La sequía comenzó a impactar seriamente en el departamento con efectos evidentes; la muerte de vacunos se agudiza en la región noroeste de San José. Productores de la zona de Mal Abrigo y Mahoma, en el área donde confluyen los departamentos de Soriano, Colonia Flores y San José, acusan la muerte de animales por efectos de la sequía. Se han registrado entre 40 y 70 muertes en algunos establecimientos, informó el 28 de noviembre de 2008 el diario Primera Hora de San José. 

Los animales yacen junto a cañadas secas, pero no solo se trata de la falta de agua sino también por la inexistencia de pasturas para alimentarse. Ayer un equipo de Primera Hora se dirigió a esa zona de San José y el déficit hídrico es notorio, tanto por el bajo nulo nivel de agua o por los campos secos, donde en aislados espacios se percibe el «verde» pero de maíz que lucha por crecer. Pedro Chavez, un pequeño productor rural de la zona – a la altura del kilómetro 130 de ruta 23 – se encontraba ayer llenando medios tanques y una bañera para dar de beber a sus vacas. A pocos metros una aguada mostraba unos pocos litros de líquido ya contaminado por el estancamiento. Allí cientos de abejas «bebían» del escaso líquido, una situación que causa asombro entre los veteranos paisanos. Las abejas también sufren la falta de agua. Afortunadamente, hace unos tres años atrás construyó un pozo semisurgente que hoy es «la salvación» de su rodeo de media docena de vacas. Chavez tiene plantado sorgo y maíz , pero la falta de agua todavía no ha permitido que las semillas germinen; la tierra sigue como recién arada y lo terrones está endurecidos por la aridez. Chavez entiende que «debe llover pronto» puesto que la «muy difícil situación» ya está desatada, se agravará en el transcurso de los próximos días. Pero a esta complicada situación de la sequía se le debe agregar que los precios de venta de productos han bajado al tiempo que los insumos se mantienen en los altos niveles de los últimos meses. Por ruta 23 se observan tajamares y cañadas ya secos o con agua estancada que los animales rehuyen consumir. Ingresando a la altura del kilómetro 138, se divisan animales muertos; allí la situación es más grave. Varios establecimientos ven como sus animales mueren tanto por la falta de agua como por alimentos. La situación se viene gestando desde hace dos meses y ahora sus efectos son inocultables. Rene Zabaleta, es un veterano capataz de estancia que en las últimas semanas se ha tenido que enfrentar a los estériles intentos de ayudar a sobrevivir a ganado que cae, debilitado por la falta de pastura. «Se caen, las sacamos, pero igual mueren poco tiempo después» dijo Zabaleta al tiempo que guiaba a Primera Hora entre los animales abatidos por efectos de la sequía. «Esto se está generalizando en la zona» dijo el veterano empleado rural que ha visito morir unas 40 vacas preñadas en las últimas semanas. Contó que a productores vecinos ya se les han muerto unos 70 animales y el agua no llega. «Está complicado» resumió el capataz. Al principio le quitaban los cueros para venderlos, pero la mortandad creció y esa tarea ya no fue sencilla; además esos cueros no tienen valor en el mercado. Ahora las vacas se pudren en el campo y allí quedarán como testigos de la ausencia de lluvias. «Cuando todo esto pase juntaremos la osamenta y la tiraremos en un zanja» concluyó con resignación. Apenas unas gotas alcanzaron a caer durante la caminata por el campo; pero ni siquiera llegaron a desprender el característico aroma «del campo mojado». En esa zona del departamento, el paisaje es extremadamente quebrado y las rocas afloran por doquier. Lejos de la ruta, quizá por el agreste y desolado paisaje la falta de agua se hace más notoria. Esa es una realidad que ya se viven con intensidad en otros departamentos; la falta de lluvia se prolonga, la sequía se expande y sus efectos se generalizan. 

Fuente: Diario Primera Hora (San José). http://www.primerahora.com.uy