José, Pepe, Mújica, candidato presidencial del Frente Amplio a las elecciones uruguayas del próximo 25 de octubre, está pasando por muy malos momentos y ya no hay mucha gente segura de que pueda ganar en la primera vuelta, donde se exige el 50% como mínimo de los votos. Si tiene que recurrir a una segunda ronda, aumentan las posibilidades de su inmediato perseguidor, Luis Lacalle, del Partido Nacional, que se apuntaría los votos del tercero en liza, Pedro Bordaberry, del Partido Colorado.

Así lo expresa un artículo del diario español El País bajo la firma de Soledad Gallego-Díaz desde Buenos Aires.

La culpa de los problemas de Mújica la tiene él mismo. Son sus declaraciones al diario La Nación, de Buenos Aires, criticando a los políticos argentinos, y a un periodista «amigo» que acaba de publicar una biografía suya, en la que el candidato se despacha a gusto sobre la Justicia de su país, las que han provocado toda la polvareda. Mújica no dijo de Argentina nada que no piense la mayoría de los argentinos: que las instituciones no funcionan, que muchos peronistas y sindicalistas son «delincuentes», que nadie sabe la ideología de los Kirchner, que los radicales son buenos, pero «nabos» (gilipollas)…Tanto es así que ni los Kirchner, ni los radicales, ni los medios argentinos se dieron por demasiado ofendidos y aceptaron, sin mayores problemas, las rápidas disculpas del senador uruguayo.

La oposición uruguaya no ha sido tan comprensiva. La reacción fue muy dura y unánime, quizás porque buena parte de la campaña contra Mújica se basa en la idea de que no es competente para el cargo presidencial, que es alguien con una forma de hablar demasiado coloquial y popular para representar al país y que carece de los conocimientos económicos imprescindibles. Mújica tiene una impresionante historia personal como guerrillero tupamaro y como preso político sometido a torturas y a terribles aislamientos, pero también tiene experiencia política sobrada, como senador y como ministro de Agricultura. Sin embargo, mantiene contra viento y marea una imagen de viejo sentencioso y cachazudo que a unos entusiasma y a otros irrita, incluso dentro del Frente Amplio. El actual presidente de la República, Tabaré Vázquez, por ejemplo, criticó públicamente las «estupideces» del candidato. También es verdad que Tabaré, que mantiene una gran popularidad pero no puede repetir mandato, ha preferido siempre otros candidatos a Mújica.

La reacción de la oposición fue tan brutal que, según un diario de Montevideo, Pepe Mújica estuvo a punto de replantearse la candidatura. El senador uruguayo temía que el Frente Amplio hubiera hipotecado sus posibilidades de victoria por culpa de sus declaraciones y estaba dispuesto a dejar el puesto a su número dos, Danilo Astori (al que venció en las primarias del Frente). Según ese relato, fue el propio Astori, a quien Mújica ya ha confiado la dirección de la economía uruguaya en caso de ganar las elecciones, quien se negó a considerar la idea. Astori salió a la palestra para reafirmar su respaldo a Mújica y dar por cerrado el incidente. En el Frente Amplio afirman que se trata de conseguir que la campaña se oriente hacia los temas realmente importantes del futuro de Uruguay y de evitar que la oposición les «encierre» en el debate del polémico libro.

Por el momento, los jefes de la campaña de Mújica parecen no tenerlas todas consigo sobre la capacidad del candidato para superar el incidente y han anunciado que anulan sine die todas las entrevistas que el senador tenía previstas con la prensa escrita, uruguaya e internacional. Por lo menos hasta que comprueben los efectos reales de lo ocurrido en los electores uruguayos. Para unos, puede haber una hecatombe, mientras que otros creen que hay tiempo suficiente hasta las elecciones como para que Mújica vuelva a conectar con los votantes. Las últimas encuestas conceden a Mújica un 45% de los votos, por delante de Lavalle (32%) y de Bordaberry (11%), lo que no evitaría una segunda vuelta.

Fuente: Diario El País (España). http://www.elpais.com

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