genes rojos, esa sangre, que nos hace distintos, inquietos, contestatarios, y que serás de esas mujeres que caminan sin pedirles permiso a la vida, como camina tú madre conocedora de su belleza exterior y de la otra, la del corazón.

Tu energía, todo lo contagia, llegas a llenar todo el espacio en donde estas y logras a enamorar a todas aquella persona que te conozcan. Y es eso realmente lo que más me gusta de ti el poder brindarte tal cual eres, y mi mayor deseo seria, en que la lacra de la vida no pueda contagiarte, sé que es casi imposible pedirle a la vida que no te toque, con lo que cargamos los mayores. Yo y el mundo de mayores que te rodeamos estamos contagiados de eso que trae aparejado el crecer. Pero volviendo a ti debo darte las gracias por sorprenderme día a día, si cuando agarro mi guitarra o toco el tamboril y miro para tu carita y te encuentro bailando, cantando o siguiendo el ritmo con tus palmitas y no te puedo explicar lo que pasa aquí, dentro de mí. Con que poquita cosas los padres podemos sentirnos inmensamente felices Un mediodía después de comer te quedaste dormida en tu silla y entonces te tome con mucho cuidado, y te lleve a tu cama. Pero al pasar por un espejo descubrí tu carita, con los ojitos cerrados y tu manito abrazándome, y no pude más que quedarme un minuto mirando nuestro reflejo, y una paz inundo todo mi ser, hasta una lagrima rodó por mi mejilla par que si…Era tanta la paz que se convertía en alegría y el querer contarlo a todos, pero solo estábamos tú y yo como todos los mediodía así que una vez que te deje en tu camita junto con tu payasita «marina», fui corriendo a llamar a mi madre por teléfono y se lo conté.»Mamá ahora si me siento padre!» Ahora si que empiezo a entender eso de ser padres y que si bien había veces que me sentía agobiado de mi hija de su vitalidad contra mi cansancio por el que hacer de cada día, eso que ahora le llaman estrés y que va poniéndonos una venda en la que no vemos la hermosa realidad que nos rodea con esos pequeños gestos de amor, que Uxia nos va regalando día a día y que de a poquito a poco hace diluir esa venda y la transforma en una visión más amplia más transparente en definitiva nos ayuda ella a volver a mirar con el corazón .