El director para América Latina y el Caribe de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Carlos Mazal anunció que en el ámbito privado “existe un gran interés por el Uruguay, no solo de parte de las grandes multinacionales”, destacando la revitalización que significó la participación en el Mundial de Sudáfrica, y “a vía de ejemplo, en la última edición de The Economist, se publicó una foto celebrando ‘la picada’ del jugador Washington Sebastián Abreu”.

Los conceptos fueron vertidos en la Comisión de Ciencia y Tecnogía del Senado el pasado lunes 6 de setiembre.

Mazal, de nacionalidad uruguaya, y que estuvo cuarenta años fuera del país, señaló que “la OMPI tiene muchos contactos con el sector privado, porque es la gente que patenta. En conversaciones que hemos mantenido con ellos, advertimos que existe un gran interés por el Uruguay, no solo de parte de las grandes multinacionales, sino también de quienes, por ejemplo, fabrican clavos en Minnesota en una pequeña o mediana empresa que, a pesar de tener ese tamaño, para nuestro país tiene un volumen perfecto. A raíz del Mundial de Sudáfrica 2010, surgen cada día mayores intereses que deben ser capitalizados”.

Dejó constancia que “hay muchos artículos sobre el Uruguay por informes de transparencia, entre otros, pues se trata de un país muy bien visto, predecible, sus leyes y el Gobierno son serios, todo lo cual hace que puedan llegar inversiones para las que no tengamos recursos humanos capacitados”.

“Hemos estado hablando con gente que tiene pensado formar técnicos medios -que en otro tiempo tuvimos, pero se nos fueron, por ejemplo, a Venezuela y a Australia- pues si no existe ese tipo de recursos humanos la inversión no llega”, evaluó.

La receta

A su entender, la receta para Uruguay es en la que también han incursionado otros países: “agregar valor a todo lo que se estaba haciendo”.

“En nuestro país tenemos carne, lana, forestación; en esos sectores pues debemos ser los mejores del mundo, agregándoles valor a través de la innovación tecnológica o no tecnológica. La gente dice que somos un país de commodities y no necesitamos propiedad intelectual, pero las marcas en el tema de la exportación son fundamentales, así como las indicaciones geográficas”.

Y agregó: “me acabo de enterar que no tenemos más el Frigorífico Tacuarembó porque se vendió, pero tenemos queso colonia o podríamos tener, por ejemplo, carne de Valle Edén, lo que le agrega muchísimo valor al producto”.

De todos modos, “debemos ir a lo seguro, que es lo que ya tenemos, aunque dejando un espacio para dar, como decía Carlos Pérez del Castillo,  un salto al vacío en algún tema frontera, dedicándonos a alguna locura, como por ejemplo decir que nos abocamos al estudio y producción de una vacuna contra la malaria y a ello dedicamos el 10% del Presupuesto”.

Software uruguayo

Valoró además que “un grupo de gente joven en nuestro país, con incentivos del Estado -siempre tiene que jugar ese papel- está exportando software por unos                       US$ 130:000.000. Conozco a la gente y es impactante que estemos exportando a España software de contabilidad para pequeñas empresas”.

Destacó que se trata de “una política de Estado en Uruguay y es una gran satisfacción para mí porque en mi visita a otros países de América Latina no he encontrado eso. Como sabemos, no es algo nuevo, sino que viene arrastrándose desde hace muchos Gobiernos y eso es muy sano. La innovación tiene que ser una política de Estado, pero hay que tener presente que no da resultados inmediatos”.

El apoyo de la OMPI

Mazal consideró que “es bueno saber que Uruguay quiere ser un país donde la innovación sea parte principal de su futuro y ver cómo a la propiedad intelectual -para eso estamos nosotros, fortaleciendo la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual y a todos los actores- se le puede asignar  recursos”.

“Manejo US$ 4:000.000 por año y tengo 33 países;  no es nada pero son fondos que manejo con total discrecionalidad, lo que significa que si se necesitan expertos, reuniones, talleres, no tenemos que esperar catorce meses para un proyecto del BID y estar en condiciones de pagarlo”, sostuvo..

Entonces, “todo esto viene al Uruguay y los demás países sin ningún tipo de demora y atendiendo las urgencias que tenga el Gobierno. La OMPI no impone absolutamente nada -eso es algo muy claro- ya que todo tiene que partir, nacer del Gobierno”.

A esos efectos, “me pueden decir qué es lo que interesa y qué no; por ejemplo, el tema de las indicaciones geográficas está en el plan, y cómo comprar y vender licencias es algo importante. Por tanto, realizamos talleres donde se hacen ensayos de un comprador, un vendedor y cuál es el papel del Estado en todo esto, y luego los presentamos a los países”.

Invención, licencia y patente

A modo de ejemplo del asesoramiento a brindar a Uruguay, Mazal manifestó que “si mañana hay una invención, la OMPI puede decir cómo se debe negociar, cómo son las licencias, cómo se redacta una patente y, en definitiva, cómo se puede avanzar en cambiar la legislación para actualizarla en estos temas”.

“Todo esto forma parte de la herramienta que nosotros manejamos; no hay ninguna fórmula mágica y, en última instancia, es el Uruguay el que tiene que decidir sobre este aspecto. De todas formas, creo que es parte de una solución ver lo que sucede en otros países y comparar experiencias, que es lo que nosotros también promovemos y pagamos”.

Fuente Imagen: blog.guiasenior.com