El debate acerca de la  inseguridad ciudadana, violencia, crímenes, vicios, drogas, etc., en suma sobre las miserias humanas y sus consecuencias, concluye siempre promoviendo la erradicación de todas esas  debilidades mediante mecanismos que por lo general no son efectivos.  Relevantes   informes técnicos, parecen soslayar sin mala fe, el papel primordial que debe jugar la familia, el primero de los institutos sociales  a que alude  nuestra Constitución en el art. 40.  Años atrás se encaraban los problemas aludiendo expresamente a ella en todos los planos. Asignaciones familiares, movimientos familiares, promoción de la familia, etc., etc.  Hoy en día sólo se menciona  lo social, hasta en la denominación del Ministerio que trata de mejorar la comunidad económicamente  carenciada.  Durante la última campaña electoral, desde filas blancas se postuló la creación de un Ministerio de  la  Familia. La idea no debe caer en el olvido.

Como si fuera poco,  cada tanto surgen investigaciones que concluyen enfrentando la situación de los niños y/o los jóvenes con la de los ancianos, porque unos reciben más o menos apoyo que los otros, como si con eso se fuera a lograr mejorar  el futuro de todos ellos juntos que es lo que realmente importa.   Las urgencias coyunturales, las presiones de los sectores, impiden el desarrollo de políticas de largo plazo, que es lo que parece querer encarar el gobierno que se inicia. Baste referir que aún en las campañas comerciales, se establecen días para el padre, la madre, el niño y eventualmente el abuelo. Pero nadie se ocupa de promover el día de la familia como una forma de recordar su papel imprescindible. No debemos olvidar que cuando se alude a hogares monoparentales (a cargo del padre o la madre solamente), se deja de lado el rol que en muchos de esos núcleos juegan las abuelas y abuelas, los tíos y tías y los hermanos y hermanas mayores. Todos ellos colaboran en la manutención de los más chicos y conforman en definitiva la familia real a la que no se tiene presente, pero que existe y es vital en nuestra sociedad actual.

Cuando se encara el debate acerca de la educación, lo que realmente se está intentando mejorar es la cultura. No podemos pretender que los maestros y profesores con grupos superpoblados, intenten además educar a los niños y jóvenes.  Esa tarea de inculcar  principios, valores, conductas, modales,  buen trato, cortesía, ánimo de trabajar y ganas de vivir dignamente, sin pasta y sin alcohol,  es un cometido esencial de la familia de todos los tiempos. Aunque las urgencias de la vida  moderna, la soslaye,  sigue existiendo como tal.  Es un hermoso legado de nuestros mayores que debemos mantener donde felizmente existe y recuperar donde lamentablemente claudica. El desafío es para todas las instituciones políticas y sociales involucradas.  La  Secretaría de Asuntos Sociales del Partido Nacional, se plantea hace tiempo esa inquietud.  Y por supuesto que el tema y las soluciones, hay que tratarlas y  buscarlas, además,  en  familia… 

Carlos Sarthou

Coordinador Sector Jubilados.