La Corte Europea de Derechos Humanos condenó a Italia por exhibir crucifijos en las aulas. Esta manifestación desató indignación y rabia en las autoridades italianas y en el Vaticano, que habló de un «error» que denota «miopía».

El gobierno italiano, que anunció que recurrirá la sentencia, atacó a la Corte por estar «impregnada de ideología» y ofender la historia y los símbolos de Italia.

«La presencia de crucifijos en las aulas no significa una adhesión al catolicismo, sino que representa nuestra tradición», afirmó la ministra de Educación, Mariastella Gelmini, según recoge la agencia EFE.

«Nadie, aún menos una corte europea impregnada de ideología, logrará arrancarnos nuestra identidad», agregó.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó el martes 3 de noviembre a Italia por instalar crucifijos en las aulas, lo que consideró contrario al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas y al derecho de los niños a la libertad de religión.

Los jueces de Estrasburgo estimaron que la cruz puede ser interpretada por los alumnos como un símbolo religioso, lo que puede perturbar a los estudiantes de otras religiones o a los ateos.

La sentencia, que tendrá que ser aplicada en tres meses en caso de que el recurso no sea aceptado, fue rechazada por el Vaticano, que «la acogió con estupor y pesar», según su portavoz, el padre Federico Lombardi.

«El crucifijo siempre ha sido una señal del amor de Dios, de unidad y de acogida para toda la humanidad», estimó en Radio Vaticano y el canal de televisión Rai Uno, añadiendo que en su opinión «es un error y una miopía querer excluir de la realidad educativa» una «señal fundamental de la importancia de los valores religiosos en la historia y la cultura italiana».

La Iglesia católica batalla desde hace varios años contra el «laicismo» dominante en Europa y en varias ocasiones el papa Benedicto XVI, al igual que su predecesor Juan Pablo II, ha pedido la defensa de los valores cristianos del viejo continente.

Y en 2005 Benedicto XVI reclamó el mantenimiento de los crucifijos en los lugares públicos.

Italia estableció por ley en la década de 1920, bajo el fascismo, que las escuelas debían tener crucifijos y pese a que no se aplica estrictamente desde 1984, cuando el catolicismo dejó de ser religión de Estado, el debate sigue abierto.

«Italia no quiere ver los cambios que la sociedad vive, con la llegada de cientos de inmigrantes, muchos no cristianos, a los que considera sin ideas ni posiciones religiosas o políticas», comentó a la AFP Filippo Gentiloni, experto en asuntos religiosos.
«La mayoría de los italianos se reconocen en esos símbolos religiosos», explicó a la AFP Franco Garelli, profesor de la universidad de Turín, quien citó un estudio del 2007 que establece que el 77% de los italianos está a favor de los crucifijos en las aulas.

«La decisión de la Corte tiene como objeto anular nuestras raíces cristianas», reaccionó Alessandra Mussolini, nieta del dictador y parlamentaria de derecha.

Los únicos que aprobaron la decisión han sido los dirigentes de los dos partidos comunistas.

La prudencia mostrada por el nuevo líder del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, quien calificó el crucifijo en las aulas de «tradición inofensiva», demuestra que el principal movimiento de la oposición de izquierda evita lanzarse en una batalla abierta contra la Iglesia.